El Papa Francisco ha recibido este jueves 27 de octubre a los miembros del Grupo Santa Marta, que reúne a autoridades eclesiales y civiles para impulsar la lucha internacional contra la trata de personas y les ha alentado a seguir combatiendo esta «plaga social».
«El Grupo Santa Marta está contribuyendo de forma importante a luchar contra la plaga social de la trata de personas, ligada a nuevas formas de esclavitud, cuyas víctimas son hombres y mujeres, a menudo menores, que son explotados aprovechando su pobreza y marginación», ha subrayado el Pontífice.
Francisco ha recordado que ya les escribió hace un año con motivo de su reunión en El Escorial y ha repetido el mensaje que les trasladó entonces: «Hace falta un compromiso concertado, activo y constante, tanto para eliminar las causas de este complejo fenómeno, como para encontrar, asistir y acompañar a las personas que caen en las redes de la trata».
Según ha precisado, citando datos de las organizaciones internacionales, el número de víctimas de trata, crece cada año. Y ha advertido de que es a los más indefensos a los que «se les roba la dignidad, la integridad física y psíquica, incluso la vida».
Ante esta situación, el Pontífice ha agradecido el compromiso del Grupo Santa Marta, que cuenta con la colaboración activa de cuerpos de seguridad de numerosos países, episcopados, organizaciones y representantes de varias confesiones religiosas.
«El Señor sabrá recompensar todo lo que hacen en favor de los pequeños de la sociedad de hoy. Él ha dicho: «Tenía hambre, tenía sed y me ayudaste». Hoy podría decir: «Estaba abusado, explotado, esclavizado y me diste socorro»», ha subrayado.
De víctima de trata a futbolista profesional
Una víctima de trata de personas, el jugador de fútbol de Sierra Leona Al Bangura, ha relatado en el Vaticano cómo fue engañado para viajar a Europa con la promesa de jugar en un equipo de fútbol y ganar dinero para ayudar a su familia, y acabó siendo prostituido. Por suerte, logró huir y ahora es futbolista profesional.
«Fui trasladado a París con la promesa de que jugaría en un equipo europeo. Después, a Londres. Pronto me di cuenta de que algo no iba bien. Me dejaron en un hotel solo y pronto empezaron a llegar hombres mayores que me tocaban y me violaban. No sabía inglés ni tenía a nadie a quien pedir ayuda. Estaba atrapado. Sin embargo, y aún no sé cómo lo hice, conseguí escapar», ha recordado.
En todo caso, sabe que miles de niños siguen viviendo hoy en día esta «pesadilla» y pide que se condene a los traficantes. «La verdad es que la esclavitud no ocurre solo en países lejanos. Está pasando ahora en nuestras ciudades, en nuestro barrios y tiene que parar. Los tratantes deben ser llevados ante la Justicia, por mí, por el resto de víctimas, por vosotros», ha subrayado.