Entrevista del Papa en La Vanguardia: «Para mí, la gran revolución es ir a las raíces»
Las tensiones en Cataluña, las reformas en la curia, las injusticias del sistema económico mundial, la persecución de los cristianos… son algunos de los temas que aborda el Papa Francisco entrevistado por el periodista Henrique Cymerman para el diario La Vanguardia
Es la primera entrevista concedida por un Papa a un medio español. El periodista agraciado es Henrique Cymerman, de origen luso-español, religión judía y corresponsal en Israel de Antena 3 y el diario La Vanguardia. Cymerman fue uno de los 70 periodistas que acompañaron al Papa en su viaje a Tierra Santa, y uno de sus colaboradores en la organización del encuentro de oración celebrado el pasado domingo en el Vaticano entre el Presidente de Israel, Shimon Peres, y su homólogo palestino, Mahmud Abás.
La entrevista será emitida este domingo, a las 23 horas, en Cuatro.
Las tensiones en Cataluña
Hay una alusión muy directa en la entrevista a la situación política en España. «¿Le preocupa el conflicto entre Catalunya y España?», pregunta Henrique Cymernan. «Toda división me preocupa -responde el Papa-. Hay independencia por emancipación y hay independencia por secesión. Las independencias por emancipación, por ejemplo, son las americanas, que se emanciparon de los estados europeos. Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento a veces muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar uno por uno. Escocia, la Padania, Catalunya. Habrá casos que serán justos y otros que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizar todos los aspectos».
Persecución de cristianos
La entrevista empieza abordando la situación de los cristianos en Oriente Medio, el problema del fundamentalismo o la persecución de los cristianos «Los cristianos perseguidos son una preocupación que me toca de cerca como pastor -dice el Papa-. Sé muchas cosas de persecuciones que no me parece prudente contarlas aquí para no ofender a nadie. Pero en algún sitio está prohibido tener una Biblia o enseñar catecismo o llevar una cruz… Lo que sí quiero dejar claro es una cosa: estoy convencido de que la persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia. Hoy hay más cristianos mártires que en aquella época. Y no es por fantasía, es por números».
Las reformas en la Iglesia
Las reformas en la curia o el estilo pastoral de Francisco aparecen varias veces a lo largo de la entrevista.
«Algunos dicen de usted que es un revolucionario», le pregunta el periodista. Responde el Papa: «Para mí, la gran revolución es ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que esas raíces tienen que decir el día de hoy. No hay contradicción entre revolucionario e ir a las raíces. Más todavía, creo que la manera para hacer verdaderos cambios es la identidad. Nunca se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo».
Sobre su aversión a los protocolos de seguridad, dice el Pontífice: «Sé que me puede pasar algo, pero está en manos de Dios. Recuerdo que en Brasil me habían preparado un papamóvil cerrado, con vidrio, pero yo no puedo saludar a un pueblo y decirle que lo quiero dentro de una lata de sardinas, aunque sea de cristal. Para mí eso es un muro. Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder».
También reconoce el Papa que no le entusiasman los protocolos diplomáticos. Preguntado si «se siente aún como un párroco o asume su papel de cabeza de la Iglesia», responde Francisco: «La dimensión de párroco es la que más muestra mi vocación. Servir a la gente me sale de dentro. Apago la luz para no gastar mucha plata, por ejemplo. Son cosas que tiene un párroco. Pero también me siento Papa. Me ayuda a hacer las cosas con seriedad. Mis colaboradores son muy serios y profesionales. Tengo ayuda para cumplir con mi deber. No hay que jugar al papa párroco. Sería inmaduro. Cuando viene un jefe de Estado, tengo que recibirlo con la dignidad y el protocolo que se merece. Es verdad que con el protocolo tengo mis problemas, pero hay que respetarlo».
En cuanto a las reformas en la curia, afirma el Papa: «No soy ningún iluminado. No tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en El Vaticano.» «Lo que estoy haciendo es cumplir lo que los cardenales reflexionamos en las Congregaciones Generales, es decir, en las reuniones que, durante el cónclave, manteníamos todos los días para discutir los problemas de la Iglesia. De ahí salen reflexiones y recomendaciones. Una muy concreta fue que el próximo Papa debía contar con un consejo exterior, es decir, con un equipo de asesores que no viviera en el Vaticano».
También habla de su insistencia en la pobreza. «No se puede entender el Evangelio sin la pobreza, pero hay que distinguirla del pauperismo», afirma. «Yo creo que Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores».
La política, «una de las formas más elevadas de caridad»
Como Pontífice, Francisco ha tenido la ocasión de recibir a diversos mandatarios internacionales. «Han venido muchos y es interesante la variedad. Cada cual tiene su personalidad. Me ha llamado la atención un hecho transversal entre los políticos jóvenes, ya sean de centro, izquierda o derecha. Quizás hablen de los mismos problemas, pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad. ¿Por qué? Porque lleva al bien común, y una persona que, pudiendo hacerlo, no se involucra en política por el bien común, es egoísmo; o que use la política para el bien propio, es corrupción. Hace unos quince años los obispos franceses escribieron una carta pastoral que es una reflexión con el título Réhabiliter la politique. Es un texto precioso; hace darte cuenta de todas estas cosas».
La economía mundial
Habla además el Papa sobre las injusticias del modelo económico mundial. «Está probado que con la comida que sobra podríamos alimentar a la gente que tiene hambre», dice. «Creo que estamos en un sistema mundial económico que no es bueno. En el centro de todo sistema económico debe estar el hombre, el hombre y la mujer, y todo lo demás debe estar al servicio de este hombre. Pero nosotros hemos puesto al dinero en el centro, al dios dinero. Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero». Francisco alude expresamente a su preocupación por el paro juvenil en Europa, «que en algunos países supera el 50 %. Alguien me dijo que 75 millones de jóvenes europeos menores de 25 años están en paro. Es una barbaridad. Pero descartamos a toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios. Pero como no se puede hacer la Tercera Guerra Mundial, entonces se hacen guerras zonales. ¿ Y esto qué significa? Que se fabrican y se venden armas, y con esto los balances de las economías idolátricas, las grandes economías mundiales que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero, obviamente se sanean».
Pío XII y los judíos
«El diálogo interreligioso tiene que ahondar en esto, en la raíz judía del cristianismo y en el florecimiento cristiano del judaísmo», contesta el Papa sobre el diálogo entre católicos y judíos. «Entiendo que es un desafío, una papa caliente, pero se puede hacer como hermanos. Yo rezo todos los días el oficio divino con los salmos de David. Los 150 salmos los pasamos en una semana. Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana».
Preguntado sobre Pío XII, afirma: «Al pobre Pío XII le han tirado encima de todo. Pero hay que recordar que antes se lo veía como el gran defensor de los judíos. Escondió a muchos en los conventos de Roma y de otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la habitación del Papa, en su propia cama, nacieron 42 nenes, hijos de los judíos y otros perseguidos allí refugiados. No quiero decir que Pío XII no haya cometido errores -yo mismo cometo muchos-, pero su papel hay que leerlo según el contexto de la época. ¿Era mejor, por ejemplo, que no hablara para que no mataran más judíos, o que lo hiciera? También quiero decir que a veces me da un poco de urticaria existencial cuando veo que todos se la toman contra la Iglesia y Pío XII, y se olvidan de las grandes potencias. ¿Sabe usted que conocían perfectamente la red ferroviaria de los nazis para llevar a los judíos a los campos de concentración? Tenían las fotos. Pero no bombardearon esas vías de tren. ¿Por qué? Sería bueno que habláramos de todo un poquito».
«Haré lo mismo que Benedicto XVI: pedirle al Señor que me ilumine»
Al final de la entrevista, el Papa habla del «gesto muy grande» de la renuncia de Benedicto XVI. «Ha abierto una puerta, ha creado una institución, la de los eventuales papas eméritos. Hace 70 años no había obispos eméritos. ¿Hoy cuántos hay? Bueno, como vivimos más tiempo, llegamos a una edad en la que no podemos seguir adelante con las cosas. Yo haré lo mismo que él, pedirle al Señor que me ilumine cuando llegue el momento y que me diga lo que tengo que hacer, y me lo va a decir seguro».
«¿Cómo le gustaría que le recordara la historia?», le pregunta a modo de conclusión Cymerman. «No lo he pensado, pero me gusta cuando uno recuerda a alguien y dice: Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo. Con eso me conformo».