Cada continente, cada país, cada sociedad y cultura viven la Navidad de manera diferente. En los países ricos del hemisferio norte abundan el frío, la nieve, el pesebre, los arbolitos de Navidad, los regalos, el turrón y el champán. La Navidad es un evento familiar pero también social con grandes celebraciones y opíparas comidas.
¿Una Navidad africana? Sí. África también celebra la Navidad a su manera. El clima tropical ayuda a marcar la diferencia. La pobreza también. Aquí hace mucho calor, no nieva, no hay arbolitos de Navidad, ni turrones. Tampoco existen los grandes centros comerciales con sus mil luces de colores vendiendo la Navidad y promocionando el consumo.
Pero África celebra la Navidad con lo que tiene en abundancia: su gente, niños, jóvenes, música, canto, baile y la certeza de su fe en Dios. Por eso hoy propongo vivir una Navidad distinta; una Navidad con tonalidad africana. Una Navidad vivida en varios aspectos:
En la simplicidad y en la austeridad, sin cosas superfluas, sin derroche, sin apariencias, con lo básico sobre la mesa y en el corazón.
En el optimismo basado en la certeza de la cercanía de Dios, que ha venido a quedarse en medio de nosotros.
Libres de miedos y ansiedades por las incertidumbres de la vida, porque Dios que me ha creado, me ama y cuida de mí.
En la intimidad familiar pero abierta al encuentro con el huésped inesperado, recibido con brazos abiertos como si se recibiera al mismo Jesús.
En la sensibilidad por los que menos tienen y más sufren, en la generosidad y en la solidaridad.
En la ternura, en el silencio, en la contemplación del misterio del Dios con nosotros.
En la felicidad que se siente haciendo felices a los demás.
¡No nos dejemos robar la Navidad! ¡Que nada ni nadie nos robe el espíritu de la verdadera Navidad! E igual que Jesús se hizo hombre naciendo en un humilde portal de Belén, que su divinidad nos haga a nosotros más humanos, más buenos y más santos.
¡Feliz Navidad desde el corazón de África y los mejores deseos por un 2019 lleno de luz y de paz!