El humor, la ética y la vida - Alfa y Omega

El humor, la ética y la vida

«Ser amables, sonreír, dar las gracias y estar de buen humor debería ser una exigencia en la formación de los profesionales que están o van a estar al cuidado de la salud», escribe Juan Carlos Siurana

José Ramón Amor Pan
Foto: ABC.

Todos recordamos El nombre de la rosa, la genial novela de Umberto Eco y la no menos popular película protagonizada por Sean Connery. Las diversas muertes que ocurren a lo largo de la trama son debidas al intento de ocultar la aparición de un manuscrito del libro II de la Poética de Aristóteles, que aparentemente se perdió durante la Edad Media y del que nada se conoce, aunque se supone (y la novela así lo señala) que trataba sobre la comedia y la poesía yámbica, una obra en la que Aristóteles justificaría las bondades de la risa y el buen humor.

Juan Carlos Siurana, profesor titular de Filosofía en la Universidad de Valencia en el equipo de Adela Cortina, publicó hace un par de años el libro Ética del humor. A pesar de tratar al autor, debo confesar que recién acabo de conocer y leer dicha obra. Y me ha encantado por su originalidad y creatividad. No es un libro de autoayuda, es un libro filosófico, y como tal es de lectura densa.

La tesis central del libro viene expresada ya en la introducción: «Es un libro que propone una nueva teoría ética basada en el humor, una teoría ética que sitúa en el humor el punto arquimédico desde el cual podemos avanzar en nuestra propia comprensión como sujetos morales, obtener razones de nuestra actuación moral, y mostrar caminos para mejorar éticamente tanto a nivel individual como de la sociedad en su conjunto» (p. 12). Se trata, por tanto, de una teoría ética y, a la vez, de una ética aplicada. Y en la medida en que el autor la aplica de manera muy especial al ámbito sanitario (sobre todo en los capítulos 8 y 13), una teoría que puede resultar de gran interés para la bioética.

La teoría ética que propone Siurana no solo ofrece una comprensión de la racionalidad propia del humor, sino que también presenta un método filosófico propio, al que denomina clínico-ético. Se trata de un método que debe desarrollarse en conexión con los profesionales de las ciencias de la salud y las ciencias biológicas. Lo desarrolla ampliamente en el capítulo octavo. Consiste en mostrar cómo desde el conocimiento de la racionalidad propia del humor podemos contribuir a mejorar la salud de las personas. Se trata, al parecer, de un nuevo método filosófico con capacidad sanadora, por cuanto une el método clínico de la medicina con los métodos propios de la filosofía.

Del mismo modo que en el ámbito de la ética empresarial se ha defendido que la ética es rentable, aquí se sostiene que la ética también es terapéutica. Esta afirmación es nuclear en el libro: la ética es saludable. Siurana afirma: «El método clínico-ético es el proceso o secuencia ordenada de acciones que los médicos y otros profesionales de la salud y las ciencias biológicas, trabajando conjuntamente con los filósofos, han de desarrollar, partiendo del conocimiento existente en sus diversas áreas, para estudiar y comprender cómo se relaciona la dimensión moral de las personas con su estado de salud» (p. 128).

Más allá, o más acá, vaya usted a saber, lo que quiero resaltar, apoyándome en la obra de Juan Carlos Siurana, son las bondades del humor para la salud y el hecho cierto de que el humor sano humaniza la relación asistencial, a todos los niveles, de tal manera que «los profesionales sanitarios tienen el reto de perder el miedo a sonreír y reír con el paciente, pues mediante el humor la relación se vuelve más humana, y también contribuye a una mayor flexibilidad y franqueza […] Ser amables, sonreír, dar las gracias y estar de buen humor debería ser una exigencia en la formación de los profesionales que están o van a estar al cuidado de la salud» (p. 204). El humor nos acerca a los pacientes y a los compañeros de trabajo, por lo que es importante fomentarlo en las profesiones sanitarias. Si se da alegría, se recibe alegría; si damos seriedad o incluso mal humor, se recogen seriedad y mal humor.

Mantener el optimismo a pesar de los acontecimientos, es un signo de inteligencia emocional. Hoy sabemos, además, que la risa activa la corteza cerebral y el humor alivia los estados de ansiedad y depresión y acentúa la sensación de bienestar y control. La risa estimula el sistema inmunitario y combate el estrés. El humor estimula la secreción de endorfinas, que como sabemos tienen un efecto analgésico; aporta equilibrio bioquímico al organismo. El buen humor también expresa libertad y fomenta la autonomía en la toma de decisiones.

Otro de los libros más interesantes en castellano en esta línea de pensamiento es el de Begoña Carbelo: El humor en la relación con el paciente (Masson, Barcelona 2008). Y no menos importante es el de Ángel Rodríguez Idígoras: El valor terapéutico del humor (Desclée de Brouwer, Bilbao 2002). Ambos son un buen complemento al libro de Siurana. El humor es una cosa muy seria, dijo Groucho Marx. Una vida ética es una vida saludable. Hemos de aprender y enseñar a reír y a sonreír.