Durante estos años de pontificado, el Santo Padre, el Papa Francisco, ha mostrado en reiteradas ocasiones su deseo de llenar de ánimo el corazón de los cristianos a la hora de llevar a Cristo con alegría, generosidad, fortaleza. Sé valiente, la misión te espera es una frase tomada de sus discursos y va a servir este año como pauta para la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, que celebramos, Dios mediante, este domingo.
Uno de los textos que más nos pueden hacer pensar es de la exhortación apostólica Evangelii gaudium: «Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve la sal y la luz al mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda quitar su tiempo libre. […] Pero algo semejante sucede con los sacerdotes, que cuidan con obsesión su tiempo personal. […] Algunos se resisten a probar hasta el fondo el gusto de la misión y quedan sumidos en una acedia paralizante» (EG 81).
El cristiano tiene que recuperar el entusiasmo por la evangelización, por llevar a Cristo al corazón de las personas que han perdido la fe, la esperanza, y quizás también el amor. Esta jornada mundial de oración por las misiones es una oportunidad que la Iglesia nos da para renovar en nosotros el compromiso de ser valientes y aceptar nuestra condición de discípulos-misioneros. Es una llamada a meditar si estamos respondiendo al Señor a ser sus testigos entre los nuestros.
Sin duda alguna, los jóvenes, nuestros jóvenes, son los que deben sentarse delante del Señor y preguntarle, sin tapujos, sin cobardías, sin excusas, qué es lo que Dios quiere de ellos. Porque hoy la misión está presente en nuestros pueblos y barrios de nuestras ciudades, pero hoy la misión está presente, como lo ha estado siempre, en los pueblos y ciudades remotas donde Cristo no es conocido ni ha sido predicado, en los lugares donde la escasez de sacerdotes, personas de vida consagrada o incluso de laicos cristianos que viven con seriedad la fe, ha impedido una verdadera y profunda evangelización. Hoy, como en tiempos de san Francisco Javier, Dios necesita de jóvenes que escuchen la voz del Señor que les llama y la voz de la Iglesia que les dice: Sé valiente, la misión te espera.
No podemos dejar de plantearnos en serio la necesidad que el mundo nuestro, de hoy, tiene de Dios y la falta de medios para que Cristo sea llevado a los lugares donde todavía no ha llegado. Por eso la Iglesia, de la que somos parte todos, no descansa tranquila, no renuncia a seguir animando a los cristianos a ser valientes, enfrentarse con sus pobrezas y limitaciones y decidirse por ser luz, sal y levadura de esta tierra que Dios ha puesto en nuestras manos.
Ser valientes no es ser temerarios, es fiarse de Dios y saber que nunca hacemos las cosas por mero capricho personal o por una corazonada… lo hacemos con la conciencia de estar sirviendo a Jesús y a la Iglesia que son quienes nos envían.
En esta jornada pido a Dios que bendiga a la Iglesia española y a la diócesis de Madrid con muchas vocaciones misioneras; pero pido también que todos seamos generosos con nuestra oración, magnánimos con nuestros sacrificios y espléndidos con la ayuda económica con la que queremos colaborar entre todos con nuestros misioneros.
Que la patrona de Madrid, la Virgen María de la Almudena, Reina de la Evangelización, ayude a nuestros misioneros a ser fieles a la vocación recibida y a los demás a vivir con seriedad nuestro compromiso evangelizador. ¡Que ella nos bendiga a todos!