Capellán de la Cofradía de la Vera Cruz de Palencia: «La resurrección de Jesús no es una teoría»
Sin buscarlo, el dominico Luis Miguel García Palacios, OP, va dando titulares cada pocas frases. Es lo que tiene ser miembro de la Orden de los Predicadores. Desde 2011 es capellán de la Cofradía de la Vera Cruz, de Palencia, que el Domingo de Resurrección organiza una singular procesión del encuentro entre la Virgen y el Resucitado: la Dolorosa cambia su velo negro por uno blanco al ver a su Hijo… en la custodia del Santísimo. Y cuando le piden sacar en procesión una imagen del resucitado, responde con una pregunta: «¿Quién quiere un resucitado de escayola si podemos tener a Jesús vivo de verdad en la Eucaristía?»
¿Un capellán de cofradía trabaja solo en Semana Santa?
[Ríe] Uno es capellán todo el año, igual que un cofrade debe ser cofrade todo el año. La Semana Santa son los días de más trabajo, pero yo acompaño a los fieles todo el año, aconsejo en temas jurídicos o canónicos cuando hay conflictos y trato de orientar para vivir bien la fe de forma muy vivencial. Cuando las cosas se hacen con el corazón podemos no razonar demasiado y, sobre todo en Semana Santa, hay que evitar los excesos para vivir bien la fe.
¿Los cofrades se limitan a sacar el paso el día que toca?
En Castilla el reto es que haya una vivencia en la cofradía durante todo el año, pero nosotros tenemos diferentes cultos en varios momentos. Además, tenemos una vocalía de caridad que hace recogidas de alimentos y campañas especiales, y tenemos jornadas de formación durante la Cuaresma sobre arte, liturgia, teología, Biblia…
Hay gente que mira con desdén la piedad popular.
Hasta los años 80 se denostó bastante, porque nos fijamos solo en lo de fuera: tres días de ilusión, mucha gente… Pero la piedad popular mueve a muchos, y la Iglesia tiene que volcarse con ellos para orientarlos bien en su fe. Una banda de música no es el culmen de la fe, pero puede ser un buen enganche para vivirla bien. En las cofradías hay una cantera de gente con una fe auténtica y profunda que quiere hacer las cosas bien.
¿Por qué hay tanta gente en las procesiones del Jueves y el Viernes Santo, y tan poca en las del Domingo de Resurrección?
No es malo que en las primeras haya mucha gente. Pero hay que llevar a las personas de la cruz a la luz. Desde la vivencia y la emoción, mueve más ver un Cristo que muere por mí, una Madre dolorosa al pie de la cruz y de mi cruz, una homilía que me llama a la conversión e insiste en que Cristo está así por mí… Eso mueve a la conversión. Pero luego hay que hacer una buena catequesis para recordar que la riqueza de nuestra fe es que Cristo ha resucitado.
Pero, ¿de verdad me dice que un muerto ha resucitado?
De verdad. La resurrección de Jesús no es una teoría. Cristo ha resucitado. Pero hay que preguntarse: ¿en qué lo noto?
Usted dirá…
En que amo, en que perdono, en que voy dando la vida a los demás, en que estoy junto al enfermo… La resurrección se ve palpable a través de las obras de misericordia: no en la acción social, sino en que Cristo muere en la cruz para abrazarnos a todos. Esa es la vivencia de la resurrección. Es una vivencia que toca la realidad del mundo. Mira cómo reaccionan los cristianos que están siendo asesinados por su fe: perdonando. La resurrección es una experiencia profunda que trastoca todo sentido humano.
¿Y qué pinta el Santísimo en su procesión del Domingo de Resurrección?
En muchísimos pueblos de España hay procesiones del encuentro, que celebran con alegría cómo la Virgen dolorosa ve a Jesús resucitado y cambia su velo negro por otro blanco. Pero ¿qué mejor presencia de Cristo resucitado que Cristo real y verdaderamente presente en la Eucaristía? Ya no necesitamos una imagen de escayola: es Jesús mismo el que va por las calles de Palencia, mostrando a sus vecinos que está vivo, resucitado, y dispuesto a llenar de vida a todos.