Daesh convierte el Domingo de Ramos en una masacre de cristianos en Egipto
Los yihadistas matan al menos a 45 personas cuando asistían a Misa en dos iglesias coptas de Tanta y Alejandría
La primera bomba sacudió una iglesia en la localidad de egipcia de Tanta, mientras los feligreses celebraban Misa. En medio del caos y la creciente cifra de víctimas, que pronto superó la treintena y aumentaba por minutos, una segunda explosión se registró en otra iglesia, esta vez en la ciudad costera de Alejandría, empañando de sangre la celebración del Domingo de Ramos por los cristianos coptos egipcios. Esa misma tarde, el grupo terrorista Daesh reivindicó la autoría de sendos atentados, que en total han segado la vida de al menos 45 personas.
La mayoría de las 27 víctimas de la explosión en la iglesia de Tanta, a 90 kilómetros de El Cairo, son feligreses y sacerdotes que celebraban el comienzo de la Semana Santa. En Alejandría, donde el objetivo de los terroristas ha sido la emblemática catedral de San Marcos, los muertos ascienden a 18. En declaraciones a ABC, el portavoz del Ministerio de Sanidad, Jaled Jatib, admitió que el número de víctimas fatales podría crecer en las próximas horas. Los heridos, muchos de ellos de gravedad, superan el centenar.
Junto al altar
Según las primeras reconstrucciones del doble atentado, rápidamente reivindicado por Daesh, la primera explosión tuvo lugar a las 09:30 hora local en la iglesia de San Jorge en Tanta. La bomba fue colocada dentro del templo, en el pasillo central y cerca del altar donde un nutrido coro de sacerdotes entonaba cánticos de alabanza. Fuentes de la Iglesia copta en Tanta han confirmado la muerte de varios de sus sacerdotes, mientras que vídeos del interior de la iglesia muestran imágenes dantescas, que se replican en el atentado de Alejandría: manchas de sangre en las columnatas y las baldosas, miembros cercenados, ramas de palmas ensangrentadas y bancos destrozados.
La segunda explosión se produjo hacia las 12 del mediodía contra la Catedral de San Marcos en Alejandría, sede histórica (la actual está en El Cairo) del patriarca de la Iglesia copta ortodoxa, y donde el Papa Teodoro II tenía previsto celebrar la Misa de comienzo de la Semana Santa. El patriarca, finalmente, resultó ileso.
El atentado en Alejandría, que pretendía ser tanto o más mortal que el de Tanta, fue frustrado parcialmente cuando varios oficiales de policía detuvieron al terrorista suicida, que al negársele la entrada a la iglesia sin pasar por el control de metales, se hizo estallar a la entrada de la catedral. Murieron al menos cuatro oficiales de policía, entre ellos una mujer y el oficial Emad al Rokeby, que según el relato de medios locales «se abrazó al terrorista impidiéndole entrar».
La iglesia, llena
«La iglesia estaba llena, es una festividad muy celebrada que congrega a muchísimos cristianos, que pasan todo el día en la iglesia», ha relatado por teléfono Sarah, vecina de Alejandría. Una apreciación en la que coinciden analistas consultados por ABC: «El atentado fue cuidadosamente planeado para matar al mayor número de civiles posible», señala el analista del centro Tahrir para Políticas de Oriente Medio Timothy E. Kaldas. En su búsqueda de nuevos explosivos, fuerzas de seguridad desmantelaron dos bombas colocados en la mezquita sufí de Sidi Abdel Rahim.
En su usual rapidez por acreditarse atentados, Daesh, que cuenta con una filial en Egipto bajo el nombre de Wilayat Sina, atribuyó a uno de sus «grupos de seguridad» lo que se ha convertido en el más sangriento atentado contra la perseguida minoría cristiana copta en los últimos años.
Objetivos de esporádicos estallidos de violencia sectaria, en los últimos meses Daesh ha reforzado su campaña contra los que tilda de «apóstatas», amenazando en un comunicado publicado en febrero con «limpiar el país» de cristianos. En diciembre, un terrorista suicida de Daesh se hizo explotar en la iglesia de San Pedro y San Pablo, en el corazón de la sede del patriarcado copto en El Cairo, cobrándose las vidas de 28 personas, la mayoría mujeres y niñas que atendían misa. Entonces, y pese a las primeras protestas de la comunidad copta, que gritaban «¿la sangre de los coptos es barata?» a las puertas del complejo catedralicio cairota, las autoridades capitalizaron el atentado como un ataque «a todo el pueblo de Egipto, no sólo los coptos».
Un mensaje similar al presentado ayer por el presidente, Abdelfatah al Sisi, que insistió a través de un comunicado en que este «ultrajante acto terrorista tiene como objetivo tanto a los coptos como a los musulmanes», y que «no disminuirá la resolución y la voluntad del pueblo egipcio de hacer frente a las fuerzas del mal». El presidente decretó asimismo el estado de emergencia durante tres meses y una movilización general del Ejército para proteger «instalaciones vitales».
Precisamente Al Sisi, que se erige como el defensor de los cristianos ante la violencia islamista en Egipto, fue uno de los promotores de la próxima visita del Papa Francisco al país árabe, programada para el 28 y 29 de este mes, y que, según fuentes de la iglesia ortodoxa copta, pretendía enviar un mensaje de normalidad y seguridad en el país.
Alicia Alamillos / ABC