Ya hay Gobierno en el Líbano. ¿Habrá colegio?
Las instituciones educativas católicas quieren comenzar el primer curso presencial después del coronavirus, a pesar de la creciente crisis económica y social que golpea al país
Mientras se anuncia un nuevo Gobierno en Líbano, liderado por el primer ministro, Najib Mikati, cientos de instituciones educativas católicas aún desconocen cómo será el comienzo del nuevo curso escolar. El encarecimiento de los bienes de primera necesidad, la escasez de gasolina y los constantes cortes de luz están generando una gran incertidumbre en todos los aspectos de la vida de los libaneses. Y la vuelta al colegio es uno más de ellos.
No obstante, desde el colegio del Sagrado Corazón en Beirut, de los hermanos de la Salle, se espera comenzar las clases esta misma semana con los alumnos de Secundaria, y con los de Primaria la semana que viene. Apuestan por la vuelta a la enseñanza presencial, pues la falta de electricidad hace ya imposibles las clases online. «Estamos haciendo un gran esfuerzo: hemos repartido cajas de comida entre los alumnos más desfavorecidos, vamos a ofrecer gasolina a los profesores para que puedan venir y hemos creado un servicio de autobús para los alumnos, porque aquí no existe el transporte público», asegura el hermano Jean Claude Abou-Atme, responsable en el Líbano de la Congregación de los Hermanos de la Salle, durante la visita de miembros de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) junto al equipo del programa Pueblo de Dios de TVE.
Este colegio, situado en el corazón de la capital libanesa, aún está inmerso en la reconstrucción por los enormes daños sufridos tras la explosión del puerto de Beirut, en agosto de 2020. «Si no fuera por la ayuda exterior de instituciones como ACN sería imposible continuar». Y, por si todo ello fuera poco, no son ajenos a la «nueva ola de emigración que está mermando la sociedad libanesa». Solo durante este último verano «hemos perdido más de 20 profesores que se han marchado en busca de mejores oportunidades fuera de Líbano».
Libros cinco veces más caros
Sin embargo, están dispuestos a hacer todo lo posible por reabrir. Lo consideran urgente, ya que según datos de Save the Children, desde el inicio de la crisis económica en el Líbano, en 2019, más de 1,2 millones de niños y adolescentes no han podido continuar con sus estudios. «Tenemos una gran misión como colegio católico, y queremos continuar».
El 3 de septiembre el presidente libanés, Michel Aoun, recibió a una delegación de la Federación de Instituciones Educativas No Estatales. Su coordinador, también secretario general de Escuelas Católicas del Líbano, Youssef Nasr, le presentó la situación de los colegios no estatales, tanto cristianos como de otras denominaciones. Según estos datos, el coste medio por alumno para este nuevo curso sería de unos 9,3 millones de libras libanesas, una cifra insostenible. Los libros de texto valen cinco veces más que hace dos años, y los salarios de profesores y del personal escolar son insuficientes para cubrir sus necesidades más básicas. Aoun se comprometió a convocar una conferencia de emergencia para analizar el problema. La propuesta hecha por Nasr es incluir a estos centros en los programas de financiación internacional. Pero no se esperan grandes gestos.
«Vemos casi imposible que el Gobierno pueda aportar algún tipo de ayuda, porque el país está paralizado y no hay financiación pública. Si llegase algún apoyo, sería ínfimo», reconoce el hermano Abou-Atme. El anuncio, el día 10, de la formación de un nuevo Gobierno después de 13 meses y el nombramiento del primer ministro Mikati tampoco aportan tranquilidad a la sociedad libanesa, que ha perdido su esperanza en la clase política. Que hubiera Ejecutivo era una condición necesaria para negociar nuevas ayudas con la comunidad internacional. Pero no la única. De hecho, las primeras declaraciones de Mikati subrayaron que habrá que implementar grandes reformas. Entre ellas, se temen nuevas subidas del combustible.
Frente al pesimismo y la incertidumbre, el hermano Abou-Atme señala el compromiso de la Iglesia católica con la sociedad libanesa: «Hay mucha gente desesperada y queremos decirles que no les vamos a dejar solos, queremos ser un signo de esperanza».