¿Y si no solo regularizáramos a ucranianos?

El Consejo de Ministros acordó la semana pasada regularizar a los ucranianos que vivían en España antes de la invasión rusa, dado que no pueden volver a su país. También apostó por agilizar los permisos de residencia y trabajo a quienes llegan huyendo de las bombas, conforme a la directiva europea de protección temporal para que no colapsen los sistemas de asilo y refugio de los Estados miembro.

Estas medidas beneficiarán a cerca de 12.000 ucranianos en situación irregular en España, según estima la Fundación porCausa, y permitirán a Lyudmila o Antonina –refugiadas a las que Alfa y Omega entrevista en Madrid– encarar su futuro con menos incertidumbre. Son oportunas en un contexto de tanta tensión, cuando más de tres millones de personas han abandonado Ucrania.

Al hilo de estas medidas debe abrirse, asimismo, un debate sereno sobre la regularización de los miles de migrantes que se encuentran en situación parecida en España, sin posibilidades reales de retornar a sus países y con mucho que aportar, al tiempo que hay que destinar recursos a desatascar las solicitudes de protección internacional. Por ellos. Por todos.