Xabier Gómez: «Es preocupante la instrumentalización política de la migración»
«Ahora me toca dejarme acoger y volver a la vida diocesana», afirma el obispo electo de San Feliú, exdirector de Migraciones de la CEE
Llega a una comunidad autónoma donde un grupo político pidió gestionar de forma independiente el flujo migratorio. ¿Es un tema que se pueda abordar de forma individual?
El desafío de las migraciones requiere una mirada global y una respuesta también global, coordinada y transversal, porque en él confluyen muchos factores. No solo se trata de datos o cifras, sino de historias personales. Hablamos muchas veces de migraciones, pero nos olvidamos de que detrás hay personas. Con nombres, con historias concretas. Luego está el tema de la preocupante instrumentalización de las migraciones al servicio de intereses partidistas o políticos, o leídas solo desde una ideología determinada que condiciona los relatos y quizá también le falta centrarse en lo esencial; o por lo menos en lo que la Iglesia considera esencial, que es la persona, su dignidad y el bien común. Para esto se requiere una respuesta y un modelo de acogida más integral. Necesitamos vías legales y seguras, más medidas para poder favorecer la integración, la cohesión social, la convivencia en la diversidad. Sobre todo, haría falta desde el Estado un pacto que aborde las migraciones no como un fenómeno coyuntural, sino como uno estructural que está aquí para quedarse, que trae desafíos, pero también oportunidades.
Con un perfil tan marcado en el ámbito de las migraciones, ¿le ha costado decir sí a ser obispo?
Sí, me ha costado. Pero precisamente el haber estado tan dedicado a acompañar todo lo relacionado con migraciones y movilidad humana fue algo determinante para poner la disponibilidad por delante de todo. La Iglesia me ha pedido salir de mi tierra, ponerme en camino, moverme para vivir lo que tanto he predicado y promovido: la acogida, la integración, la catolicidad. Ahora me toca dejarme acoger e integrar en el presbiterio y volver a la vida diocesana; promover una Iglesia de comunidades acogedoras y misioneras. Acepté con temor y temblor; no es retórica, porque me sigo sintiendo pequeño y llamado a dar un salto en la fe para servir a la comunión en una diócesis. Eso son palabras mayores. Por eso no hago sino confiarme a la oración, porque este paso, antes que nada, es una llamada a profundizar en la conversión personal y a experimentar cómo el pueblo de Dios acoge y también acompaña a sus pastores para caminar juntos y anunciar por todos los medios posibles el Reino de Dios y su justicia.
Nació en 1970 en Azcoitia (Guipúzcoa). Fue ordenado sacerdote en 1994 en la diócesis de San Sebastián. Se incorporó a la Orden de Predicadores en 2003, haciendo su profesión simple en Salamanca un año más tarde. Es licenciado en Teología (Pontificia Facultad de San Esteban de Salamanca); máster en Orientación y Mediación Familiar (UPSA) y especialista en Mediación Social Intercultural (Universidad Autónoma de Madrid). Recibirá la ordenación episcopal el próximo sábado 30 de noviembre.
¿Tiene ya algunas líneas pastorales que le gustaría aplicar en la diócesis?
Yo creo que toca seguir apoyando lo que funciona, que es mucho. Quiero centrarme, de momento, en conocer, en escuchar, en caminar juntos y en seguir siendo una Iglesia particular arraigada en Cataluña y en comunión con la Iglesia universal. Y todo ello hacerlo a través del trabajo conjunto con el resto de diócesis que conformamos tanto la Conferencia Episcopal Tarraconense como la Conferencia Episcopal Española. Y también espero seguir siendo yo mismo y servir con humildad. Es verdad que no puedo dejar de pensar en la última exhortación pastoral que salió de la CEE, Comunidades acogedoras y misioneras, donde hay una llamada a la conversión personal y pastoral para anunciar la alegría del Evangelio desde la diversidad y la cercanía a los migrantes y, en general, desde las periferias de todo tipo. Por otro lado, la Iglesia de San Feliú de Llobregat está preparándose para el Jubileo 2025 viviendo, testimoniando y encarnando la esperanza que viene del Redentor. El lema para el presente curso pastoral es Llamados a ser testigos de esperanza. Así que eso, necesitamos convertirnos en referentes de esperanza y ser buena noticia para nuestros vecinos.
¿Cómo se conjuga la espiritualidad dominica, tan marcada por la predicación, con una dedicación tan plena a los migrantes?
Pues leyendo el capítulo 25 de Mateo, porque al final la espiritualidad dominicana remite siempre a la Palabra de Dios y a la escritura. Ahí encontramos esta invitación a la hospitalidad, a la misericordia, a la justicia y, sobre todo, a reconocer en el otro a Cristo, incluido en el migrante. No hay mucho más.
¿Qué le parecen las recomendaciones del Defensor del Pueblo para ayudar en la identificación de los migrantes muertos no identificados?
Hay que aplaudir la iniciativa del Defensor del Pueblo, porque hay mucho por hacer en este sentido. Esos cuerpos están relacionados con familias que tienen derecho al duelo o a intentar recuperar el cadáver. Pero lo más importante es centrar las fuerzas en evitar estas muertes innecesarias con otro tipo de políticas, con vías legales y seguras, y con una mirada más amplia que también aborde las causas de las migraciones en los países de origen.