Volaré lejos, la canción de los funerales - Alfa y Omega

Hay una composición de música espiritual de principios del siglo XX que se ha convertido en todo un himno para los ciudadanos de Estados Unidos. Es difícil encontrar uno que no haya escuchado I’ll fly away en algún evento relacionado con la religión. La canción en concreto fue compuesta por Albert. E. Brumley en 1929 y sus versos son posiblemente los más versionados de la historia de la música góspel. Desde Kenny Rogers hasta Kanye West, pasando por George Jones, Alan Jackson o Bob Marley, entre otros. También ha formado parte de la banda sonora de uno de los grandes clásicos del cine de los hermanos Coen como la película O Brother, Where Art thou?, interpretada por Alison Krauss y Gillian Welch. Un tema que es historia pura del sur del país de los melocotoneros.

«Volaré lejos. / Me iré volando, oh gloria, / cuando muera, aleluya, poco a poco / volaré lejos. / Solo unos pocos cansados días más y luego / volaré lejos / a una tierra donde la alegría nunca terminará», reza la letra. Esta trama, que ahonda en la muerte, fue una ocurrencia de Brumley cuando estaba recogiendo algodón en la granja de su padre en la localidad de Rock Island en Oklahoma. Estaba trabajando y le venía a la cabeza el tarareo de una balada tradicional llamada La canción del prisionero, a cuyo ritmo quiso adaptar sus propios versos. Hasta 1941 no se publicó una primera versión oficial de la mano de un cuarteto llamado Selah Jubilee Singers. Desde entonces es habitual que se escuche en funerales interpretada por cantantes de todo tipo de calado, desde profesionales hasta aficionados. Una referencia musical que sonó en la despedida del joven Jack Cash, el hermano del Rey del Country Johnny Cash, fallecido a los 14 años en accidente de trabajo, y cuya letra marcó al cantante de por vida. De hecho, en 2004 se publicó a título póstumo un disco grabado por Cash donde se incluía esta canción en el conocido como Libro de los himnos de mi madre, ya que esta se lo enseñó en su niñez.

Una melodía de finales de los años 20 del que quizá fuese el mayor compositor de la historia de la música espiritual, con más de 600 canciones en su haber, y que no para de aparecer en la cultura norteamericana. Un himno de góspel que casi un siglo después sigue recitándose para dar el último adiós a los ciudadanos que dejan este mundo en el país de los campos de algodón.