Vivir la Buena Noticia y transmitirla - Alfa y Omega

Vivir la Buena Noticia y transmitirla

La familia es el lugar que Dios escogió para entrar al mundo. Es allí donde aprendemos, donde curamos nuestras heridas

José Barceló y María Bazal
Una familia reza frente al belén
Una familia reza frente al belén. Foto: Archivo de Alfa y Omega.

Iniciamos un nuevo año y, con él, nuevos compromisos; queremos cambiar, ser mejores como esposos, en la relación con nuestros hijos, con nuestra familia extensa, con los amigos, en nuestras relaciones con los compañeros de trabajo, en nuestra parroquia… pero para que esto sea verdad, como dice el Papa Francisco, tenemos que poner un plus, ser creativos, lo que pasa por «recuperar el asombro» como forma de situarse ante la vida y porque la vida es un don extraordinario del que asombrarse siempre.

El asombro nos ayuda a mostrar todo lo que nos rodea con novedad ilusionante: la familia, el trabajo, el ocio, el discurrir de las horas… nos entusiasmamos y maravillamos con la novedad de lo pequeño, de lo escondido. ¡Cuánto asombro hay allí!, donde los pastores, los Reyes Magos y los demás personajes rodean la gruta con sus rostros maravillados, involucrando incluso a los animales y a todo el paisaje como en una gran fiesta.

Tal vez no estamos sabiendo transmitir a las siguientes generaciones esta belleza del valor de lo diferente en lo escondido, en lo pequeño, en la relación y en el amor de los esposos, a los hijos, entre los hermanos y con nuestros mayores. La familia es el lugar que Dios escogió para entrar al mundo y hacerse uno de nosotros. Es allí donde aprendemos, donde curamos nuestras heridas, donde nos sentimos acogidos. Una pequeña Iglesia donde se hacen presentes la ternura y la misericordia. Es el lugar ideal para que la esperanza crezca. Este año jubilar nos invita a ser protagonistas de esta transformación; es realmente dentro del núcleo familiar donde está la esperanza de un tiempo nuevo.

El Papa Francisco, hace unos años, se refirió a la familia como «fábrica de esperanza». El odio no vence ninguna dificultad. La división de los corazones no supera ninguna dificultad. Solo el amor es capaz de superar las dificultades.

La familia es Buena Noticia, pero también a veces tiene problemas. Ante eso, nos ayuda la cercanía humana y social que significa que Cristo, el Hijo de Dios, haya vivido como los hombres y entre los hombres, en familia. Los sufrimientos de la Sagrada Familia dan consuelo y coraje a las familias actuales, como se señala en estos párrafos de Amoris laetitia: «Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo». Y nos señala más adelante: «Doy gracias a Dios porque muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino».

Efectivamente, si nos ayudamos a contemplar la plenitud que todavía no alcanzamos, a relativizar el recorrido histórico que estamos haciendo como familias para dejar de exigir a las relaciones interpersonales una perfección, una pureza de intenciones y una coherencia sin fisuras, seremos testimonio creíble de que se pueden vivir, en la actualidad, con coraje y serenidad los desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, porque reconocemos en la historia familiar el mensaje de Dios.

En la familia nos jugamos nuestro futuro. Cuidemos a la familia, protejamos a la familia. No se puede pensar en una sociedad sana que no le brinde un espacio concreto e importante a la vida familiar. «Vale la pena vivir en familia».

¡Feliz año nuevo jubilar!