Visitas guiadas para familias al monasterio de Poblet: «¿Los monjes son gigantes?» - Alfa y Omega

Visitas guiadas para familias al monasterio de Poblet: «¿Los monjes son gigantes?»

El monasterio de Santa María de Poblet, en Tarragona, organiza cada mes visitas familiares para que los niños puedan conocer bien este lugar, donde están enterrados ocho reyes

María Martínez López
Un grupo de familias durante la visita del sábado pasado al monasterio de Poblet
Un grupo de familias durante la visita del sábado pasado al monasterio de Poblet. Foto: Drac Actiu.

Cuando se va a Tarragona, es casi obligatorio visitar el real monasterio de Santa María de Poblet, en Vimbodí. Si además se está allí el primer sábado de mes, los niños lo pasarán estupendamente con las visitas especiales para ellos que dirige Chantal. La idea de ponerlas en marcha la tuvieron en el monasterio, y allí prepararon lo que querían contar a los más pequeños. Pero para que los niños lo entendieran bien pidieron ayuda a la empresa de tiempo libre en la que trabaja Chantal. «Nos conocían porque hacemos actividades con colegios y colonias de verano, y solemos llevar a grupos de niños al monasterio».

Poblet es un sitio muy célebre en la zona. «El monasterio es patrimonio de la humanidad de la UNESCO». Es decir, hay que cuidarlo porque es importante para la historia y la cultura. «Es el monasterio más grande de Europa en el que todavía viven monjes –cuenta Chantal–. Se fundó en el siglo XII», cuando el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, donó el terreno a los monjes cistercienses. Siempre ha estado muy unido a la monarquía. «En su iglesia están enterrados ocho reyes de la corona de Aragón, desde Jaime I, llamado el Conquistador, hasta los padres de Fernando el Católico».

Los monjes y los libros

Antiguamente era bastante frecuente que los reyes quisieran que los enterraran en monasterios. «Creían que así se aseguraban el ir al cielo», nos explica la guía. También era una forma de demostrar lo importantes que eran, porque «los monasterios eran centros de cultura muy potentes. En la época, ni siquiera algunos de esos mismos reyes sabían leer ni escribir. En cambio los monjes sí sabían y eran los que copiaban los libros a mano». Así, conservaron y difundieron todo el saber de su época y de siglos anteriores.

Por todo esto, a Poblet no van solo familias cristianas. Algunos niños, de hecho, no saben mucho de nuestra religión. Por eso Chantal empieza siempre preguntándoles si saben lo que es un monasterio. «La primera vez, todos me dijeron que no, así que tuve que explicarles que es una casa muy grande donde viven los monjes. En seguida saltaron: “¿Qué es un monje?”». Ella les explicó que los cristianos creemos que Jesús, ese hombre que podían ver clavado en una cruz, es Dios. Y que los monjes son hombres «que en vez de tener otros trabajos, como sus papás, viven juntos para rezarle». También les cuenta que, para mostrar su estilo de vida, visten de forma diferente, con una especie de túnica que se llama hábito.

Como en Harry Potter

Pero los niños no siempre lo entienden del todo. «Un día, al entrar en la cocina del monasterio, un niño se fijó en que es enorme. Es tan grande porque antes vivían allí hasta 100 monjes. Entonces, el chico preguntó: “¿Los monjes son muy grandes?”. Se había quedado con la idea de que eran seres un poco raros, y ¡pensó que eran gigantes!».

A Chantal le encanta hacer estas visitas por anécdotas como esta, y porque se lo pasa bien viendo cómo a cada edad los chicos se fijan en cosas distintas. «Los más pequeños se dan cuenta de cosas que los mayores ni vemos. Si son un poco más mayores, en cambio, les llaman la atención cosas como el comedor de los monjes, porque les recuerda a Harry Potter».

Después de la visita, que solo dura media hora, llega el momento de poner a prueba todo lo que se ha aprendido con una yincana. «Cada familia es un equipo, y yo les voy dando pistas para que encuentren en un mapa distintos sitios del exterior del monasterio. Allí hay unos papeles con una pregunta, y tienen que venir con la respuesta». Normalmente, entre los niños y sus padres «responden a todas bien».