Vidal anima a los jóvenes a pedir a Dios un trabajo en el que puedan «llevar a Jesucristo a los demás»
El obispo auxiliar de Madrid impartió una de las catequesis Rise Up en la localidad de Algés
La parroquia de Algés, localidad colindante con Lisboa, ha acogido a cientos de peregrinos de la JMJ que acudían para compartir la Rise Up con Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid. «Cuando María dice en las bodas de Caná haced lo que Él os diga, es porque sabe que Jesús ya ha dicho sí». En este sentido, ha destacado que «vosotros también habéis dicho sí al venir a la JMJ». Y este «es un pequeño sí que irá creciendo; todos los síes que deis en vuestra vida son la repuesta de ese primer sí». Así, «también Dios dice sí a vuestra vida, Él la ha tomado como suya». Por eso, «ahora la pregunta es: ¿cómo participo yo del sí de Dios?».
Sobre los dolores y las necesidades de los jóvenes, incluida la del trabajo, el prelado ha animado a abandonarse en María, porque «conoce perfectamente el dolor del corazón del hombre, tu dolor, y conoce cómo este dolor se refleja en el corazón de Jesús». Ante esto, ha animado a hacerle al Señor, a través de María, la siguiente pregunta: «¿dónde quieres que trabaje, cómo quieres que entregue mi vida? No quiero un trabajo de cualquier manera, quiero un trabajo en el que pueda entregar mi vida, desarrollarme y llevar a Jesucristo a los demás».
Nueva cultura de la vida
Vidal ha continuado animando a los jóvenes: «Se os llama a generar una nueva cultura de la vida», que sea «capaz de generar una economía que incluya y acoja a todos». Durante las reflexiones en grupo, los jóvenes, provenientes de Madrid, Santiago, México, Colombia, Puerto Rico o Texas, entre otros, han compartido sus reflexiones sobre el valor de la oración de intercesión. Las reuniones por grupo forman parte de este nuevo formato, el de los Rise Up, de las catequesis con los obispos.
Además, se deja espacio a las preguntas a los obispos. La oración de intercesión, ha explicado el obispo auxiliar de Madrid, surge del deseo de Dios de entrar en el corazón de cada uno. Porque «Dios se ha implicado en tu dolor». «Que nos unamos a este deseo de Dios —ha continuado—, a la relación que Dios tiene con la realidad, porque la nuestra es frágil y nos cuesta implicarnos».
¿Vocación inútil?
Durante el turno de preguntas, también un joven seminarista de la diócesis de Madrid, Alberto, ha confesado que a veces siente que su vocación es un poco «inútil, que tiene poco calado en el mundo de hoy». «¿Cuál es el papel del sacerdote en la construcción de una nueva sociedad? —le ha preguntado—, ¿qué puede aportar a un nuevo mundo y a nueva cultura?». «La misión del sacerdote —ha respondido el prelado— es introducir el misterio de Dios en la Creación a través de su Palabra, además de acompañar al pueblo de Dios para que viva su realidad concreta».
Por otro lado, ha añadido, «una religiosa o monja de clausura que consagra su vida y decide no formar una familia para seguir a Jesús es imagen de María». Ellas «acogen en su corazón todo el dolor del mundo y le dicen a Dios: “No tienen vino”».
Ya en la Eucaristía, Vidal ha recordado a los jóvenes que la JMJ es «una experiencia muy potente de lo que es la Iglesia: una red, una comunión que atrapa y nos atrae porque en ella encontramos la alegría de Dios». Normalmente, ha afirmado, «desde nuestros pequeños nudos no vemos la red completa», pero este encuentro posibilita «contemplarla entera, y uno se queda alucinado de esa inmensa multitud, de esa gran red que atrapa todo tipo de peces».