El lituano Henryk Staszewski ha repartido 50 toneladas de ayuda humanitaria y trasladado a 140 niños y madres a Polonia - Alfa y Omega

El lituano Henryk Staszewski ha repartido 50 toneladas de ayuda humanitaria y trasladado a 140 niños y madres a Polonia

Henryk Staszewski ha viajado 30 veces a orfanatos en Ucrania y organizó un campamento de verano en España para los niños

Rodrigo Moreno Quicios
Henryk Staszewski conduce su furgoneta vestido de san Nicolás y con otro voluntario
Henryk Staszewski conduce su furgoneta vestido de san Nicolás y con otro voluntario. Foto cedida por Fundacja Nagrodzkiego.

En 2022, Henryk Staszewski conducía con un pase militar su furgoneta cargada de comida y medicinas rumbo a Chernígov, una ciudad ucraniana cercada por el Ejército de Putin. Aparte del reparto, tenía la misión de evacuar a 30 personas refugiadas en su iglesia católica. Aunque se desplazaba de noche y entre los bosques, al llegar el alba llamó la atención de los militares rusos, quienes abrieron fuego entre él. «Empezaron a dispararnos con morteros, pero Dios nos salvó, condujimos en zigzag para que las bombas no nos alcanzaran», cuenta a Alfa y Omega. Es solo una de las muchas historias que ha vivido durante sus 30 viajes a Ucrania para repartir 50 toneladas de ayuda humanitaria y trasladar a 140 niños y madres a Polonia.

En otro de sus viajes, al pasar por Brovary, una ciudad cerca de Kiev, se topó con un pelotón de tanques rusos y se sorprendió en mitad del fuego entre los invasores y la defensa local. «Un soldado ucraniano estaba mirando mis documentos y me gritó: “¡Corre, polaco!”».

Staszewski no es de Polonia sino de Lituania, pero lleva afincado en el país 25 años, donde se casó y tuvo dos hijos. Pese a tener una familia que le quiere, se juega la vida en el frente por los huérfanos ucranianos porque «yo mismo viví en un orfanato, sé lo que es y necesito ayudarles». En otra expedición, visitó la Navidad pasada los internados de Dowbysz y Yitómir vestido de san Nicolás para hacer llegar a los niños comida, juguetes, generadores de gasolina y las cartas que les escribieron desde España los oyentes de Radio María, quienes sufragan gran parte de los envíos.  «Fue difícil explicar a los niños  que todo venía de España porque ni sabían que es un país, así que les pedí a los voluntarios de la radio que me enviaran una bandera y un mapa para explicarles que, aunque está lejos, el país ora por la nación ucraniana».

«Si nadie se arriesga y ayuda… esos niños morirían de hambre o congelados», opina el lituano, quien minimiza los peligros de la travesía alegando que «cuando ayudas a los pobres, Dios te protege». Se apoya en su experiencia, pues durante la expedición «había disparos a mí alrededor, pero no me pasó nada». Este particular Papá Noel explica que, «cuando escuchan las alarmas y las explosiones», los niños corren al sótano de los orfanatos «y se asustan mucho». Sucede unas 15 veces al día. «Es un estrés crónico para ellos, no pueden concentrarse en sus estudios ni dormir tranquilos», añade. Poco después de la Navidad de 2023, uno de los niños que visitó Henryk falleció sin más explicación que «la tensión constante que están viviendo», lo que le empujó a organizar un campamento de verano para los chavales en España y que «pasaran un tiempo relajados».

Del 1 al 22 de agosto, 25 niños del orfanato de Dowbysz y otros 25 de un colegio en Kulikowka participaron en el campamento Un Respiro de Esperanza organizado en Orcera por los voluntarios de Radio María y Staszewski. Todos los menores han perdido a sus padres o los tienen en el frente, pero durante tres semanas pudieron olvidarse de las alarmas. El lituano bromea con que «los niños decían que en España estaban siempre comiendo y durmiendo», aunque en realidad han tenido una ambiciosa agenda con visitas a la playa de Málaga, las fiestas de Orcera, su piscina olímpica o la Warner. También participaron en directo para Radio María en un rezo del rosario con un misterio en su idioma.

En los últimos tres años, este padre de familia ha conducido hasta el despiece dos coches. «Ahora tengo un tercero que pago a plazos y busco dinero para combustible, pero en Polonia cada vez a la gente le cuesta más colaborar con Ucrania». Su próximo viaje arrancará al final de esta semana y consistirá en el reparto de material escolar. «Ya no conduzco por la noche porque hay muchos baches y el coche se acaba rompiendo», reconoce. Entre gasolina, imprevistos y reparaciones, cada trayecto le cuesta unos 1.200 euros. Pero confía en poder sostenerse a partir de la gente que conoce su historia y colabora a través de Radio María. «Dios va a encontrar el dinero», asegura.