¿Viajará el Papa a Kiev en verano?

El pasado domingo, 10 de julio, a la conclusión del ángelus, Francisco quiso trasladar una vez más su «cercanía» al pueblo ucraniano, «atormentado a diario por brutales ataques cuyas consecuencias paga la gente común». «¡Que Dios muestre el camino para poner fin a esta guerra absurda!», imploró, poniendo la mirada de forma especial en las familias, los heridos, los enfermos, los ancianos o los niños.

Esta llamada del Pontífice a la paz y su preocupación por la invasión rusa de Ucrania —que va a cumplir cinco meses— conecta con su deseo de hacer una visita a Kiev próximamente. En una entrevista concedida a Reuters, él mismo puso sobre la mesa la idea y, pocos días después, el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Gallagher, aseguró en la RAI que el viaje podría ser inminente: «A la vuelta de Canadá se comenzará a estudiar realmente la posibilidad. No excluiría que fuera en agosto, pero depende mucho del resultado del viaje a Canadá, […] que es muy intenso». Además, el diplomático afirmó que el Papa «ha mostrado siempre su disponibilidad para ir a Moscú», aunque dio a entender que las relaciones con el Kremlin son hoy menos fluidas.

A pesar de la cancelación por sus problemas de rodilla del viaje al Congo y Sudán del Sur —adonde sí ha ido el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin—, queda claro que el Sucesor de Pedro sigue lleno de energía y que, como señaló a Reuters, no se le ha pasado por la cabeza dimitir. Con su inminente viaje a Canadá, con esta intención de visitar la zona en guerra y con su participación, a finales de septiembre, en el encuentro Economía de Francisco en Asís y en el Congreso Eucarístico Nacional en Lucania, deja un mensaje cristalino: va a seguir acercándose a las periferias geográficas y existenciales a las que tantas veces ha aludido. Con incomprensiones y no sin dificultades, seguirá llevando el Evangelio allí donde sea necesario.