La cineasta italiana Maura Delpero coproduce y dirige este largometraje que se dio a conocer en el Festival de Venecia, donde ganó el Gran Premio del Jurado, uno de los más valorados. Ha sido elegida por Italia para que la represente en los Premios Óscar en la categoría de Mejor Película Internacional.
La cinta arranca a finales de la Segunda Guerra Mundial, en los Alpes italianos, entre Trentino y Lombardía; en la aldea de Vermiglio, que da título al filme. Nos cuenta la historia de la familia Graziadei. Cesare, el padre, es el maestro del pueblo. Da clase a los niños —incluidos sus hijos—, pero también enseña a un grupo de adultos, que están aprendiendo a leer y escribir. Cesare (Tommaso Ragno) vive con su mujer (Roberta Rovelli) —embarazada— y sus ocho hijos. También le acompaña su hermana Cesira, su sobrino Atilio y Pietro (Giuseppe de Domenico), un desertor siciliano que ha huido del frente y ha sido acogido en la cristiana familia de los Graziadei. En realidad, el argumento tiene una segunda parte que comienza justo cuando finaliza la guerra en Europa. La primera parte recuerda inevitablemente a la obra maestra de Ermanno Olmi, El árbol de los zuecos (1978). Como aquella, nos muestra una vida informada por la fe, una jornada marcada por los momentos de oración y una vida social estructurada por las celebraciones religiosas, como la fiesta de santa Lucía. Los distintos episodios de la existencia de la familia, con sus alegrías y penas, están siempre acompañados y envueltos en la liturgia y piedad católicas. En la segunda parte vamos descubriendo los secretos poco ejemplares y los límites de algunos miembros de la familia.
El filme retrata a una familia realmente unida, a pesar de sus defectos. Muestra a una madre coraje, pero también a un padre prudente y cabal, lleno de autoridad moral, ejercida con sobriedad y con gran capacidad educativa, aunque también con su lado oscuro. A los hijos les toca vivir su momento evolutivo y personal en ese ambiente de pobreza, guerra y privaciones. Lo cual es especialmente complicado para Lucía, que se acaba de enamorar; para Ada, que está descubriendo su sexualidad, y para Dino, que ha llegado a la edad de cuestionar a su padre.
Este drama familiar entrañable está contado con extrema sensibilidad. Aunque la visión que ofrece del catolicismo es algo moralista, no hay asomo de caricatura o burla y sí una cuidadísima presentación de las oraciones, del correcto latín, de la liturgia y de los cantos. La fotografía es subyugante, con un excelente retrato de los Alpes a cargo del director de fotografía ruso Mikhail Krichman. Muchas escenas parecen cuadros de Bruegel o de Vermeer.
Estamos ante una cinta que elogia las tradiciones en la vida personal, familiar y social. Que mira con cierta nostalgia y mucho amor todo lo que se ha perdido en un mundo hipertecnológico. No es que todo sea muy alegre, no olvidemos que están en guerra, hay hambre y les suceden cosas dolorosas. Pero la película se queda en la retina.
Maura Delpero
Italia
2024
Drama
+12 años
