El agustino de 100 años que lleva 70 con los hispanos
Con 100 años, el agustino español Luis Urriza es quien más bautizos celebra en Beaumont (Texas). En la parroquia para hispanos siempre está dispuesto a atender a quien le reclame. Eso sí, no en la siesta
Al padre Luis Urriza le dio la bienvenida en Nueva York el mismo Jesús. O, al menos, así lo vivió él. Recién llegado en barco, una noche de diciembre de 1949 este agustino navarro esperaba a unos compañeros en la famosa Estación Central. Un hombre ebrio intentó entablar conversación con él tres veces, inasequible al desaliento a pesar de que era evidente que Urriza no entendía inglés. Por fin, su parlanchín interlocutor se despidió con dos besos y un billete de cinco dólares.
Pero la Gran Manzana no era su destino final. Después de tres días en tren, el día de Navidad llegó a Port Arthur, en Texas. «Iba como organista», comenta divertido. Pero al llegar descubrió que esa función ya estaba cubierta. Sin hablar inglés, solo podía celebrar de vez en cuando en otras iglesias, en latín. La inacción le llevó a dar vueltas y vueltas a una pregunta que le había hecho el obispo de Galveston: si había ido para hacerse cargo de los hispanos de Beaumont. «Yo no sabía qué era Beaumont, ni que había mexicanos allí». Ni mucho menos sospechaba que 70 años después, el 19 de agosto de 2021, cumpliría los 100 al pie del cañón como su pastor.
En 1950, solo una iglesia baptista atendía en español a los 15.000 mexicanos de Beaumont, una ciudad de 120.000 habitantes. En las parroquias católicas aparecían poco por la segregación. Al igual que los afroamericanos, no solo estaban vetados en muchos negocios. «En las iglesias se tenían que sentar atrás», recuerda. De hecho, «a veces trataban peor a los mexicanos que a los negros, por no hablar inglés».
Un referente para los hispanos
Terminó aceptando el desafío, y en 1951 se hizo cargo de la recién creada parroquia de Cristo Rey. «Sin dinero y sin conocer a nadie», recorrió la ciudad a pie casa por casa buscando feligreses. Empezaron en locales prestados, pero dos años después ya tenían un terreno y dos barracones militares. Los desmontaron y, con la madera, construyeron el que todavía hoy es su templo. Entonces era también aula y salón multiusos.
Le ayudaba un grupo muy comprometido de mexicanos o descendientes de mexicanos. Pertenecientes a la Legión de María, las Conferencias de la Caridad de San Vicente de Paúl o Cursillos de Cristiandad, se integraron en Cristo Rey. «Era un grupo muy bueno, del que ya no queda ninguno», puntualiza el sacerdote español. «Hace unos días enterré al último, Roberto Flores, un muchacho muy bueno que luchó mucho a favor de los latinos». El nieto de otros dos fundadores, ahora sacerdote, predicó la homilía en la Misa de acción de gracias por sus 100 años en Cristo Rey.
Curiosamente, como muchos de los primeros feligreses sabían inglés, al principio la comunidad de hispanos era bilingüe. Fue a partir de mediados de los años 90, con la llegada masiva de mexicanos primero y centroamericanos después, cuando adoptaron el español para todo. Un protagonista de esta transición fue Jesús Ábrego. En 1992, recién llegado de México, descubrió que allí no había un grupo de jóvenes en castellano, y lo fundó con el asesoramiento del sacerdote. Urriza, asegura, es un referente para todos los hispanos de Beaumont. «Estamos repartidos por la ciudad, pero el domingo todos vamos a Cristo Rey». «Y ha sido mi guía». Después de años como responsable del grupo de jóvenes, le encargó coordinar la catequesis. Esta labor, unida a su trabajo profesional con seropositivos, «me hizo acercarme cada vez más a Cristo».
Los latinos, el 40 % de los fieles
Hace 22 años, Ábrego empezó a trabajar para la diócesis de Beaumont, desgajada de Galveston en 1966, como delegado de la pastoral hispana. Los latinos, explica, son ya en gran medida el motor de la Iglesia local. Constituyen el 40 % de los fieles, pero en los colegios y catequesis el porcentaje es mucho mayor «porque tienen muchos hijos, y los locales no». De hecho, cuatro parroquias hispanas concentran la mitad de los bautizos. «Y la que más celebra es Cristo Rey», subraya orgulloso el padre Urriza: 187 el año pasado, y 104 primeras comuniones.
Prácticamente todas celebradas por el agustino centenario. Pasó la COVID-19 casi sin enterarse, y salvo tener que tomar algunas pastillas y que «me dejaron mala una pierna» en una operación de menisco, se encuentra estupendamente. Por eso no piensa en jubilarse «mientras Diosito me dé fuerzas». Es más, se pasa el día en la oficina. «Tengo dicho que vengan a confesarse cuando quieran»… salvo a la hora de comer y la de la siesta: «¡Hasta el obispo sabe que no me pueden quitar la siesta!».