Vandana Shiva: «Nos venden veneno»
Defensora de la agricultura ecológica y a pequeña escala, participó el pasado fin de semana en Economía de Francisco
Defensora a ultranza de la agricultura ecológica y la producción a pequeña escala, cada vez que habla la filósofa india Vandana Shiva se hace el silencio. «La semilla es vida. La vida empieza como semilla. La comida empieza como semilla. Yo empecé a conservarlas porque nos venden veneno. Es un deber para recuperar nuestra soberanía alimentaria», asegura por escrito un día antes de dar su charla magistral en la Economía de Francisco. Por afirmaciones como esta se ha granjeado la enemistad de las grandes farmacéuticas, de las que denuncia que controlan «el 60 % de las semillas» que alimentan al mundo. «Viven de las rentas y las regalías. Deciden sobre nuestra vida, nuestra salud y nuestra economía, y han condenado a los agricultores a la esclavitud de las semillas. Solo en India esto ha provocado el suicidio de 400.000 campesinos», incide. Por eso arremete contra las patentes de transgénicos, los pesticidas y lo que llama «ecocidio». «Tenemos que proteger la biodiversidad. Es la tela con la que se teje la red de la vida. Solo así protegeremos la creación. No necesitamos los fertilizantes químicos. Al revés, están desertificando el suelo y contaminando el agua, creando zonas muertas en los océanos. Si los usamos, contribuimos a la extinción de algunas especies y a la pandemia de cáncer que sufre la humanidad. Si dejamos de hacerlo podemos revertir la erosión del cambio climático», explica a Alfa y Omega.
Shiva recibió en 1993 el Premio Nobel Alternativo, que desde 1980 se entrega a personalidades que luchan por los derechos sociales. Ha escrito más de 20 libros denunciando la violencia sistémica de la agricultura comercial, que, en su opinión, llena de «toxinas y pesticidas nuestros platos». «Somos lo que comemos. Si no sabemos lo que ingerimos, no nos conocemos a nosotros mismos, y no sabemos por qué estamos enfermos ni cómo nuestra enfermedad está conectada con la enfermedad de la madre tierra», afirma.
No es católica, pero ve en el Papa un aliado en el impulso global para un nuevo paradigma económico y en san Francisco de Asís un visionario. «El Papa llama a una ecología integral que haga despertar a la humanidad de su letargo de indiferencia y redefina los arquitrabes de la economía que hemos convertido en una deseconomía, porque ni protege la vida en la tierra ni los derechos de las personas», manifiesta. Por eso embiste contra los agronegocios y las grandes empresas de tecnología, que están reduciendo la agricultura a un «simple productor de materia prima para alimentos de laboratorio», dejando de lado a los agricultores. «Los alimentos procesados y la comida química son la raíz de la epidemia de enfermedades crónicas. Solo si cultivamos nuestra propia comida, o si conocemos al campesino que lo hace y su huerto, sabemos lo que comemos. Y solo así somos verdaderamente libres», enfatiza.
En el otro extremo están todos los que afirman que lo producido por la agricultura ecológica no es suficiente para alimentar a los 7.000 millones de personas que viven en el planeta. «Esto es un mito», asegura Shiva, que pone en valor la calidad de los alimentos y no la cantidad: «Mejorar las condiciones del suelo a partir de la agricultura orgánica puede aumentar la producción de alimentos entre un 300 % y un 400 %». Para demostrarlo creó en los años 80 la Fundación de Investigación para la Ciencia, Tecnología y Ecología Navdanya, con la que hace frente a la lógica de los monocultivos y del extractivismo a la vez que empodera a los pequeños productores, y donde lo femenino tienen mucho que decir: «Las economías centradas en la tierra y en las mujeres son el futuro».