Valencia: Iglesia y Administración lanzan juntos una casa hogar para niños
La diócesis de Valencia ha puesto en marcha en convenio con la Generalitat una residencia-hogar para 24 menores, un proyecto pionero de colaboración entre la Iglesia y la Administración. «Queremos que los niños sean felices y tengan un futuro», dice su impulsor, el obispo auxiliar Arturo Ros
«Esto es un sueño, una locura que llevo en el corazón desde hace años», explica el obispo auxiliar de Valencia Arturo Ros. Se refiere a la residencia-hogar Mare de Deu dels desamparats i dels inocents, que se acaba de inaugurar en Torrent para acoger a 24 menores de edad que proceden de situaciones problemáticas.
El contacto de Ros con estos niños comenzó hace años, al tener la oportunidad de acompañarlos en algunos campamentos y peregrinaciones. «Descubrí el mundo del menor en residencia», confiesa. «Cada vez que estaba con ellos llegaba a casa herido y en rebeldía: “No es justo que estos niños no tengan un hogar y no se sientan acompañados y queridos”, pensaba». Por eso contrastó sus inquietudes con Cáritas Diocesana de Valencia y de ahí surgió este proyecto, «una urgencia para nosotros como Iglesia».
Este deseo se materializó en forma de acuerdo con la Dirección General de Infancia de la Generalitat valenciana, que es la entidad que tutela a los menores. Cáritas presentó un proyecto que cumple con la normativa autonómica para la red de residencias de menores, por lo que «agradecemos su confianza en nuestro deseo de servir y buscar el bien de los niños», dice el obispo. Ha sido el propio Ros quien ha liderado el proceso, entrevistándose personalmente con Mónica Oltra, la vicepresidenta del Consell y consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat por Compromís, en una relación «cordial y cercana» que se inició hace casi dos años.
Más allá de los 18 años
Los menores de la casa vienen de situaciones «muy tristes», pues «llegan con heridas que es mejor no descubrir, la vida les ha hecho mucho daño. Es muy duro conocer todo el maltrato físico y psicológico que han padecido».
Por eso, la residencia-hogar que gestiona Cáritas Diocesana de Valencia y que se levanta en el antiguo convento de dominicas de Torrent, busca que los niños «puedan sentirse felices, que jueguen y puedan también prepararse para el futuro». «Al final es un lugar de paso, porque deben salir de aquí al cumplir los 18 años, pero queremos para ellos un proyecto de vida en lo personal y lo profesional».
La iniciativa mira también al futuro, pues ya se está trabajando en un centro para los menores que cumplan la mayoría de edad: «Si no tienen plaza en algún proyecto de emancipación o no tienen trabajo, estos chicos se tienen que ir a la calle», asegura Ros. Por eso queremos convertir la antigua hospedería del convento en unos pisos de emancipación. Eso les permitiría estar un tiempo más protegidos hasta que logren su independencia».
También está sobre la mesa la posibilidad de incorporar a la iniciativa a varias familias de acogida y voluntarios, «todo lo que la normativa nos permita», indica el obispo, para quien «el sentido de todo esto es buscar que los niños se sientan dignos de ser amados».
La residencia-hogar Mare de Deu dels desamparats i dels inocents comenzó a funcionar hace apenas dos meses con 24 plazas, las concertadas con la Generalitat, aunque tiene capacidad para 36 menores. El complejo comprende seis casas de seis plazas cada una, con salón, habitaciones y salas de estudio, a las que se suman los espacios comunes y un exterior privilegiado rodeado de naturaleza.
«Queremos que sea un hogar de hogares» explica Nacho Grande, director de Cáritas Valencia, «en el que haya un ambiente familiar». En este entorno trabajan 47 profesionales entre educadores, trabajadores sociales, mediadores, psicólogos o pedagogos, «que abordan de manera integral todos los aspectos vitales y sociales» que afectan a estos niños.
La casa funciona en régimen de concierto con la Generalitat, que es quien deriva a los menores que tutela y se encarga de determinados gastos de funcionamiento. «Nuestro acento —explica Nacho Grande— consiste en potenciar el acompañamiento integral de los menores en todas sus dimensiones» y ofrecerles la experiencia de los más de 50 proyectos de familia e infancia que desarrolla Cáritas en toda la diócesis. «Solo nos faltaba un hogar 24 horas para menores, gestionado desde la más absoluta profesionalidad y con un equipo técnico de perfiles muy altos».
Además, la casa «no es un centro aislado y cerrado, sino que se relaciona con el entorno. Ya estamos generando vínculos con entidades cercanas, con las Cáritas parroquiales y los centros educativos de alrededor. Es una apuesta que sacaremos adelante de manera progresiva».
En 2018, el 32 % de los atendidos por Cáritas Diocesana de Valencia fueron menores. «Son los más vulnerables, los que más sufren la pobreza y la exclusión», asegura Grande.