Valencia asume el reto de acompañar más allá del proceso de nulidad
El Tribunal Eclesiástico de la archidiócesis valenciana ha creado un servicio de acompañamiento para los matrimonios que piden la nulidad de su unión. Esta idea pionera ya está siendo adaptada por otras 23 diócesis españolas
«¿Qué necesitas?»: estas dos palabras cambiaron la vida de M.ª del Carmen, una madre de dos hijos que hace poco más de un año acudió al Tribunal Eclesiástico de Valencia a pedir la nulidad de su matrimonio tras varios años sufriendo malos tratos. «Yo no sabía qué estaba haciendo allí; solo sabía que tenía miedo y que estaba muy triste. No tenía ni idea de qué iba a pasar con mis hijos, ni de qué iba a ocurrir conmigo. Por eso, cuando el juez instructor me hizo esa pregunta, al terminar mi declaración, me sorprendí mucho. Yo soy médico forense y jamás he visto a ningún juez acercarse a alguien para preguntarle qué necesita», afirma la mujer valenciana.
Nada más salir de aquella entrevista, una psicóloga ya había contactado con M.ª del Carmen, y antes de llegar a casa había llamado una letrada para ofrecerle asesoramiento. Este es uno de los muchos casos en los que ha trabajado el Servicio de Acompañamiento y Mediación Intrajudicial Canónico (SAMIC), la herramienta del Tribunal Eclesiástico de Valencia para trabajar desde la dimensión pastoral las causas de nulidad. Se trata de un programa pionero en España y en el mundo por el que un equipo de juristas, mediadores, psicólogos y sacerdotes acompaña a las personas que acuden al tribunal para dilucidar la nulidad de su unión.
Todo comenzó cuando Jorge García Montagud, vicario judicial del tribunal, se encontró en medio de una causa «en la que estaban enzarzados los padres y los abogados de ambas partes. En medio había una niña que llevaba un retraso de dos años para hacer la Primera Comunión. Dije: “Hasta aquí”. Hacía falta una mediación familiar». A García Montagud se le notan el dolor y el entusiasmo a partes iguales. Lo primero, cuando reconoce ser testigo «de tantas historias de sufrimiento de familias» que ve en su día a día; lo segundo, cuando habla del SAMIC como «un modo de ayudar a tantas personas que lo están pasando mal».
Por el Tribunal Eclesiástico de Valencia pasan cada año numerosas causas en las que «los juristas que trabajamos en ellas percibíamos que nuestra capacidad de ayudar estaba limitada. Es verdad que administramos justicia, y eso es también pastoral, pero en las declaraciones salen siempre muchos problemas que necesitan un acompañamiento por parte de la Iglesia».
El vicario judicial decidió «recoger ese guante» y le planteó a su arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, crear un servicio de acompañamiento integral «para ayudar a estas personas. Ni siquiera teníamos que ir a buscarlas. Ya estaban allí, llamando a nuestra puerta». Desde entonces, el SAMIC ofrece un apoyo –paralelo siempre al proceso de nulidad– que comienza cuando el tribunal observa una problemática que precisa una atención más especializada.
UCI para heridas familiares
Cuando es posible, esta mediación familiar canónica «buscar reconciliar familias en crisis», afirma García Montagud, que refiere varios casos en los que el matrimonio se ha recompuesto tras pasar por este servicio. Cuando no lo es, el SAMIC ofrece a las partes apoyo psicológico y jurídico, además de acompañamiento espiritual, «un gran descubrimiento –afirma el vicario judicial–. ¿Quién iba a pensar que una persona que acaba de recibir la sentencia de nulidad iba a terminar hablando con un sacerdote especializado sobre su dolor, sobre su sensación de estar separado de la Iglesia, sobre la posibilidad de acceder a los sacramentos? La gente necesita curar sus heridas, y para muchos somos como una UCI para tratarlas».
De momento, este servicio ha despertado el interés de otras 23 diócesis españolas y de varias europeas, que están enviando a sus profesionales a los diferentes cursos de formación que ha organizado el SAMIC –el próximo tendrá lugar el 27 de enero, con todas las plazas completas, y ya está en marcha la siguiente edición–. «Nosotros estamos al final del proceso de muchas crisis, por lo que todo lo que sabemos se puede aplicar en muchas áreas de la pastoral, incluso en los cursos de preparación al matrimonio», explica García Montagud. Eso hace que, en la actualidad, «nos podamos sentar codo con codo con las delegaciones de Pastoral Familiar de toda España y con sus agentes, para ayudar a prevenir matrimonios que se puedan romper en el futuro y para colaborar con otros que estén ya en conflicto».
Además, este sistema innovador también está siendo valorado por expertos fuera del ámbito eclesiástico: «Hay juristas que están tomando nota de lo que hacemos para remediar conflictos familiares en el ámbito civil», afirma.
Así, mientras la labor del SAMIC acaba de concretarse en las diócesis, sus profesionales siguen trabajando en el día a día del Tribunal Eclesiástico de Valencia: «Con que hayamos ayudado a una sola familia habrá merecido la pena», concluye el vicario judicial del Tribunal Eclesiástico de Valencia.