«Unos meses antes de la JMJ de Madrid ni siquiera estaba bautizado y hoy soy sacerdote»
Maxi Troncoso recibió el Bautismo, la Primera Comunión y la llamada al sacerdocio en tan solo cinco meses
Pocas semanas antes de que se iniciara la JMJ de Madrid 2011 el joven Maxi Troncoso no sabía lo que era una Jornada Mundial de la Juventud. De hecho, ni siquiera estaba bautizado. Pero en aquel encuentro, del que se acaban de cumplir ahora diez años, «cambió radicalmente mi vida», confiesa el hoy sacerdote en conversación con Alfa y Omega.
Troncoso nació en República Dominicana en el seno de una familia católica no practicante. «Mi padre nos dejaba mucha libertad en el ámbito religioso y yo, siendo pequeño, empecé a ir a la Iglesia evangélica, que era la que me quedaba cerca de casa», rememora.
En España, a donde la familia se trasladó en 2006 en busca de un futuro más próspero, sucedió al revés. La Iglesia católica era lo que tenía más a mano, a pesar de que «para ir al templo tenía que andar cerca de media hora», asegura el joven, cuyo testimonio está incluido en el libro Huellas de una tormenta. La distancia era grande, pero el interés de Maxi por las cosas de Dios todavía más. «Siempre me han llamado la atención y, de hecho, siempre he creído en Él», confiesa.
Más allá de la iglesia, el joven también oía hablar de Dios a sus abuelastros –padres de su padrastro- «con los que he compartido tantas Misas durante las vacaciones» y al profesor de Religión del colegio. «Fue él quien me propuso el Bautismo. Veía que yo tenía mucho interés y que incluso creía en Dios, entonces en 2º de ESO me lo propuso y le dije que sí». A partir de entonces, el joven sacrificó no pocos recreos para recibir catequesis. «Algunos de mis compañeros se preparaban para la Confirmación y yo para el Bautismo y la Primera Comunión».
Finalmente, Maxi entró a formar parte de la Iglesia católica en la Pascua de 2011. El sacramento le fue impartido en la parroquia San Ramón Nonato por manos de su párroco, el padre Horcajo, que también era el capellán del colegio en el que estudiaba. «Fue impactante. Era algo que deseaba desde hacía mucho tiempo, algo que tenía en mi corazón, y que por fin sucedió. Fue un momento de gracia», añade.
Un vídeo sobre san Juan Pablo II
Pocos meses después de su Bautismo, llegó la JMJ Madrid 2011 y el mismo profesor de Religión le propuso a Maxi y unos cuantos alumnos más participar como voluntarios en el encuentro. El colegio en el que estudiaban todos ellos iba a servir de alojamiento para 300 chicas italianas y hacía falta echar una mano. Pero antes de aceptar la propuesta, «el profesor me tuvo que explica qué era una JMJ porque yo no tenía ni idea», subraya.
Con su respuesta afirmativa, Troncoso, sin saberlo, daba un paso importante para convertirse en sacerdote, pues en aquellos días de agosto sintió la vocación. Ocurrió durante la proyección de unas imágenes. El hoy sacerdote lo cuenta así: «Fue viendo un vídeo que nos pusieron a todos los peregrinos sobre la vida de Juan Pablo II y de su entrega total a Cristo hasta la muerte lo que hizo resonar en mí un ¿y por qué tú no?, ¿por qué no haces lo mismo? que me sobrecogió y que me hizo pensar en aquel momento que tenía que entregarme a Dios».
Al acabar el filme, el joven estaba convencido de que «valía la pena entregarlo todo a Cristo como lo había hecho aquel santo», pero «en aquel momento no sabía qué decir y solo lloré porque no entendía nada».
Después de aquella experiencia, Maxi Troncoso comenzó a ir a Misa alguna vez entre semana, a rezar y, sobre todo, a madurar aquella decisión. «Inicié un camino donde tuve que ir poco a poco discerniendo con mi director espiritual qué era lo que Dios quería, seguir formándome y teniendo una vida más sobrenatural que me hiciese primero ser un cristiano más sólido, más firme para luego, llegado el momento, dar el paso de querer entrar en el seminario respondiendo al Señor con toda mi vida», detalla.
El joven, finalmente, recibió la ordenación sacerdotal el pasado 8 de mayo de 2021, en la catedral de la Almudena, de manos del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. «Ahora pienso, como recoge un salmo: “¿Cómo voy a pagar al Señor todo el bien que me ha hecho?”. Mi vida es un inmenso agradecimiento, todo lo que ha pasado es como una gran misericordia de Dios y todo se resume cuando alzo la copa de la salvación invocando el nombre del Señor durante la Misa», concluye.