Unánime elogio de los columnistas españoles
Juan Manuel de Prada, ABC; Editorial, ABC; Luis María Ansón, La Razón; Jorge Trías Sagnier, La Gaceta de los Negocios; María Rosa de la Cierva, Análisis Digital
El esplendor de la verdad
Se ha repetido hasta la saciedad, con un sucinto y cerril desparpajo, que el papado de Juan Pablo el Grande ha sido «progresista en lo social y conservador en lo moral». En tan simplificadora formulación se condensa nuestra incapacidad para trascender los estereotipos ideológicos, pero sobre todo cierta ceguera —no sé si nacida del cinismo o de la mera camastronería— para vislumbrar el radical proyecto humanista de un Papa que ha sabido, mejor que ningún hombre de nuestra época, identificarse con Cristo. De esa identificación extrema surge, como un corolario natural e insoslayable, su identificación con el hombre, su execración de cualquier forma de violencia ejercida contra su sagrada naturaleza, su vocación indesmayable de caridad, dirigida preferentemente hacia los más débiles. Al vindicar la dignidad del hombre, el Papa Wojtyla se sitúa por encima del cambalache ideológico para recuperar las esencias mismas del cristianismo, que hace del amor al prójimo, como reflejo del amor a Dios, el epítome de su doctrina.
Juan Manuel de Prada
ABC
El liderazgo mundial del Papa
En estos tiempos propicios para el imperio de lo efímero y las ocurrencias improvisadas, llama la atención el funcionamiento riguroso de una institución milenaria como es la Iglesia católica. Nadie pone en duda que las complejas previsiones jurídicas y los pasos sucesivos que habrán de seguirse en los próximos días se van a desarrollar con la máxima precisión. Una institución capaz de superar los trances más difíciles muestra en las circunstancias actuales su capacidad para manejar con delicadeza las emociones individuales y colectivas. Nada se oculta, pero todo se transmite con prudencia y con mesura. Las palabras del portavoz vaticano, el español Navarro-Valls, han mantenido estos días un exquisito equilibrio entre el sentimiento y la razón.
Editorial
ABC
¿Se habrá enterado Zapatero?
En su último viaje a España, hace dos años, Juan Pablo II congregó en un acto religioso a un millón de jóvenes. ¡Un millón! Sin ofender a ateos, agnósticos, incrédulos, gays, lesbianas, musulmanes, protestantes o budistas, todos ellos por entero respetables, resulta que la inmensa mayoría de la juventud española está con la espiritualidad católica. En las ONG religiosas, en las comunidades de base cristiana, en el camino neocatecumenal del admirable Kiko Argüello, se encuentra lo más granado de nuestra juventud. Dos millones de personas, por cierto, asistieron en Madrid a la misa oficiada por el Santo Padre en ese último viaje de 2003.
Luis María Ansón
La Razón
El mejor ejemplo
Frente a la denominada teología de la liberación, sin imponernos nada, Juan Pablo II propuso la Teología de la Cruz, que él ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Frente a los movimientos revolucionarios y dictatoriales hijos del marxismo-leninismo, el Santo Padre propuso la exigente doctrina social de la Iglesia, y algo tan antiguo y actual como el amor al prójimo y a la libertad. Nos propuso, en fin, no tener miedo frente a la mordaza y el silencio. Y renovó la doctrina a través de dos obras titánicas: el nuevo Catecismo y el también nuevo Código de Derecho Canónico. Pero, por encima de todo, Juan Pablo II nos propuso su ejemplo: el de un hombre bueno, fuerte, convencido de lo que decía y cuya certeza fue determinante para que se volviese a encender la llama de nuestra fe.
Jorge Trías Sagnier
La Gaceta de los Negocios
Pasó haciendo el bien
En una reacción de alcance, en este abril de 2005, se armonizan muchos sentimientos de los que recojo sólo éstos:
• De pena y de esperanza: se nos va el Padre de todos y esto nos duele, pero Él se va a recibir el gozo eterno que jamás le será quitado y reafirma nuestra fe y nuestra esperanza. Juan Pablo II, como el Señor Jesús, muere amándonos hasta el fin.
• De gratitud inmensa y emoción sin límites por su vida y compromiso con la Iglesia y con el mundo entero.
María Rosa de la Cierva
Análisis Digital