Una propuesta de evangelización «puede volverse ideológica si no nace del asombro mutuo»
Transforma 2024 llama a las parroquias a «estar en movimiento» y cultivar el «amor recíproco» para no «instrumentalizar a los que podían ser convertidos»
Tras la clausura de Transforma 2024, un encuentro celebrado del 27 al 30 de junio en la Universidad CEU San Pablo para la renovación espiritual de las parroquias, Alfa y Omega habla con Tote Barrera. Es un laico dedicado a tiempo completo a la evangelización desde 2008 y que ha sido pionero y director del Curso Alpha en España.
Acaba de concluir Transforma 2024. ¿Qué es y para qué sirve que os reunáis cuatro días?
—Es el encuentro anual de nuestra red de parroquias y, a la vez, un encuentro para gente que se asoma por primera vez a todo el tema de la conversión pastoral de la Iglesia. Nos hemos reunido con el objetivo de seguir caminando, abrir puertas, una visión y una perspectiva.
¿Qué tiene que suceder ahora para que se note que habéis tenido esta reunión?
—No se trata de recibir un subidón, aunque el encuentro da mucho ánimo y uno sale lleno de Dios y con el convencimiento de que la conversión pastoral es posible. El cambio trata de empezar a trabajar procesos, idealmente en red.
Da igual si se es muy grande o muy pequeño. Si estás muy avanzado o no. Puedes ser como una semilla que empieza o como un árbol que hay que podar porque ya ha dado sus primeros frutos. Lo determinante es que haya una transformación, de estar quietos a pasar a estar en movimiento. Si no es así, entonces no ha pasado nada.
Una parroquia que pasa por aquí, ¿qué debe hacer después?
—Se tienen que iniciar procesos siempre comunitarios. Con un grupo de cristianos que dice que sí. A veces puede empezar por una sola persona, por un pastor al que la gente llame un poco «un loco de la colina», pero para que haya movimiento tiene que haber comunidad.
¿Cuál es el siguiente paso más concreto que se puede dar después?
—Primero escuchar a los otros y para eso hay que salir. Salir de uno mismo hacia fuera y ver lo que se puce. De una manera más práctica, decimos que las primeras jugadas son la oración y el primer anuncio. Se empieza rezando, las cosas se mueven cuando el primer anuncio nos obliga a moverlas. Si predicamos el Evangelio y la gente se convierte, nos surge un feliz problema: «Y ahora, ¿qué hacemos con estos?».
¿Hay métodos o pequeñas iniciativas que funcionen especialmente bien?
—No estamos haciendo un encuentro para presentar métodos y alguno se extrañaba. Nosotros estamos presentando la visión que está en la base de todo lo que se va a hacer. Cualquier método es bueno mientras sea verdaderamente de primer anuncio.
¿Y qué elementos tiene un método de primer anuncio?
—El encuentro personal con Cristo, volver a Pentecostés, que es la experiencia más pura y primera de la fe. Pero no se trata de dar recetas, el hecho de tener método no significa que el método sea un fin en sí mismo.
¿Existe la tentación de renovarse externamente pero no en el fondo?
—En estos días yo criticaba la pastoral de los métodos por lo métodos. Es la hora de la métodos, pero también de las comunidades que se ponen en marcha. No por tener crecimiento nos van bien las cosas. Hay que guiarlo, saber qué adelgazar para dar fruto. Si no, tendrás una masa multiforme muy crecida, pero no necesariamente algo que esté en su sitio.
¿Qué hay que decirle a un compañero de trabajo para evangelizarlo?
—Primero que hay que encontrarse con él. No se puede evangelizar sin relación, sin amor recíproco. Está claro que una propuesta puede volverse ideológica si no nace del asombro mutuo. Corremos el riesgo de instrumentalizar a los que podían ser convertidos.
¿Y cuál es la clave para hacerlo bien?
—La frase clave es: «Jesucristo es el Señor y te ha salvado». En última instancia, a eso va la predicación, pero sucede en un entorno y un contexto. Somos el puente entre el mundo y Dios y tenemos que saber ser ese espacio común. La palabra clave es «Jesucristo» y la evangelización debe ser explícita, más aún en estos tiempos que corren.