San Antonio de los Alemanes: una pequeña iglesia única en Madrid
El templo de San Antonio de los Alemanes es, como los propios madrileños aseguran, la joya escondida con más belleza de la capital. Pintado al fresco y de planta elipsoidal, lleva en pie en pleno barrio de Malasaña desde 1624
No muchos malasañeros de los que cruzan diariamente la Corredera Baja de San Pablo se han percatado de la existencia de esa pequeña puerta. Sí, quizá, de las colas que se forman en el edificio aledaño para asistir al comedor de la Hermandad del Refugio y Piedad, que actualmente ofrece 300 comidas diarias, escolariza a más de 200 niños y reparte alimentos a familias en exclusión. O quizá conozcan el colegio teresiano de la Purísima Concepción –antes un centro para niños huérfanos– que forma parte del conjunto arquitectónico que ocupa la manzana entre la corredera y las calles de la Puebla y Ballesta. Pero el acceso al templo de San Antonio de los Alemanes, esta joya escondida de la capital –elegida, de hecho, como la mejor por los internautas que participaron en la encuesta del Museo de la Catedral de la Almudena– pasa más desapercibido.
Cuando el visitante se detiene y cruza bajo el escudo de Portugal, la belleza de esta pintoresca y pequeña iglesia desborda cualquier imaginación previa. Su historia da comienzo en 1603, cuando el rey Felipe III, «a instancias del Consejo de Portugal, ordena la fundación de la Hermandad de San Antonio de los Portugueses», explica el rector del templo, Carlos Nerón. En 1606 construyeron el edificio –que acoge hoy la sede de la Hermandad del Refugio–, antaño un hospital para los portugueses que vivían en Madrid, y en 1624 tomaron la decisión de levantar un templo anexo.
«Con la separación de Portugal de la Corona de España –en 1640 de hecho y en 1668 de derecho–, la reina regente, Mariana de Austria, dio la orden de que pasara a llamarse San Antonio de los Alemanes», nombre que se conserva en la actualidad. A la muerte de Carlos II y la subida al trono de Felipe V, este entrega la fundación con todos sus bienes a la Hermandad del Refugio, que desde 1615 ofrecía ayuda a los necesitados y enfermos que por entonces vagaban por las calles madrileñas.
Frecuentada por reyes y nobles
Las dos características que hacen única a San Antonio de los Alemanes son su planta elipsoidal –no hay otra en Madrid– y sus paredes completamente pintadas al fresco. En su construcción intervinieron varios maestros de la época, como Francisco Seseña o Juan Gómez de Mora, y la decoración interior se completó en varias etapas, con la participación de grandes pintores del momento, como Francisco Rizzi o Juan Carreño, que pintó a san Antonio recibiendo al Niño de manos de la Virgen, escena que puede contemplarse en el centro de la cúpula. «Alrededor de esta pintura pueden verse a ocho santos portugueses y españoles, con sus nombres, y debajo de ellos, escenas de sus vidas», explica Nerón.
Tras una rotura de tejas en 1690, que provocó una gran inundación, «se deterioraron la bóveda y sus frescos y fue necesario restaurarla», para lo que se contrató a Lucas Jordán, que introduce nuevos detalles barrocos, convierte las columnas en salomónicas y los capiteles en jónicos, e incrementa las decoraciones vegetales y arquitectónicas. El pintor, asimismo, «decora las paredes con pinturas al estilo de los tapices de la época», y remata los muros inferiores con pinturas de reyes y reinas santos de Alemania, España, Hungría, Francia, Bohemia e Inglaterra».
El altar mayor actual se inauguró con la presencia de los reyes en 1765, y en los retablos laterales se pueden contemplar seis óvalos con retratos de diferentes monarcas de la historia de España. Otro detalle que resaltar es que en la cripta están enterradas, entre otras personalidades, la infanta Berenguela, hija de Alfonso X el sabio, y Constanza de Castilla, que falleció con 2 años y era hija de Fernando IV de Castilla y de Constanza de Portugal. Los restos de las dos niñas fueron trasladados allí en 1869, tras ser demolido el convento de Santo Domingo el Real donde descansaban.