Una mesa de Navidad en la que caben todos
Parroquias, comunidades religiosas, entidades benéficas y voluntarios unen fuerzas para ofrecer un plato de comida a las personas más vulnerables: ancianos, migrantes y sintecho
«Hace un mes, hablando con unas señoras de la parroquia, decidimos hacer una cena de Nochebuena para gente que no tuviera con quién estar. En una semana se apuntaron 65 personas», explica Jorge Pablo Langley, párroco de San Martín de Porres. Su iglesia, ubicada en la Unidad Vecinal de Absorción (UVA) de Hortaleza, está en «uno de los barrios más pobres de Madrid» y sus habitantes «son la mayoría gente mayor que está sola».
«No me imaginé que los parroquianos se iban a poner tan contentos por una sencilla cena», reconoce Langley. El menú que ofrecía su parroquia tampoco era tan especial pero, más allá de los canapés y los pasteles de merluza, consiguió generar «un espacio de paz y comunión», cuenta este sacerdote. La suya es una más de las diferentes cenas que Iglesia en Madrid ha celebrado para las personas que no tienen con quién pasar la Navidad.
Con ese mismo espíritu, Mensajeros de la Paz celebró en el Senado una cena de Nochebuena para 200 personas sin hogar y ancianos. «Estaban allí prácticamente todos los grupos políticos, que aprobaron la visita por unanimidad. Al recibirnos, la presidenta dijo: “Vuestra presencia engrandece la dignidad de esta casa”», cuenta a Alfa y Omega el padre Ángel. Con esta iniciativa, la ONG que preside ha querido mostrar que, «una vez al año, estas personas tienen la misma dignidad que unos diputados o la gente que tiene medios económicos».
Al día siguiente, la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid organizaba una comida de Navidad con especial presencia de mayores, personas sin hogar y migrantes. «Ha sido una fiesta de la solidaridad que queremos que continúe durante todo el año», presume Tíscar Espigares, responsable de Sant’Egidio en Madrid. 1.200 personas vulnerables compartieron mesa en cuatro comedores distribuidos en las iglesias de Nuestra Señora de las Maravillas, San Roberto Belarmino y Jesús de Medinaceli, así como en el colegio La Salle La Paloma.
Unas celebraciones que no se dan solo en Madrid y se extienden por los más de 70 países en los que esta comunidad ha sentado a la mesa a 230.000 personas. «Estas comidas quieren ser un icono del Reino de Dios, no se ha excluido absolutamente a nadie y todos encuentran un sitio preparado para ellos», añade Espigares.
Menús especiales
En la diócesis de Valencia, las entidades que trabajan con personas sin hogar no solo mantuvieron sus servicios sino reforzado su actividad. Así, el centro de acogida Ciudad de la Esperanza (CIDES), que acoge actualmente a 155 personas sin hogar de 33 países, mantendrá abiertas también sus instalaciones como «el portal de Belén que no cierra» para aquellos que lo necesiten, conforme ha indicado su director, el padre Vicente Aparicio.
Además, tanto CIDES como el recién inaugurado centro de noche de Cáritas en Valencia ofrecieron menús especiales a sus residentes. Estos cuentan, según la entidad, «con carnes y pescados más elaborados» para vivir la Navidad como una verdadera fiesta.
También tomaron un menú especial los sintecho que se toparon con los voluntarios de Especial Bocadillo Navideño, una iniciativa coordinada por Cáritas Universitaria de Madrid. «Salimos a la calle a charlar con las personas con las que nos encontramos y les servimos canapés, turrón y polvorones con motivo de la Navidad», cuenta Pilar Algarate, responsable de Voluntariado y Formación de Cáritas Diocesana de Madrid.
«Estaban sorprendidos de que no solo les diéramos caldo y hubiera chocolate caliente por las celebraciones», cuenta Algarate, quien además subraya «la solidaridad de la gente que está en la calle». Al ofrecerles canapés con salmón, anchoas y queso o jamón serrano, estos se negaban a repetir para asegurarse de que llegara a más personas en su misma situación.
Por último, los invitados a Nadie Sin Cenar también pudieron disfrutar de un menú diferente. La campaña, organizada mano a mano por Cáritas Universitaria y el hostelero Jorge García, repartió 300 menús de Nochebuena entre las personas sin hogar. Además, las cajas con los menús que repartían los voluntarios incluían calcetines térmicos y forros polares para que sus destinatarios no pasaran frío.
Ahora, García busca cómplices para extender por España la iniciativa, que se celebró estas navidades en Madrid por sexta vez. «Llevo cinco años pidiendo que cualquier hostelero que quiera se ponga en contacto conmigo y el año que viene este proyecto arranque en otras ciudades».
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«Jesús nace y por eso es Navidad». El grupo Amor de Dios se preparó el 19 de diciembre para hacer lío, es decir, cantar villancicos frente a su parroquia, San Dámaso, y repartir rosarios, medallas de la virgen y 4.000 panfletos que decían: «Jesús nace y por eso es Navidad». Según explica Letty Florián, servidora de esta comunidad carismática, «30 personas hemos salido con la confianza de que el Señor nos envía. Ha sido un acto de evangelización precioso». Es una iniciativa similar a las pastoradas que organiza Stabat Mater. En ellas, cantan villancicos por el centro de Madrid para dar un testimonio cristiano de la Navidad.
De la calle al Senado. Con su cena de Nochebuena para 200 personas sin hogar y ancianos en el Senado, Mensajeros de la Paz ha querido demostrar que «la sociedad en que vivimos no está enferma y es rica en valores». Según su presidente, el padre Ángel, «quienes creen que solo los curas pueden hacer apostolado se equivocan». También repartieron comida entre los más necesitados los 50 alumnos del Ateneo Universitario que, por tercer año consecutivo, implicaron a sus amigos y familiares para recopilar los alimentos y el menaje necesario para organizar un banquete para los sintecho.
Ancianos acompañados en barrios humildes. La cena de Nochebuena organizada por la parroquia San Martín de Porres, en la UVA de Hortaleza, estuvo llena de personas mayores. «El 70 % no tenía familia aquí e incluso uno señora se puso a llorar porque pensaba que esta Navidad la iba a pasar sola», explica su párroco, Jorge Pablo Langley. En otra UVA, la de Vallecas, un grupo de voluntarios de la parroquia San Juan de Dios repartió cestas con comida y detalles navideños a 142 familias en necesidad, con un total de 652 personas beneficiadas entre las que hay víctimas de violencia de género, solicitantes de asilo o ancianos.
El compromiso de los voluntarios de Cáritas. La iniciativa Nadie Sin Cenar, organizada por Cáritas Universitaria de Madrid y el hostelero Jorge García, repartió 300 menús de Nochebuena a personas sin hogar con la colaboración de 700 jóvenes. «El plato principal es convencer a los voluntarios de que les tienen que dar cariño», explica García. Otro campo en el que colaboran los voluntarios de Cáritas es el cuidado de 300 menores en riesgo de exclusión en cualquiera de los diez campamentos urbanos que la institución tiene repartidos por la diócesis de Madrid.
Un mundo familia para los migrantes. Con sus cuatro comidas de Navidad, la comunidad de Sant’Egidio en Madrid tendió la mano a los migrantes. «Son una casa abierta a todos los que, como María en Belén, no encuentran posada», opina Tíscar Espigares, responsable de Sant’Egidio en Madrid. «La alternativa a la globalización de la indiferencia es crear un mundo familia», concluye. También había refugiados entre los 1.000 asistentes a Te invito a cenar, un banquete organizado por la Compañía de las Obras que, según Pablo Llano, director de CESAL y uno de los organizadores, pretendía hacerles sentir «protagonistas».