Una labor educativa y caritativa a seguir
El próximo domingo 18 de abril será canonizado el fundador de la Institución marista Marcelino Champagnat, en Roma, por el Papa Juan Pablo II. Éste será un acontecimiento clave en la historia de esta Congregación religiosa, porque -declara Adolfo Varas, Presidente de la Comisión que ha promovido la beatificación en España- así queda reconocida y actualizada su obra, su compromiso educativo con la juventud y su espiritualidad
Marcelino Champagnat nació en Lyon (Francia), en los albores de la revolución francesa, en 1789, y falleció en 1840, tras fundar, en 1817, la Orden de los Hermanitos de María, o Maristas de la Enseñanza. Marcelino -explican los Hermanos maristas- tiene mucho que decir en aspectos sociales. Fue un educador para los más necesitados en los tiempos de la Revolución francesa. Es admirable que una persona que no sabía leer ni escribir sea ahora un modelo educativo. Quizás buena parte de este secreto lo desvela el bello testimonio de su madre: A Marcelino, como a mis otros nueve hijos, lo eduqué con sencillez y lejos de los caprichos; le enseñé a hablar y a rezar.
Sus tres últimos años de estudios los realizó en el Seminario de Lyon, donde fue ordenado sacerdote el 22 de junio de 1816; al día siguiente, Marcelino y doce compañeros subieron al santuario de Nuestra Señora de Fourvière, donde se consagraron a María y prometieron trabajar para fundar la Sociedad de María.
Marcelino manifestó, desde el principio, su convicción de que la Sociedad debía incluir una rama de hermanos dedicados a la enseñanza, que trabajasen con los niños que se veían privados de educación cristiana en apartadas zonas rurales.
Las fundaciones se extendieron rápidamente por toda Europa, y ya en 1900 había 686 Hermanos repartidos por el mundo. En la actualidad, en Europa hay 1.771 maristas, y los países con mayor número de Hermanos son: España con 950, Francia con 357, e Italia con 141. En África hay 452 maristas, 330 de ellos africanos. En España están presentes en más de sesenta colegios de esta Institución, que cuentan con más de 62.000 alumnos.
Una gran familia religiosa
Admiro a Marcelino -ha afirmado el Superior General de los Maristas, Benito Arbués-, padre de una gran familia religiosa, profundamente humano, cercano a las personas, compasivo y muy sensible a las necesidades de su entorno. Es un Marcelino que ama a la gente, que no se apega a la rutina, sino que intenta dar nuevas respuestas a las nuevas situaciones que va descubriendo.
En 1955, el Papa Pío XII aprobó dos milagros atribuídos a la intercesión de Marcelino Champagnat. Y, en el mismo año, tuvo lugar la beatificación en la basílica de San Pedro. En 1976 se produjo el milagro en Uruguay: el Hermano Heriberto Weber, enfermo de cáncer, había sido desahuciado por los médicos debido a gravísimas complicaciones. Los Hermanos de la Provincia decidieron rezar una novena al Beato Marcelino pidiendo la curación del Hermano Heriberto. Al finalizar ésta, el enfermo sintió una gran mejoría súbita e imprevisible, y las radiografías mostraron que los signos de la enfermedad habían desaparecido.
Como en todos estos casos, la Iglesia es prudente:un grupo de personas preparó la información y los documentos necesarios para el largo proceso de canonización, y el Vaticano encargó a unos expertos estudiar y verificar los hechos presentados. En 1998, en presencia del Papa Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto del milagro atribuido al Beato.
Según Lluis Serra, su canonización, que será el reconocimiento como modelo de vida cristiana para la Iglesia, significa un relanzamiento de su carisma: un compromiso educativo con el mundo de la infancia y de la juventud, y la responsabilidad de vivir la solidaridad con las personas y los pueblos más pobres.
Un corazón sin fronteras será el lema de las celebraciones que tendrán lugar estos días en Roma. Se espera que 3.000 españoles se desplacen hasta la Ciudad Eterna, entre ellos 1.000 jóvenes que lo harán en autobús.
Junto a Marcelino Champagnat, subirán a los altares Juan Calabria, fundador de la Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia, y Agustina Pietrantoni, religiosa de las Hermanas de la Caridad.