Una invitación a ir contra corriente

En el día a día, con tantos agobios y preocupaciones, corriendo de un lado para otro sin pensar demasiado, uno puede caer en «la tentación» de creer que las santidad está reservada a «quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias» y «dedicar mucho tiempo a la oración». Pero no es así: como subraya el Papa Francisco en Gaudete et exsultate, «todos estamos llamados a ser santos», a dar testimonio de amor en las ocupaciones y lugares diarios. Y este recordatorio resuena de forma especial en la solemnidad de Todos los Santos, que celebramos este lunes, 1 de noviembre.

Según detalló el Pontífice el año pasado, a los cristianos se nos hace una invitación a «elegir la pureza, la mansedumbre y la misericordia», a confiar en el Señor y «esforzarse por la justicia y la paz», aunque esto implique en no pocas ocasiones «ir a contracorriente» en un mundo instalado en «la cultura de la posesión, de la diversión sin sentido, de la arrogancia hacia los más débiles». Cada uno de nosotros estamos llamados a hacer nuestro propio camino, pero contamos con muchos ejemplos de santos, más o menos conocidos, que nos pueden dar pistas de qué pasos dar.

En este sentido, en palabras del Papa hace unos días a los participantes de la 49 Semana Social de los Católicos Italianos, es clave llevar la verdadera esperanza a los demás. En el camino no podemos permanecer indiferentes ante tantos hermanos que «cruzan nuestras existencias» desesperados, como las personas sin hogar, las familias que han perdido a un ser querido en la pandemia o los migrantes menores de edad con los que conversa esta semana Alfa y Omega. Tampoco podemos detenernos o aislarnos, conscientes de que «el amor de Dios nunca es estático ni renunciante». Ni podemos ser conformistas o derrotistas, sino que hemos de ser creativos y «hacer algo para resolver los problemas». Hay tarea.