Una despedida para Eléne, la pequeña a la que todos llamaron Nabody
La niña maliense de dos años que falleció el pasado 21 de marzo tras llegar en patera a Arguineguín fue enterrada este miércoles en un terreno del cementerio comprado por la Fundación Cruz Blanca
«Nadie está preparado para estas cosas. No he vivido nada tan duro en mi vida. Por lo menos, ya puede descansar en paz». Quien afirma esto es Ignacio Gutiérrez Tapia, director de los centros de Atención Humanitaria de la Fundación Cruz Blanca, de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, que estuvo presente este miércoles en la sepultura de Eléne Habiba Traoré —que fue durante mucho tiempo Nabody—, la niña maliense de dos años que llegó a Canarias en patera con una parada cardiorespiratoria, que fue reanimada por miembros de Cruz Roja en el mismo puerto de Arguineguín y que, posteriormente, falleció en el hospital.
Acompañaba a la madre, a la que acogen junto a su otra hija tras el trágico suceso en uno de los recursos de los que disponen en Las Palmas de Gran Canaria. Y con él, un hermano franciscano de la Cruz Blanca y un pequeño grupo en representación de las comunidades africana y maliense de Canarias. Fue una ceremonia sencilla, pero acorde a las creencias de su madre. Como esta quería. Por eso el féretro se cubrió bajo tierra en la zona musulmana del camposanto y se hizo según su propio rito. Sobre la tierra, una pequeña corona de flores: «Eléne Habiba Traoré. Siempre en nuestros corazones».
No fue fácil, pues Ignacio Gutiérrez tuvo que pelearse con las administraciones para que la niña pudiera ser sepultada conforme a su religión. No consiguió gran cosa y, por eso, la Fundación Cruz Blanca tuvo que comprar un pequeño pedazo de tierra por 50 años y hacerse cargo de los gastos, pues los entierros de beneficencia —los que sufraga el Ayuntamiento— solo se llevan a cabo en nichos, donde, además, los restos permanecen solo cuatro años.
Lo primero, las personas
«A la mamá le preocupaba mucho que la despedida no fuese acorde al rito musulmán. De hecho, cuando lo conseguimos se quedó más tranquila. Para nosotros ha supuesto un coste, pero lo importante era que la niña fuese enterrada dignamente. Lo primero son las personas, el dinero está en un segundo plano», añade en conversación con Alfa y Omega.
Tras haber podido despedirse de su pequeña, la madre de Eléne continuará el duelo y su recuperación en el centro de la Cruz Blanca, donde se le están dando todo tipo de apoyo, bien psicológico y de otro tipo «para que pueda seguir con su ruta migratoria». Participa de forma habitual en talleres y se la está ayudando a pasar página centrándose en la otra niña que tiene a su cargo. «Tiene que seguir adelante», concluye este responsable de la Fundación Cruz Blanca.