Una catarsis para la Iglesia en Francia - Alfa y Omega

Una catarsis para la Iglesia en Francia

Los abusos sexuales a menores pone en movimiento a la comunidad católica francesa, muy afectada por el caso del cardenal Barbarin y el supuesto encubrimiento a un sacerdote de su diócesis, cuyas víctimas son las protagonistas de un filme que llega a España el Jueves Santo. Una película que propició el pasado sábado un debate entre el sustituto interino del cardenal de Lyon, una víctima y el director

Fran Otero
El vicario general y administrador apostólico de Lyon. Yves Baumgarten, debate con una víctima y con François Ozon, director de la película Gracias a Dios
El vicario general y administrador apostólico de Lyon. Yves Baumgarten, debate con una víctima y con François Ozon, director de la película Gracias a Dios. Foto: AFP / Jeff Pachoud.

Algo se mueve en la Iglesia en Francia. Los casos de abusos sexuales están teniendo un efecto depurativo y renovador, aunque queda mucho camino por recorrer. Un movimiento que no surge solamente desde fuera, sino principalmente de la propia Iglesia. Solo en los últimos meses ha nacido una asociación para acompañar a víctimas, ha comenzado los trabajos la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase), se han publicado varios libros sobre la cuestión de diversas autoridades eclesiales y se ha estrenado una película, Gracias a Dios, sobre los abusos cometidos por el sacerdote Bernard Preynat, hechos que han llevado a un tribunal francés a condenar al cardenal arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, por encubrimiento.

Y un último acontecimiento el pasado 6 de abril, un debate tras el visionado de la citada película en el que participaron François Ozon, el director; François Devaux, víctima y cofundador de la asociación La Parole Libérée (La palabra liberada); y el vicario general de Lyon, Yves Baumgarten, ahora administrador apostólico de la diócesis durante el retiro del cardenal Barbarin hasta que se resuelva su situación judicial, pues ha apelado su condena. En un cine completamente atestado de gente, la mayoría católicos, el responsable interino de la Iglesia en Lyon se enfrentó a todo tipo de preguntas e incluso reproches, según recogió AFP.

—Es verdad que hay trabajo por hacer. El reto de la Iglesia ahora es conocer mejor los hechos para reaccionar mejor—, dijo Baumgarten.

—Pero sabemos desde hace años lo que hacía Preynat. El derecho canónico, republicano, el Evangelio y la moral no han sido respetadas—, interrumpió Devaux.

También surgió la cuestión de la indemnización de las víctimas, con algún que otro desencuentro, y luego el público se sumó al debate. El director François Ozon puso el broche a un encuentro muy significativo que se extendió durante dos horas: «La toma de conciencia se ha hecho, ahora hace falta organizarse y resolver las cosas. Es su trabajo [dijo en relación a la Iglesia católica]».

Ozon refleja en su película, que se estrena en España el Jueves Santo, la experiencia de las víctimas del padre Preynat y de cómo se sintieron tratadas por la Iglesia, en concreto la de Lyon. Es ahí donde radica su gran aportación y es lo que han destacado de ella numerosas autoridades eclesiales. Incluso el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Francia y arzobispo de Reims, Eric de Moulins-Beaufort, que poco después de ser elegido reconoció que la película «ha servido para darnos cuenta de aquello que han vivido las víctimas». Y lo mismo piensa del caso del cardenal Barbarin, pues a través del juicio «las víctimas han podido dirigirse a toda la sociedad y explicar lo que han vivido». «Me he dado cuenta –continuó– de que mucha gente que vivía con cierta distancia estos casos, ha entendido a las víctimas y su experiencia. Y también ha servido para comprender que el cardenal Barbarin y sus colaboradores pudieron cometer errores de apreciación, en particular en lo que respecta a las víctimas. Ahora, ¿es un delito? Eso lo debe resolver la justicia», añadió. En este sentido, Moulins-Beaufort afirmó que tanto la película como el proceso judicial del cardenal Barbarin han tenido «un efecto muy beneficioso».

Su predecesor en el cargo y arzobispo de Marsella, George Pointier, se despidió como presidente de los obispos con un discurso en el que incluyó párrafos duros sobre la cuestión. Reconoció que los últimos acontecimientos –entre ellos, la falta de claridad en el gobierno de la diócesis de Lyon y el juicio de Barbarin– están marcando la vida de todas las diócesis y retomó un tema del que ya habló el Papa en alguna ocasión, los abusos a religiosas. «El horror experimentado por las monjas abusadas por sacerdotes diocesanos o religiosos o, en ocasiones incluso por sus propios superiores, requiere que unamos nuestros esfuerzos con la Corref [la Confer francesa] para que las víctimas sean escuchadas y acompañadas, y para denunciar fuertemente estos abyectos actos», añadió.

Otro de los obispos que más empeñados está en luchar contra los abusos es el de Estrasburgo, Luc Ravel, que acaba de publicar un libro sobre el tema en el que afirma que a la Iglesia «le queda por hacer un gran trabajo de investigación histórica en los archivos de nuestros tribunales y en los textos de nuestro magisterio para dibujar lo que hoy es reconocido como un crimen». Aborda numerosas cuestiones como el año espiritual, el clericalismo, pero es especialmente interesante la reflexión que hace sobre el lugar que debe ocupar la víctima. «Los responsables de la Iglesia pensaban antes que nada en los sacerdotes y, eventualmente, en las víctimas, pero siempre en último lugar y, sobre todo, para obtener de ellas su silencio. En el drama de los abusos hay que interesarse, en primer lugar, por las víctimas; luego por las familias; después por las comunidades heridas, las parroquias, los movimientos… Y en último lugar, por los sacerdotes culpables, los testigos silenciosos y los pastores imprudentes…», recoge en Comme un coeur qui écoute [Como un corazón que escucha].

Como una madre amorosa

Y aunque se van dando pasos importantes, las víctimas siguen considerando que la respuesta de la Iglesia es insuficiente. Así lo manifiesta en entrevista con Alfa y Omega Camille de Metz Noblat, la presidenta de Comme une mère aimante [Como una madre amorosa] la asociación de escucha a víctimas de abusos nacida en Versalles a principios del pasado mes de marzo.

Se trata de un grupo de madres de familia católicas que, tras haber conocido y acompañado a víctimas de abusos por sacerdotes, han decidido dar un paso al frente y asociarse. «Las víctimas se encuentran muy solas y nosotros intentamos acompañarles en todo el proceso. Las escuchamos, las orientamos e incluso las acompañamos a la Policía para denunciar», explica De Metz Noblat.

La presidenta de esta nueva asociación, que toma como nombre el título de carta apostólica del Papa a todo el pueblo de Dios por los casos de abusos, reconoce que para las víctimas sigue siendo muy difícil dar el paso, contar sus historias y denunciar lo que les ha pasado, pues viven en entornos muy clericales donde no solo no se sienten comprendidas, sino también juzgadas y señaladas.

De Metz cree que la respuesta que está dando la Iglesia francesa a este problema «no es la que esperan las víctimas» y acusó a los obispos de esconderse en la justicia y de «estar a la defensiva». «Hay un discurso excesivamente jurídico y con muy poca caridad», añade. Un ejemplo para ella es el proceso del cardenal Barbarin, con su condena y la no aceptación de su renuncia por el Papa: «El sufrimiento de las víctimas ha cristalizado con este caso. Lo único que piden las víctimas es que se reconozca que no se han hecho las cosas bien y en el caso de Barbarin ha habido muchas negligencias».

La realidad es que la comunidad cristiana está en shock ante el problema de los abusos y reclama a sus pastores una acción contundente. Y, en este sentido, los medios de comunicación católicos también están teniendo un papel fundamental. Como es el caso de La Croix, de Coire y de Pelerin, todos ellos del grupo Bayard Press, que han lanzado una consulta titulada «Reparemos la Iglesia» para abordar, entre otras cuestiones, la crisis que sufre la Iglesia por los casos de abusos sexuales. Una encuesta abierta hasta el mes de junio y que nutrirá futuros debates por todo el territorio francés.