El mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017 me hizo pensar, sobre todo por su insistencia en un «estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable». Noticias que transmitan esperanza y confianza.
Comentándolo, me decía una amiga periodista que el Congo es un país del que cuesta dar buenas noticias. Aunque no se conoce mucho de él, lo asociamos con el coltán, la guerra del Este, los campos de refugiados, las milicias, las epidemias de ébola y cólera o las dificultades políticas para una transición democrática. O, a lo mejor, no sabemos nada de este país porque nos queda, sencillamente, muy lejos. También nosotros, los que vivimos aquí, en algunos momentos nos sentimos abrumados por realidades que nos desbordan, aunque el pueblo congoleño es resiliente, alegre y acogedor.
Cuando cada tres semanas me siento para escribir en este espacio de Alfa y Omega, me doy cuenta de que es un momento de haceros llegar los retazos, instantes, fragmentos… que constituyen mi vida misionera. Todo forma parte de esa pastoral de la narración simbólica y abierta, de la que habla el jesuita Antonio Spadaro, de ese lifestreaming de nuestras vidas, que se engarzan mientras avanzamos juntos en el camino.
Hay todo un mundo de cosas pequeñas embellecen nuestro planeta. Por ejemplo, la visita de la madre de Kabwita, que el otro día se hizo a pie 50 kilómetros desde su poblado, pasando la noche en el camino, para venir a darnos las gracias porque su hijo ha podido estudiar este año. O la carta (con foto incluida) de una alumna del colegio Pureza de María de Sant Cugat del Vallés, que ha renunciado a los regalos de su Primera Comunión y a los ahorros de varios meses para ayudar a una familia de desplazados de guerra. Gracias a ella, Sara, que tiene su misma edad, podrá estudiar 3º de Primaria en el próximo curso. O la visita de Mpanga, una señora con discapacidad física que, gracias a un microcrédito de la Fundación Barceló, ha podido emprender una actividad de comercio local con la que espera poder comprarse una pierna ortopédica.
El Espíritu de Dios sopla en nuestra vida, nos impulsa a trabajar por la paz y puja en el interior de nuestro corazón y de las entrañas del mundo, recordándonos lo que dice Nihal Mubarak, una joven escritora sudanesa: «la posibilidad de vivir desde la amabilidad, la ternura y la gratitud».