Un viaje a las entrañas «secularizadas» de la vieja Europa
Tras su extenuante viaje por Asia, el Papa vuelve a hacer las maletas para remarcar el papel de Europa a favor de la paz y para alentar a Luxemburgo y Bélgica ante la ausencia de fieles
El cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich, de 66 años, acostumbra a decir que cuando visita una parroquia él es el más joven. Una forma jocosa de presentar la secularización a la que se ha visto arrastrada la iglesia de su país en las últimas décadas. Como en el resto de Europa, «muchos jóvenes se identifican como no practicantes», asegura Domingos Martins, del Departamento de Prensa del arzobispado de Luxemburgo, que está ultimando los preparativos de la visita del Pontífice este jueves. Apenas se detendrá seis horas en este país minúsculo, de tan solo 84 kilómetros de largo, al que la investigación periodística Luxleaks sacó en 2021 los colores al desvelar prácticas opacas que durante años permitieron a grandes empresas y multimillonarios ahorrarse millones de euros en impuestos gracias a ventajosos acuerdos secretos.
En las calles de Luxemburgo se respira la expectación: «Cuando se anunció que el Papa iba a Bélgica, todo el mundo se ilusionó al pensar que también iba a venir aquí, como hizo Juan Pablo II hace 39 años». En torno al 65 % de los 650.000 habitantes de este país son católicos, pero el Gobierno permitirá a todos los jóvenes, sin importar su religión, que se ausenten de los colegios para poder verlo. «Van a estar esperándole con pancartas en el aeropuerto y también por las calles donde está previsto que se pasee con el papamóvil», explica.
Francisco, que cumplirá 88 años en diciembre, también viajará al corazón latente del viejo continente, Bélgica, donde —a parte de la agenda oficial— está previsto que mantenga reuniones privadas con funcionarios y dirigentes de la Unión Europea, aunque el Vaticano no ha hecho pública la lista de esos encuentros. La visita a Bélgica «es totalmente coherente con su predilección de las periferias. Siempre la vemos como el centro de Europa y es la realidad. Pero este centro muestra claramente la realidad de la secularización. Desde este punto de vista, se ha convertido en un país de fronteras», asegura el nuncio apostólico en el país, Franco Coppola.
Tanto Bélgica como Luxemburgo comparten los problemas de una Iglesia marginada en la esfera pública que vive una sangría de fieles. Así, el «impulso misionero y evangelizador del Papa ayudará a todos a afrontar este reto». También son países fundadores de la Unión Europea y sede de instituciones europeas, por lo que, con toda probabilidad, el Papa hablará de la vocación de Europa de ser constructora de paz en una «situación actual de conflictos en los que corre el riesgo de ser arrastrada», tal y como destacó en la presentación del viaje el responsable de prensa del Vaticano, Matteo Bruni.
En todo caso, el principal motivo que ha impulsado al Papa a volver a hacer las maletas —tan solo dos semanas después de regresar del extenuante periplo de doce días por el sudeste asiático y Oceanía— son los 600 años de la Universidad de Lovaina, una de las más antiguas de Europa. Erasmo de Rotterdam, cuyo humanismo cristiano tanto significó para la cultura y la espiritualidad de Occidente o Georges Lemaitre, quien presentó allí su teoría del big bang, son algunos de los hombres ilustres que dejaron huella en este templo académico del saber. En 1968 se dividió en dos instituciones independientes tras la crisis de los idiomas, cuando los estudiantes flamencos lograron imponer la enseñanza solo en su lengua y las secciones en francés se trasladaron a la Valonia. El Papa visitará ambos centros. En la universidad católica francófona se reunirá con estudiantes. La rectora, Françoise Smets, —la primera mujer en tomar las riendas de la institución desde su fundación en 1425— asegura que la visita papal será una «verdadera oportunidad para poder visibilizar» los temas que les preocupan a los jóvenes y sobre los que llevan trabajando los últimos meses. Entre ellos, las crisis sociales y medioambientales; la desigualdad o el papel de las mujeres en las sociedades actuales. En el encuentro con Francisco, los estudiantes entregarán un documento al Pontífice. «Es una especie de carta que será compartida con él cuando venga en la que los jóvenes escriben sus inquietudes sobre estas diferentes dimensiones que son tan importantes para el desarrollo sostenible y para el futuro de la humanidad», incide por su parte Marthe Nyssens, profesora de Economía de la universidad, que ha liderado los trabajos.
También está previsto que el Pontífice se reúna con un grupo de 15 víctimas de abusos sexuales del clero en un encuentro privado sin cámaras ni periodistas. Otro de los puntos cruciales del viaje será la beatificación de la monja carmelita española Ana de Jesús, fallecida en Bruselas en 1621. Fue discípula de santa Teresa de Jesús y —como ella— fundó varios conventos de carmelitas descalzas en Granada, Sevilla, París, Pontoise, Dijon (en Francia), y otro en Lovaina (Bélgica).