Un testigo del Inocente
Amigo personal de Ratzinger, De Lubac, Von Balthasar, Wojtyla… Le Guillou es una de las grandes figuras teológicas del siglo XX. Con motivo del 25 aniversario de su muerte, la Universidad San Dámaso, de Madrid, celebró el martes la jornada Marie-Joseph Le Guillou: Confesar el misterio del Padre, organizada por el autor de este artículo:
«En realidad, sé poca cosa y jamás he comprendido nada más que lo que Dios me ha hecho comprender cuando me he hecho semejante a un niño». Estas palabras de Léon Bloy nos introducen de lleno en la figura cristiana, sacerdotal y teológica de Marie-Joseph Le Guillou, de cuya muerte se cumplirá el vigésimo quinto aniversario el próximo 25 de enero.
Amigo de dos futuros Papas
Amigo de Joseph Ratzinger, Henri de Lubac, Hans Urs von Balthasar, Karol Wojtyla…, el padre Le Guillou concibió su trabajo teológico como servicio a la Iglesia y a la evangelización. Sin embargo, no es uno de los teólogos más conocidos del siglo XX.
Marcel Le Guillou nace en Bretaña, el día de Navidad de 1920. Ingresa en los dominicos en 1940, recibiendo Marie-Joseph como nombre de religión. Es ordenado presbítero el 20 de julio de 1947. En el período comprendido entre 1941 y 1949, estudia en la Facultad de Le Saulchoir con maestros como Dumont, Congar y Chenu, que le introducen en el estudio de santo Tomás y en la profundización de la tradición oriental y el diálogo ecuménico.
De 1949 a 1952, enseña teología moral en Le Saulchoir. Sucesivamente se incorpora al Centro Istina. Da comienzo su larga y fecunda tarea ecuménica. Consigue el doctorado en Teología en 1958, con la tesis Misión y unidad. Las exigencias de la comunión. En esos años, se consagra como uno de los teólogos católicos especialistas en ecumenismo de mayor relieve, lo que le llevó a participar en la 3ª Asamblea del Consejo Ecuménico de las Iglesias, en Nueva Delhi, en 1961, en calidad de observador oficial.
En 1963, es llamado por monseñor Rougé, obispo de Nîmes, como colaborador en los trabajos del Concilio Vaticano II. Fruto de su experiencia conciliar es la obra El rostro del Resucitado, en la que ofrece una especie de vademécum fundamental para introducirse con facilidad en las líneas maestras de la enseñanza del Vaticano II, con la novedad que implican y con la continuidad que expresan respecto a toda la tradición de la Iglesia. En aquellos mismos años, Le Guillou, que acaba de ser nombrado miembro de la Comisión Teológica Internacional, recibe el encargo de fundar y dirigir, en el marco del Institut Catholique de París, el Instituto Superior de Estudios Ecuménicos.
Son los años de la crisis postconciliar, a la que Le Guillou responde de manera personal y comprometida, afirmando la centralidad de la confesión de fe y del misterio de Cristo, el Inocente. A través de una trilogía trinitaria –El Inocente, El misterio del Padre y Los testigos están entre nosotros–, Le Guillou propone la lectura hermenéutica de la tradición católica como camino para recibir y actualizar la rica herencia del Concilio.
La madurez, en la enfermedad
A partir de 1974, se ve afectado de Parkinson. Cuenta con 54 años: su producción teológica se ve, por tanto, truncada por la enfermedad. Y, sin embargo, la madurez de síntesis teológica que ha alcanzado Le Guillou en estos años no es ajena a la grave enfermedad que le aqueja. Los últimos años de su vida no se comprenden al margen de su relación con la comunidad de benedictinas del Sacré-Cœur de Montmartre, que le acompañarán durante su enfermedad. Ya en 1972, había aceptado predicar un retiro a dicha comunidad. Desde entonces permanecerá ligado a ella, contribuyendo a la redacción de sus Constituciones. Con permiso de sus superiores, se retira a Blaru, en el Priorato de Béthanie, donde pasará los últimos años de su vida, acompañado por las benedictinas y desarrollando una intensa vida de apostolado entre sus numerosos visitantes, a través de homilías, retiros y conferencias. El 25 de enero de 1990, en los últimos minutos de la fiesta de la Conversión de San Pablo, entrega su alma a Dios.
Interés universitario
Para conmemorar su figura y su obra, el Departamento de Teología Dogmática de la Facultad de Teología, de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, ha celebrado la jornada Marie-Joseph Le Guillou. Confesar el misterio del Padre, con numerosa participación de alumnos y profesores. La jornada se inscribe en una serie de cursos de licencia y doctorado sobre el teólogo dominico, así como en el proyecto de catalogación de su archivo personal y de su biblioteca, promovido por San Dámaso en colaboración con la Association P. Marie-Joseph Le Guillou. De este modo, se ha comenzado a elaborar tesinas y tesis de doctorado sobre su pensamiento, y se ha desarrollado un amplio programa de publicaciones en español: El rostro del Resucitado (Encuentro 2012), Los testigos están entre nosotros (Encuentro 2013), Cristiano en el mundo (BAC 2014), Tu palabra es la verdad (BAC 2014) y La Iglesia, luz en nuestra noche (Encuentro 2014).
Marie-Joseph Le Guillou es un testigo y, por eso, un buen maestro. La lectura de sus obras no defrauda.