Don Bosco Fambul, nuestra obra salesiana en Freetown, nació en 1998 durante la guerra civil (1991-2002) como respuesta al desafío de los niños y niñas soldado. Fue una guerra crudelísima: 200.000 muertos, mutilaciones masivas, la violación usada como arma de guerra, asesinatos en masa y la utilización de niños y niñas soldado en el frente de batalla lo dicen todo. Un detalle interesante: los salesianos nunca dejaron el país. Se quedaron para acompañar a la población.
Pero la guerra no termina cuando se firman los armisticios y llegan los cascos azules. Deja cicatrices profundas y secuelas en la vida y en el corazón de las personas. Muchos niños vivieron y vieron cosas terribles. A algunos les obligaron a hacer cosas abominables. Por eso la guerra pasa factura, ¿y quién paga? Siempre los más pobres, los más vulnerables, los inocentes.
Han pasado 17 años desde que terminó la guerra, pero las estadísticas siguen mostrándonos que la crueldad continúa. En 2018 se denunciaron a la policía de Sierra Leona 11.168 casos de violencia doméstica contra menores. En 2017 se tuvo conocimiento de 2.506 casos de abuso sexual a menores y 2.726 en 2018. En los primeros tres meses de 2019 se denunciaron 963 casos. Si se mantiene esta tendencia, tendremos alrededor de 4.000 casos a final de año. ¿Y los casos que no se denuncian por miedo o soluciones amistosas? El trauma de la guerra se perpetua en sus víctimas convertidas en victimarios.
Por todo esto, los salesianos estamos construyendo a las afueras de Freetown un centro terapéutico para niños y niñas traumatizados. Tendrá cuatro edificios residenciales para chicos de la calle, niñas abusadas, niñas en situación de prostitución y adolescentes en conflicto con la ley. El complejo contará también con una clínica, un centro psicoterapéutico con consultorios y salas de juego para la superación de los traumas, una escuela formal, un centro de formación profesional y un centro de investigación para estudiar más profundamente la realidad y para buscar estrategias eficaces para la prevención de abusos a menores. Prevención, intervención e investigación: tres dimensiones de un sueño en marcha.
Somos hijos de Don Bosco, y somos soñadores como él, que dijo a sus primeros misioneros antes de partir a Argentina: «Hagan lo que puedan. Dios hará lo demás. Confíenlo todo a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y verán lo que son los milagros».
¡El sueño y el milagro ya están en marcha!