Un sello papal entreabre la Puerta Santa
Con la bula papal que se publica este jueves comienza la cuenta atrás para el comienzo del Jubileo del 2025
El Jubileo del 2025 va tomando forma a pasos agigantados. Aunque quizá no tan grandes como las obras que jalonan la Ciudad Eterna para ponerla a punto con motivo del año santo. Nada nuevo bajo el sol. Ya en el siglo XIV cronistas como el cardenal Stefaneschi hablaba del caos en Roma por el Jubileo y también de una fe que movía montañas… de peregrinos.
Hasta entonces, dos ciudades habían hecho sombra a Roma en materia de misericordia: Asís y L’Aquila. En la primera —cuenta la tradición—, el mismo san Francisco pidió a Cristo y a la Virgen que concediera «un generoso perdón, con una completa remisión de todas las culpas» a los fieles arrepentidos que acudieran a la Porciúncula de la basílica de Santa María de los Ángeles. Corría el año 1216 y, desde entonces, el llamado «perdón de Asís» se celebra cada año a principios de agosto. A finales de ese mismo mes, el perdón se traslada a la ciudad de L’Aquila. En 1294, Celestino V instauró la primera indulgencia plenaria de la Iglesia abierta a todos los fieles y totalmente gratuita. Fue un Pontífice atípico puesto que renunció, pero en los pocos meses que guio la barca de Pedro comprendió que todos necesitamos que nos perdonen.
Conociendo ambas experiencias, el Papa Bonifacio convocó el primer gran jubileo de la historia en el año 1300. Y lo hizo mediante una bula. «¿Por qué mediante una bula? Porque en la Edad Media, todo decreto papal de carácter más universal, relacionado con celebraciones solemnes, se emitía a través de este tipo de documento, que tenía un sello papal. La misma palabra, del latín bulla, significa precisamente eso: un sello», explica a Alfa y Omega la periodista e historiadora de la Iglesia Mirticeli Dias de Medeiros. Y con la bula, comienza la verdadera cuenta atrás hacia la apertura de la Puerta Santa.
Aquella primera convocatoria de un jubileo fue por «aclamación popular», por el deseo de conversión entre los fieles, subraya la experta. Así, «cuando Bonifacio vio una multitud de peregrinos visitando San Pedro en busca de penitencia, decidió formalizar este evento convirtiéndolo en una celebración de penitencia pública». Los jubileos se sucedieron y con Clemente V, en 1342, pasaron a ser cada 50 años. Después cada 33 años y, en 1423, Martín V abre por primera vez la Puerta Santa en la basílica de San Juan de Letrán. El papado acababa de regresar de Avignon y el año santo significaba serenidad después de tiempos convulsos.
Porque los jubileos también han abierto los cielos, o lo han intentado, tras las tormentas de la historia. Como en 1950, cuando Pío XII convocó a los fieles para un jubileo de posguerra en medio de un mundo fracturado. Los relatos periodísticos de la época recogían con asombro que tres millones de peregrinos habían pasado por Roma con motivo del año santo.
25 años de un cambio abismal
Para 2025, la Ciudad Eterna espera diez veces más. Si la televisión y los periódicos contribuyeron a publicitar el jubileo entonces, hoy en día las redes sociales marcan la diferencia. Es lo que apunta a Alfa y Omega una cronista contemporánea, la corresponsal en Italia y el Vaticano del diario argentino La Nación, Elisabetta Piqué. Desde 1999 cubre la información en Roma, por lo que también vivió el Jubileo del 2000. «Las diferencias entre este y aquel no son notables, son abismales», apunta, porque han pasado 25 años «en los cuales vivimos cambios enormes; no solo porque el Papa es distinto, sino también por las guerras, la pandemia, el boom de los viajes después…».
Gerald O’Connell, corresponsal en Roma para America, importante revista de los jesuitas estadounidenses, recuerda que en los albores del Jubileo del 2000 se respiraba una gran esperanza. «El mundo estaba más en calma. No había sucedido el 11 de septiembre. Ahora estamos ante dos guerras, Ucrania y Oriente Medio, que han provocado una gran inestabilidad mundial», asegura a este semanario. Por eso, destaca que es más que oportuno el tema de este año santo, Peregrinos de esperanza, «porque en este momento escasea y mucha gente no ve ningún camino esperanzador». Aunque con la Puerta Santa ya «entreabierta», quizá comience a notarse que el ambiente se va renovando.
El jubileo del 2000 y el del 2025 confluyen especialmente en una iniciativa: la Comisión de Nuevos Mártires – Testigos de la Fe. Por deseo del Papa, el grupo de trabajo continúa la labor iniciada entonces y se inserta en el Dicasterio para las Causas de los Santos, porque Francisco quiere que se convierta en una comisión estable.
Su misión consiste en elaborar «un catálogo de todos los que han derramado su sangre por confesar a Cristo y dar testimonio de su Evangelio», escribe el Pontífice en la carta con la que la constituyó en julio. Poco se sabe aún del trabajo de sus 14 miembros. Lo que se conoce es que cuentan con más de 550 testimonios de personas que han padecido persecución o martirio desde el año 2000, también cristianos de otras confesiones como los mártires coptos de Libia.