Un recurso específico para mujeres sin hogar
El boom de los alquileres en las principales ciudades de España, el gota a gota de la violencia doméstica y el aumento de la precariedad laboral está empujando a cada vez más mujeres a vivir y dormir en la calle. Cáritas Diocesana de Madrid ha ampliado sus recursos de emergencia para ofrecerles un espacio propio y exclusivamente femenino donde sentirse seguras y protegidas
Dominga es venezolana, y se vino a España cansada de toda la violencia que se respiraba en su país. Vivía amedrentada por los disparos que escuchaba en la puerta de su casa los días en que había manifestaciones y permitía a sus alumnos salir a protestar contra el régimen de Maduro. Esta profesora de Geografía e Historia llegó a Madrid en noviembre prácticamente con lo puesto, y en cuanto se le acabó el dinero que traía consigo tuvo que dejar la habitación que había ocupado por dos semanas y pasar a dormir en la calle.
El de Dominga es uno de los rostros cada vez más habituales que presenta la pobreza en nuestras calles: un rostro femenino. Porque según la tasa Arope, que mide el riesgo de pobreza y de exclusión entre la población, el índice femenino supera ya al masculino: en 2017 ya había 6,4 millones de mujeres frente a 5,9 millones de hombres en esta situación. Y si se considera la tasa de pobreza en hogares monoparentales con una mujer a cargo, este indicador llega al doble.
Para tratar de aliviar esta situación, Cáritas Diocesana de Madrid ha ampliado los servicios de su recurso Cedia 24 horas para personas sin hogar, en un proyecto denominado Cedia Mujer que nace debido a que la afluencia de mujeres en la calle ha aumentado de manera considerable en los últimos meses en la capital. El 17 de enero, un día antes de iniciarse el proyecto, había alojadas en Cedia 15 mujeres, el 33 % del total de personas que puede acoger el centro, cuando hace solo tres años las mujeres suponían apenas el 10 o el 15 % de los usuarios.
Rebeca Martínez, responsable del proyecto, explica que «un mes tras otro hemos ido percibiendo la necesidad de un recurso específico para mujeres en situación de calle. Poco a poco ha ido emergiendo un perfil de mujeres que antes no tenían necesidad de este tipo de recursos. La causa principal es que han aumentado los precios del alquiler en la ciudad, por lo que muchas mujeres no pueden optar ni a una vivienda ni a una habitación en un piso compartido, y por eso tienen que venir aquí a pasar la noche. Hoy las habitaciones en Madrid están por encima de los 400 euros, por lo que si no tienes un gran sueldo o directamente no tienes trabajo, entonces no puedes llegar a fin de mes».
Paro, rupturas y violencia
Algo parecido le pasó a Dominga, que se vio obligada a recurrir a Cáritas. «Me han ayudado mucho. Estoy muy agradecida, porque llegué a Madrid y no conocía a nadie. Me mandaron a Cedia Mujer y llevo ya casi un mes. Me encontré un lugar muy bonito y acogedor, muy agradable. Comemos bien y nos sentimos a gusto. Y lo más importante: nos tratan muy bien. He conocido a mujeres de muchos países y es muy bonito ver también que podamos convivir todas juntas».
Entre las compañeras de Dominga hay varias situaciones, como la falta de trabajo o las rupturas familiares, y también situaciones de violencia en el ámbito del hogar que obligan a algunas mujeres a irse a la calle. Junto a ello, «también hay varias de ellas que presentan problemas de salud mental, por la mochila que traen y por la situación de calle a que se ven abocadas». La mayoría procede directamente de la calle, aunque hay algunas que llegan derivadas por el Samur social, el servicio municipal de atención a las emergencias sociales en la ciudad de Madrid. «Pero sobre todo lo que más funciona es el boca a boca, y eso indica que se encuentran bien, que es un espacio importante y necesario para ellas».
Bienestar y autoestima
De momento hay 20 plazas en un centro que abre sus puertas solo para pernoctar, desde las nueve de la noche hasta las nueve de la mañana, de lunes a domingo, incluidos los festivos, ofreciendo a las mujeres cena, ducha, espacio de descanso y desayuno. Hay tres habitaciones con varios sofás-camas, con un baño espacioso y algunas facilidades como champú, secador o crema hidratante, cosas que «para una mujer son muy importantes de cara a potenciar su bienestar y su autoestima». Y todo en «un ambiente familiar y cálido, y más protegido para ellas», afirma Rebeca.
Allí llegan después de una primera valoración en Cedia 24 horas, y al ser un recurso de emergencia, no residencial, la rotación es habitual: hay mujeres que solo pasan allí dos o tres noches hasta que encuentran una solución o un apoyo a su situación vital, y hay otras que necesitan más tiempo. «Cada caso lo valoramos de manera individual, y a todas les ofrecemos el recurso de un equipo de profesionales de integración, además de otras facilidades como una tarjeta de transporte público, por si necesitan moverse para hacer papeles o buscar trabajo».
Un pequeño empujoncito
A pesar del poco tiempo de vida que tiene este recurso, Rebeca reconoce que ya se está quedando corto debido a la demanda que tiene, por lo que además de las 20 plazas de Cedia Mujer, en el propio recurso de Cedia 24 horas se han tenido que habilitar ocho plazas más, específicas solo para mujeres. En general, «ellas nos cuentan que están fenomenal y agradecen mucho que alguien haya pensado en ellas. Les cambia la cara cuando llegan, y este pequeño empujoncito les hace sacar una sonrisa».
Como a Dominga, que reconoce que «llegué aquí llorando el primer día y ahora estoy feliz». En estos momentos está buscando cualquier trabajo que le pueda surgir en Madrid, y de momento está haciendo varios talleres que le ofrecen en Cedia. «Me gustaría trabajar en hostelería porque me gusta mucho el trato con la gente. De aquí a un año me veo trabajando, estabilizada y agradecida. Y me gustaría poder volver a Cedia para ayudar y devolver todo lo que han hecho por mí», dice esperanzada.