Un poema para silbarlo: Lorca en carne viva - Alfa y Omega

A sus 32 años, el joven Rodrigo Adrados, natural de Ciudad Real, dirige desde Teatro al Punto Producciones, con solvencia y determinación Un poema para silbarlo, una original, elocuente y delicada experiencia actoral, sensorial y musical, a ratos drama, a ratos comedia -desarrollada espléndidamente por cuatro jóvenes intérpretes (Carmen Barquilla, Laura Moreno, Javier Prieto y Leticia Texidor) y otros dos artistas (guitarra y voz)-, sobre las filias y fobias del inmortal autor granadino Federico García Lorca más visceral y más humano, lo cual le otorga al conjunto un resultado definitivo bastante satisfactorio.

Un poema para silbarlo toma como punto de partida a un autor teatral que, inspirado en Federico García Lorca, se encuentra trabajando en un nuevo texto: La casa de Bernarda Alba (1936). Probablemente está experimentando el mejor momento de su vida: disfruta de prestigio, fama y una trayectoria artística envidiable. Pero en su desbordada cabeza conviven con sus pensamientos los fantasmas de sus obras pasadas, así como los de la presente. Los personajes desfilan por su imaginación exponiéndole sus dramas y sus destinos trágicos con la intención de que El Autor ponga atención al suyo propio, que no se atreve a escribir sobre el papel.

Desde el punto de vista narrativo, Un poema para silbarlo despliega una idea general muy interesante, escasamente vista en los escenarios teatrales, pero muy atractiva, cuando los actores se rebelan consigo mismos al no conseguir sus metas, a pesar de que le den vueltas una y otra vez. Y es que esa idea de partida de este obrón lorquiano, escrito por la actriz Carmen Barquilla, comparte connotaciones literarias con el personaje Gregorio Samsa, de La metamorfosis (1915) de Kafka, y de Augusto, otro singularísimo personaje de la novela de Miguel Unamuno, Niebla (1907). Esta suma de personalidades ficticias podría aplicársele perfectamente, principalmente, al personaje de El Autor que interpreta con apabullante madurez Javier Prieto, portador, narrador y principal eje sobre el que pivota el drama.

En segundo lugar, debe destacarse la universalidad del mundo de Lorca, de cómo está expuesto al no perder un ápice de actualidad, y sobre todo, de la habilidosa manera de entrelazar los parlamentos entre los intérpretes hasta conseguir unidades escénicas compactas dotadas de continuidad sin que parezcan sólo retazos aislados de escenas sin orden ni concierto. Se agradece, también, el carácter con que cada actor ha dado vida a sus protagonistas, dado que entre todos asistimos a una función de 80 minutos sin interrupción de 13 personajes, cada uno de ellos perfectamente perfilado y hecho a su medida.

Esta nueva muestra del teatro de cerca pone de relieve todas las posibilidades que ofrece el teatro cuando se cuenta con un plantel de actores de lujo, muy naturales y vivaces, muy creíbles, que de nuevo revientan la cuarta pared para interactuar con el espectador. No en vano, el otro gran protagonista omnipresente es el público, como esa pieza del autor andaluz, El Público (1930), donde aquí también es homenajeado, tanto por la ambigüedad del texto lorquiano -que no distingue bien entre realidad y ficción- y que los intérpretes de Teatro Al Punto han sabido recrear como cualquier don permita.

De este modo, asistimos a fuertes encuentros y desencuentros entre La Poncia y Martirio, y La Criada y Adela, de La casa de Bernarda Alba, o La madre, de Bodas de sangre (1931), además de las escenas que desarrollan Leonardo y La novia, entre otras opciones dramáticas, con la consabida dificultad añadida que supone recitar los versos de Lorca con la misma pasión e interés con que él los escribió. Y lo que también resulta original y funciona: cómo interaccionan entre sí los personajes entre obras a las que no pertenecen, cómo consiguen recrear nuevos ambientes hasta descubrirse a sí mismos, o bien ser descubiertos mientras El Autor corrige las entradas o salidas de los actores. Incluso resulta tanto llamativa como creativa, en este sentido, la encarnación de las pausas o las acotaciones que los actores realizan a la perfección, asunto al que podría otorgarse cierta semejanza con la pieza teatral de Pedro Salinas, Doña Gramática (1942). Naturalmente, Lorca se hace querer, parece estar presente allí mismo, en carne viva, como ese equipo de actores que también rinden homenaje a La zapatera prodigiosa (1930), aunque sólo sea citándola.

Desde el punto de vista del espectador se aprecia una perfecta planificación en la puesta en escena -geniales los juegos de luz-; el vestuario de los actores contrasta perfectamente en colores lisos, en alusión al personaje al que dan vida. Por su parte, el espacio sonoro cuenta con sonido incidental y el escenario apenas luce escenografía: sólo dos paredes en ángulo, construidas con fluorescentes y al fondo del escenario, hacen las veces de entrada a la casa; en primer término a la derecha nos encontramos con una estructura metálica de la que pende una soga de plástico y al foro dos artistas cantan y tocan la guitarra a la perfección como si estuvieran “en el Café de Chinitas”. Todo ello es más que suficiente cuando el peso del drama reside en los actores y en su gran calidad interpretativa, proveniente de ese laboratorio de investigación escénica que desarrolla con provecho Teatro al Punto Producciones.

Un poema para silbarlo es, pues, un gran espectáculo-homenaje, muy interesante y entretenido, sobre el complejo mundo de Lorca -de un esforzado y exclusivo trabajo actoral-, más allá de su trilogía sobre la mujer, a saber, Bodas de sangre, Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba. Y a cambio, lo que se recibe de él son retales de fragmentos de vida, más próximos de lo que podamos imaginar, donde se reivindica el recto uso de la conciencia, donde se apela a la necesidad de ser uno mismo, de un público al que contagiar de ideas, al que observar y admirar. Lo mismo que quiso pero no pudo hacer Federico desde que desapareció, y ya va para 79 años…

Un poema para silbarlo

★★★★☆

Teatro:

Sala La Usina

Dirección:

Calle Palos de la Frontera, 4

Metro:

Embajadores

OBRA FINALIZADA