Un nuevo mártir en la lucha contra los narcos
«A Juan Viroche lo asesinaron», ha asegurado desde el Vaticano el argentino monseñor Sánchez Sorondo, en contra de la hipótesis del suicidio apuntada por las autoridades. Era un luchador incansable contra el narcotráfico y la explotación sexual, y había recibido numerosas amenazas de muerte
El sacerdote Juan Heraldo Viroche, de 46 años, apareció ahorcado el pasado miércoles en la capilla de un pequeño pueblo llamado La Florida, a 50 kilómetros de la ciudad de San Miguel de Tucumán, al noroeste de Argentina. Esta provincia es la más pequeña y emblemática de la patria del Papa Francisco, ya que hace 200 años se fundó en Tucumán la Argentina libre e independiente de cualquier dominación extranjera.
Esta libertad conseguida hace dos siglos se encuentra viciada por la «plaga del narcotráfico», como la denominó el Santo Padre, que «siembra dolor y muerte» sobre todo en los pueblos de las periferias, donde abunda la marginalidad y la falta de trabajo. Así ocurre en La Florida.
Conjeturas apresuradas
Todo son conjeturas sobre lo que sucedió con el sacerdote. La justicia, la Policía, algunos medios de comunicación y el poder político hablan de suicidio, basándose en investigaciones realizadas apresuradamente. En paralelo, han lanzado a través de los medios acusaciones sin pruebas objetivas que cuestionan aspectos de la vida personal del cura Viroche.
Por el contrario, el pueblo tucumano y argentino se ha conmovido hasta las lágrimas, reza y clama justicia para el mártir antinarco. Intuye que el espíritu de ayudar y amar al prójimo no va en sintonía con quitarse la vida. Fui testigo de la movilización social en el pueblo en San Miguel de Tucumán nada más conocerse la muerte. Entre oraciones, la gente clamaba justicia para el sacerdote. Estas movilizaciones se están repitiendo durante toda la semana en las parroquias de Tucumán, y se ha constituido una Comisión de la Verdad en uno de los colegios parroquiales locales. Esta comisión la encabeza el líder de la organización social Alameda, Gustavo Vera, amigo del Papa cuando era cardenal y con el que se enfrentaba a estas mafias a través de denuncias y la asistencia a las víctimas.
Dolor del Papa
El propio Papa Francisco expresó que sigue el caso «con dolor». El obispo argentino y canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, monseñor Sánchez Sorondo, sostuvo que «lo dicho por el padre Pepe es la verdad: a Juan Viroche lo asesinaron; había anticipos y amenazas que se ejecutaron».
El padre Pepe –José di Paola– al que se refería es uno de los curas de referencia de las villas miserias en Argentina. Cuando Bergoglio era cardenal, el padre Pepe era el referente en las barriadas empobrecidas de Buenos Aires y víctima también de varias amenazas de muerte. Fue el Papa Francisco, siendo arzobispo porteño, quien decidió trasladarlo de jurisdicción ante la amenazas de los narcos y la falta de políticas públicas para erradicar estas mafias. Un día después de conocerse que Viroche había fallecido, varios obispos argentinos y decenas de sacerdotes de las barriadas ofrecieron una Misa en su memoria desde una de las iglesias más populares de Buenos Aires, San Cayetano.
Escalada de violencia
Lo que aún no se ha visto es la respuesta del Gobierno, que no ha intervenido en el caso del mártir antinarco. Esto preocupa, mucho más si se tiene en cuenta que el sábado, en el Vaticano, el presidente argentino, Mauricio Macri, se encontrará por segunda vez con el Papa Francisco.
La escalada de violencia de los narcos sigue sin detenerse. El arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), ha dedicado tiempo y esfuerzo a investigar esta lacra. En junio, la UCA publicó un informe sobre narcotráfico y adicciones con datos procedentes de una extensa encuesta en áreas urbanas con un contexto de exclusión. Los resultados reflejaron que cada vez más argentinos saben dónde se vende droga, conocen dónde se produce, y que el consumo, sobre todo entre los jóvenes, no deja de crecer. En la provincia donde falleció Juan Viroche las adicciones de alcohol combinado con drogas han aumentado como en ninguna otra región.
Por eso la Conferencia Episcopal Argentina no se cansa de advertir que se necesitan políticas de Estado concretas que eliminen el narcotráfico. Pero esto solo no es suficiente. Para los obispos, se necesita una «transformación social donde el narcotraficante deje de ser el referente social».
El cura Juan Viroche era un referente ejemplar. Un profeta que anunció el cóctel explosivo de la corrupción política, el narcotráfico, la explotación sexual y la pornografía infantil. Enfrentó un mal «inseparable del capitalismo salvaje y la idolatría del dinero», según los términos utilizados por los obispos argentinos a finales de 2015 en un documento sobre el negocio de la droga que alertaba sobre el crecimiento de las mafias.