Un nuevo hogar para Asia Bibi
La cristiana pakistaní recientemente absuelta de un delito de blasfemia se instalará en breve en un lugar secreto de Canadá, donde ya están dos de sus hijas y una familia amiga que los ayudó
Una nueva vida espera a Asia Bibi en Canadá. Allí podrá reunirse con dos de sus hijas. Las jóvenes, de 18 y 19 años, llegaron al país antes de Navidad junto con una familia amiga que las ha ayudado y estaba en peligro por ello. Esta campesina cristiana, condenada a muerte por blasfemia en 2010, no podía salir del país hasta que el Tribunal Supremo de Pakistán revisara su decisión de anular la condena. Ahora, han desaparecido los obstáculos a un traslado destinado a intentar protegerla.
Ni la fecha ni el destino final se conocen. «No podemos dar ninguna información que pueda ponerlos en peligro», explica en entrevista con Alfa y Omega Nadeem Bhatti, amigo de la familia de Asia e implicado en los preparativos. Los responsables de gestionar el caso temen que grupos islamistas puedan llegar hasta esta mujer y su familia, incluso en Canadá.
Nadeem es pariente de Shahbaz Bhatti, el ministro de Minorías de Pakistán asesinado en 2011 por defender a Bibi. Durante el juicio contra Asia, se hizo amigo de su marido, Ashiq. Exiliado también en Canadá, colabora en la acogida a refugiados. «Yo estaba continuamente en contacto con los amigos de la familia de Asia, preguntándoles si necesitaban ayuda. Cuando me dijeron que sí, empecé a contactar con el Gobierno y la Iglesia. Vi que ya había mucha gente trabajando en ello» desde que el primer ministro, Justin Trudeau, ofreció su ayuda en noviembre, pocas semanas después de la absolución; pero todo se ha hecho de forma compartimentada por razones de seguridad.
Tras el desplome de la acogida en los Estados Unidos de Donald Trump, Canadá va camino de convertirse en el país que reubica a más refugiados. Durante un año, les ofrece alojamiento y manutención, educación, atención sanitaria e inserción laboral. La gestión de la llegada y las ayudas puede ser pública, privada o mixta, y la Iglesia es uno de sus pilares: en 2017, asistió a unas 18.000 de las 27.000 personas reasentadas.
Bhatti alaba la estrecha colaboración entre los gobiernos canadiense y pakistaní, que ha permitido que «todo ocurra de forma rápida, ágil y segura». El Ejecutivo del país musulmán ha estado estos meses en una difícil disyuntiva: por un lado, intentar salir bien parado internacionalmente en un caso con gran eco mediático; y por otro, no encender la ira del partido islamista Tehreek-e-Labbaaik Pakistan (TLP), que a pesar de haber logrado solo un 4,21 % de votos en las elecciones del pasado verano tiene una gran capacidad de movilización en la calle. Al conocerse la absolución de Asia en octubre, sus protestas paralizaron todas las ciudades. Para ponerles fin, el Gobierno permitió una revisión del caso e incluyó a Bibi en la lista de control de salida del país.
Buscándolos puerta por puerta
Nadeem Bhatti no oculta su admiración por Asia Bibi: «Ha pasado mucho tiempo en la cárcel, pero es muy valiente y está muy comprometida con nuestra fe. Sabía que en cualquier momento podía ocurrirle algo, pero en general no ha estado demasiado mal» ni ha dejado que el miedo la dominara. También son dignos de elogio los amigos que ya están en Canadá. «Es una familia de seis personas, católicos y muy buena gente». Vivían en Lahore, y cuando Bibi fue detenida empezaron a prestar ayuda a dos de sus hijas, jugándose su propia seguridad. De hecho, desde la absolución hasta que dejaron el país pasaron por tres localizaciones secretas, mientras miembros del TLP registraban puerta por puerta las localidades en las que pensaban que podían estar escondidos.
Durante sus primeras semanas en Canadá, esta familia y las hijas de Bibi han visto sus movimientos y contactos limitados a un pequeño círculo de personas, siempre con protección de las fuerzas de seguridad. Un obispo canadiense, que desveló al semanario Catholic Register de forma anónima la noticia del próximo traslado de Bibi, apuntó también a la posibilidad de que todos tengan que asumir nuevas identidades, y pidió a los medios que respeten su anonimato.
Bhatti ha podido «pasar tiempo con ellos y compartir nuestra comida, tradiciones, canciones… Y el nuncio habló por teléfono con ellos y les prometió sus oraciones». Espera que las restricciones se acaben relajando y ambas familias puedan integrarse con normalidad. «Pero ahora tenemos que ser extremadamente precavidos».
En Pakistán, la buena noticia de la absolución definitiva y la próxima salida de Asia Bibi del país tiene un matiz de preocupación para la Iglesia local: «Puede ser motivo de nuevos atentados y ataques contra los cristianos», explica Josué Villalón, del equipo de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada – España, haciéndose eco del sentir de esas comunidades. En una visita al país en diciembre, comprobó que «la mayoría de los musulmanes no está de acuerdo con el uso inapropiado de la ley antiblasfemia, y muchos tratan de abolirla». Pero «también se venían reclamando gestos más fuertes de repulsa. Por eso, la reciente declaración de 500 imanes a favor de las minorías religiosas es muy positiva». Un gesto que –apunta– puede estar relacionado con una tímida apertura tras el cambio de Gobierno el pasado verano.