Un misionero español en la selva hondureña usa su radio parroquial para luchar contra el COVID-19 - Alfa y Omega

Un misionero español en la selva hondureña usa su radio parroquial para luchar contra el COVID-19

Kupia Kumi, así se llama, es el único medio de comunicación con capacidad técnica para emitir los mensajes del Gobierno en una zona, La Mosquitia, bastante aislada del resto del país y a donde solo se puede llegar en avión o barco

Fran Otero
Foto: AVAN

Enrique Alagarda, padre paúl, es misionero en el área tropical de La Mosquitia, situada al noreste de Honduras dentro del Departamento de Gracias a Dios. Lleva una parroquia, la de San José, en la ciudad principal de la zona, Puerto Lempira, donde abarca a unos 60.000 habitantes. Allí funciona desde hace 16 años la radio católica Kupia Kumi –Radio Paz en lengua misquita–, que se ha convertido «en pieza importante en la zona para la difusión de información relacionada con el COVID-19», reconoce a Alfa y Omega este misionero, natural de Valencia.

«El Gobierno comunica sus decisiones a través de las cadenas nacionales, de conexión obligatoria para todas las emisoras de radio y televisión. Y nuestra radio es la única en la zona con capacidad técnica y personal para conectarse a ellas. Estas son prácticamente diarias», explica.

Además, ofrece espacios gratuitos para que los comités de emergencia municipales y departamentales puedan comunicar sus informaciones y a los organismos sanitarios para que expliquen todo lo referente a la enfermedad y su prevención. Y también contenidos propios que «ayuden a la población a conocer mejor la enfermedad». «La conexión con informativos nacionales es también una ayuda diaria para muchas poblaciones que no tienen otro medio de comunicación con el resto del país y del mundo».

Hoy puede ofrecer este servicio de información –además de la programación habitual, de carácter religioso y popular en español y misquito– gracias a que antes de la pandemia cambiaron todo el equipo de transmisión, que, en estos momentos, «está en óptimas condiciones y con un alcance a toda la región de La Mosquitia». «La providencia –narra el religioso– ha querido que justo antes de que se iniciara la crisis, en el mes de enero, estábamos ejecutando un proyecto de cambio de torre y compra de un nuevo transmisor. Este se realizó con la ayuda de la ONG COVIDE-AMVE, de los Padres Paúles y las Hijas de la Caridad de España, que gestionaron fondos de la Diputación de Jaén y otros donativos particulares».

En total, el alcance de este medio de comunicación parroquial es de casi 100.000 personas que se reparten entre los seis municipios, las 67 aldeas y los 250 caseríos del Departamento de Gracias de Dios y, dentro de este, tiene gran influencia en la citada región de La Mosquitia, donde «se ha convertido en una referencia, para católicos y no católicos, a la hora de enviar mensajes de todo tipo entre familias y comunidades». Como en la mayor parte de esta zona no hay cobertura móvil, la radio se ha convertido en un servicio esencial: «No tenemos mucha capacitación técnica, pero le ponemos mucho amor».

El impacto del COVID-19

Tal y como explica el misionero español, en todo el país viven una situación parecida a las de España, «con un “toque de queda absoluto” hasta el 12 de abril, que limita la movilidad de la población, la actividad económica y todo tipo de reuniones, también las religiosas. «Por ello, la radio ha sido también un gran apoyo para nosotros en la difusión de las celebraciones y programas de evangelización y oración. Y tendrá que serlo en Semana Santa», apunta.

En el momento de la entrevista, todavía no había ningún caso confirmado en su región, aunque en el país se contaban un total de 141 contagios y nueve muertes. En el caso de que llegase, los efectos serían devastadores, pues en todo el departamento solo hay un hospital, en Puerto Lempira, «muy limitado y con pocos especialistas» y que «no está preparado para afrontar una enfermedad infecciosa como el COVID-19. «Hasta la fecha no cuenta con ningún respirador para atender a pacientes graves. La única defensa que tenemos es la prevención, que se está llevando a cabo limitando el contacto físico», añade. Un punto a favor para evitar una propagación masiva es la baja densidad de población y la distancia entre las comunidades.

Sí reconoció que la forma de vida, de economía al día, y la cultura indígena no casan muy bien con el confinamiento, aunque en la ciudad más importante, Puerto Lempira, sí se están cumpliendo por la presencia policial. «En la mayoría de pequeñas comunidades la gente sigue su vida normal por inercia y porque la necesidad diaria es más urgente que una enfermedad que no ven».

Un buen instrumento de evangelización y apoyo

Enrique Alagarda reconoce que sacar adelante un proyecto de radio FM no es fácil. De hecho, son numerosas las iniciativas de ONG y particulares que fracasaron. «Mantener una radio aquí no es ningún negocio, sino un sacrificio constante, sobreviviendo a los rayos, al salitre, la humedad, a las averías sin técnicos que las reparen… mil dificultades que se han sobrellevado con el apoyo de donantes del exterior, principalmente de España», reconoce. Y hace una mención especial a la directora, Maribel Jiménez, una feligresa de la parroquia que acogió el proyecto «como na vocación personal y que ha estado ahí, en las buenas y en las malas».

La emisora emite de 08:00 a 20:00 horas –no tienen presupuesto para más horas– y también se puede escuchar a través de internet en www.kupiakumi.org.