Un mentor para ser buen profesional... coherente con la fe - Alfa y Omega

Un mentor para ser buen profesional... coherente con la fe

La archidiócesis de Madrid impulsa un programa de acompañamiento a jóvenes creyentes para que en el trabajo vivan su fe

Begoña Aragoneses
Reunión de grupo del primer encuentro del programa de 'mentoring' de la archidiócesis de Madrid
Reunión de grupo del primer encuentro del programa de mentoring del Arzobispado de Madrid. Foto: Delegación de Jóvenes del Arzobispado de Madrid.

Antes de iniciar su legendario viaje a Troya, Ulises deja a su gran amigo Méntor al cuidado de su hijo Telémaco con la misión de acompañarlo en el camino, nutriendo al joven príncipe de Ítaca de su experiencia vital. Ahí nació el mentoring, un término que la Real Academia Española traduce como asesorar, tutelar, supervisar o guiar. La archidiócesis de Madrid lo lleva ahora a la práctica con chicos recién incorporados al mercado laboral para que en el trabajo puedan vivir de manera coherente su fe.

Este acompañamiento profesional a la juventud fue uno de los ejes del Sínodo de los jóvenes y así se lo transmitió José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, a la Fundación Pontificia Centesimus Annus en una reunión que fue el origen de este programa de mentoría. «Nos habló de los dilemas de jóvenes católicos a la hora de dar sus primeros pasos en el mundo profesional», señala Francisco Martínez, integrante de la fundación e impulsor del programa. La pregunta era cómo tener una presencia cristiana en el mundo de la empresa. «¿Qué podíamos hacer nosotros?». «Lo que se os ocurra», los animó Cobo, «el mundo de la empresa lo conocéis vosotros». Y a Martínez, de 39 años, con una importante experiencia en este sentido, se le ocurrió un mentoring para jóvenes profesionales católicos. Así, la fundación, cuyo objetivo es precisamente hacer presente la doctrina social de la Iglesia en el mundo de los negocios, empezó a idear un programa de acompañamiento en línea con lo expuesto por Cobo en aquel encuentro: los jóvenes cada vez se casan más tarde y, por tanto, se alarga el lapso de tiempo entre la pastoral juvenil y la pastoral familiar, sin una pastoral profesional.

Uno de los mentores, Borja Barragán, escucha a una de las jóvenes profesionales. Foto: Delegación de jóvenes del arzobispado de Madrid.

«La idea era que con nuestra experiencia en el mundo de la empresa pudiéramos prestar oídos a las cuestiones que los jóvenes nos plantean», explica Martínez. Hace dos semanas tuvieron la primera de las reuniones de este proyecto que arranca en fase experimental. Cinco telémacos y ocho potenciales mentores se dieron cita en la sede de la Delegación Episcopal de Jóvenes para tener un primer encuentro, conocerse y «emparejarse». «Cada uno hizo un listado de tres personas que les gustaría mentorizar o que lo mentorizasen». En esa primera cita ya surgieron las principales inquietudes de los jóvenes. Como la de una chica, profesora de instituto, a quien le cuesta compartir la visión de cómo se educa en su centro. U otra joven, ingeniera, que se va a casar, quiere ser madre y se plantea las posibilidades de conciliación. O el chico que, tras varias experiencias profesionales, se pregunta si tiene sentido «consagrar» más horas de las debidas al trabajo. «No es —puntualiza Martínez—un acompañamiento para la búsqueda de empleo o un cambio de trabajo, sino para que encuentren luz en un momento de oscuridad en el ámbito profesional». Y esto, ¿cómo se hace? Con una escucha activa. «El mentor ya ha recorrido un camino y le puede trasladar qué errores cometió, cómo los afrontó…».

Relación intergeneracional

Esta semana, los telémacos cerrarán la cita para su primera sesión con sus mentores. En esta fase piloto la frecuencia de los encuentros la determinarán ellos mismos. «Acabará en junio, con una reunión final para hacer una reflexión sobre cómo ha ido, de qué les ha servido, qué han echado en falta, y así ver cómo mejorar para el futuro», comenta Martínez. Puesto que el objetivo es facilitar herramientas para discernir el mundo del trabajo desde la doctrina social de la Iglesia, el promotor del proyecto apunta la necesidad del conocimiento de estas enseñanzas. «A mí me costó entender el concepto»; por eso asegura que «estudiarla» y acudir a los documentos de los Papas «es como lo haces cercano». En los encuentros mensuales que desde la fundación organizan para jóvenes «les tratamos de hacer entender que temas como los ODS, la inteligencia artificial o la sostenibilidad son cuestiones que la Iglesia tiene en cuenta y que en la Iglesia se debaten». O el tema de la propiedad privada. O cómo gestionar la solidaridad «si hacemos mucho dinero»… El trabajo y el catolicismo «no son cosas separadas» y se puede «encontrar esa coherencia» no «buscando respuestas en sitios complejos», sino en los propios textos papales, propone.;

Desde la archidiócesis se ve con ilusión un proyecto que facilita el diálogo entre la fe y la profesión y que además responde a esa llamada del Papa Francisco al encuentro intergeneracional. Laura Moreno, delegada episcopal de Jóvenes, afirma que esta relación entre telémacos y mentores, que tienen una «trayectoria probada», puede suponer un «enriquecimiento mutuo».

A la escucha

Franscisco Martínez, el impulsor del programa, es el coordinador del Capítulo de Madrid de la Fundación Pontificia Centesimus Annus, constituida al cien por cien por laicos y que lleva el nombre de la encíclica con la que san Juan Pablo II celebró los 100 años de la Rerum novarum. Dedicado a la gestión de talento, cree que «la labor del mentor es fundamentalmente escuchar».