Cuando pienso en monseñor Álvaro me vienen a la mente muchas cualidades: sencillo, cercano, generoso, comprensivo y solidario. Un hombre de Dios y un hombre del pueblo.
Hombre de Dios. Vive su vocación desde la fuerte convicción de sentirse llamado a una misión de servicio para construir el Reino de Dios, interpelado por el Evangelio y sus exigencias para ser muy congruente en su vida como cristiano. Desde esa vocación de servicio se hace cercano de las personas, se hace amigo, se preocupa y acompaña. Humaniza los discursos espirituales y sabe divinizar lo pequeño, lo sencillo. Desde una espiritualidad profunda parte de Dios para aterrizar en la cotidianidad de la realidad.
Profeta. Monseñor Ramazzini es un profeta. Sabe anunciar lo que es de Dios y sabe denunciar donde está el pecado, la maldad y la injusticia. Un hombre sereno y a la vez incisivo. Sabe dónde y cómo decir las cosas. Conoce la política y conoce la realidad y las situaciones que vive la gente. Persona que está y vive con las personas, entiende las situaciones de miseria, pobreza y la falta de oportunidades de las personas desprotegidas y desfavorecidas. Acompaña y se solidariza con los pueblos indígenas.
Me atrevo a afirmar que del corazón se le escapa una sensación de frustración y desilusión de la política y sus falsas promesas y engaños por parte de algunos políticos: presidentes, diputados y otros funcionarios.
Monseñor Ramazzini, un hombre inteligente, diplomático y a la vez directo. Impulsó la ley de desarrollo urbano y rural, que no prosperó y se engavetó en el congreso. Ese es un pendiente que lleva en su mente y en su lucha.
Defensor de la naturaleza y en contra de formas de producción de energía y de exploración y explotación minera. Aboga por la reforma de exploración y explotación minera en cuanto a las regalías y a los procesos de consultas a la comunidad y a pueblos originarios.
Su profecía le ha traído algunos costes. Perseguido, difamado y no entendido. Ha sido tildado de comunista, guerrillero y subversivo por el hecho de situarse y escuchar los clamores de las personas y pueblos más pobres, y porque sabe transmitir esas situaciones y los sentimientos de los pueblos que se han sentido burlados y desprotegidos.
Monseñor Ramazzini es un hombre sensible, autentico y congruente. Enfrenta sus responsabilidades en su diócesis y atiende sus compromisos a nivel nacional en la Comisión Episcopal de Justicia y Solidaridad en la Conferencia Episcopal.
Monseñor Ramazzini, un obispo reconocido en la región por su ímpetu y compromiso social. No solo conoce, sino que pone en práctica la doctrina social de la Iglesia. Su preocupación y apoyo es constante en la Pastoral de Movilidad Humana, a la Pastoral Penitenciaria, Pastoral de la Tierra y pastoral Indígena.
Monseñor Álvaro es un hombre de Dios y un hombre del pueblo. Él es un buen pastor.
Juan Luis Carbajal Tejeda, CS
Secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana. Conferencia Episcopal de Guatemala