Fondo de emergencia del arzobispado castrense: un granero de solidaridad
El Arzobispado Castrense ya ha entregado las primeras ayudas de su fondo de emergencia, tras poco más de un mes de vida y 50.000 euros de recaudación
Narra el Génesis en su capítulo 41 que José, tras interpretar los sueños del faraón, recomienda a este llenar los graneros durante los años de abundancia en previsión de una época de hambruna en Egipto. El faraón no solo le hizo caso, sino que le puso al frente de la campaña: «Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan. […] El hambre se extendió a toda la tierra, y José abrió los graneros y repartió raciones a los egipcios».
Esto es lo que ha querido imitar el Arzobispado Castrense desde hace un mes, por iniciativa del arzobispo, Juan del Río, al abrir su propio granero, un fondo de emergencia que pretende paliar las consecuencias sociales y económicas derivadas de la pandemia del COVID-19, y que en este tiempo ha reunido más 50.000 euros procedentes de más de 231 donantes, encabezados por el arzobispo, que fue el primero en aportar. Un fondo que no se podía llamar sino El Granero de José y que quiere, según reconoce a Alfa y Omega el páter Benito Pérez Lopo, delegado de Acción Social de Cáritas Castrense, «aprovechar la sensibilidad del corazón en los momentos de crisis para prever para un futuro».
13 familias, 40 personas
La joven Cáritas Castrense es la que está asumiendo la responsabilidad de gestionar, administrar y fiscalizar la iniciativa a través de un proceso «transparente y rápido». Las solicitudes, que llegan a través de las Cáritas Parroquiales Castrenses (CPC), de los capellanes de las distintas unidades y de las personas cercanas a la institución, son estudiadas y aprobadas con celeridad por los servicios centrales de la institución. En total, ya se han dado el visto bueno y entregado ayudas a un total de 13 familias, entre las que suman unas 40 personas. «Hemos repartido grano por toda la geografía: Cádiz, Barcelona, Navarra, Alcalá de Henares…», explica Pérez Lopo.
Las familias que están llamando a la puerta de este granero tienen un nexo común: alguno de los progenitores o los dos están en paro, se han visto afectados por un ERTE y todavía no han cobrado… gente que vivía al día o que ha agotado el colchón económico que tenía durante los últimos meses y que ahora no puede pagar la hipoteca, el seguro de la casa, la alimentación o mantener los gastos de la escolarización de sus hijos… La mayoría nunca se había visto en la necesidad de pedir ayuda en este tipo de recursos.
Ayuda inmediata
Por eso, el fondo pone el énfasis en cubrir necesidades tan básicas como la alimentación, las medicinas, la vivienda y los distintos suministros (luz, agua, gas…) y la escolarización. Y en hacerlo de manera inmediata. «Como siempre nos dice Juan del Río, los recibos hay que pagarlos al día», explica Pérez Lopo, que también es párroco de la parroquia castrense de Santa María de la Dehesa en Madrid.
Urgencias como las de un intérprete afgano que se ha quedado sin trabajo o las de una madre, que tiene a su cargo a cuatro de sus nueve hijos, a los que tiene que alimentar. Se trata, escribía en la carta de presentación del fondo el páter Benito, de poner en práctica «aquello del apóstol Pablo de cargar los fuertes, los que aún gozamos de cierta estabilidad económica, con los achaques de los más débiles, los que ahora necesitan nuestro apoyo».
El propio arzobispo ya urgía en una carta a los capellanes, miembros de las Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y fieles de la jurisdicción castrense que las aportaciones que hicieran llegar serían «tramitadas de forma casi inmediata, ya que deben solventar necesidades acuciantes y básicas». En este sentido, el páter Benito admite que la respuesta ha sido excepcional en todo el ámbito castrense, sobre todo, por parte de los capellanes, que «se han volcado».
En estos momentos, la presencia de la Iglesia en el ámbito castrense sigue atenta, buscando y detectando situaciones que puedan requerir su intervención. En este momento, además de dar soporte a las familias que lo necesitan, están estudiando ampliar el rango de acción a instituciones sociales como asilos. Un ensanche que también aplica a las donaciones, pues hay entidades como cofradías y hermandades que están empezando a ofrecer colaboración.
Cuando el arzobispo, Juan del Río, propuso la creación de un fondo para ayudar a los que sufren los efectos de la pandemia, todos, en el Arzobispado Castrense, tuvieron claro que la denominación debía contener las palabras «emergencia» y «granero de José». La elección de Fondo de Emergencia El Granero de José ha permitido los fieles volver a la Biblia y profundizar sobre ella. Así se lo trasladaron al páter Benito Pérez Lopo en su parroquia. Uno de ellos descubrió la figura del patriarca José en su conversación con el párroco.
—Recuerdo que san José se fue a Egipto con la Virgen, pero no recuerdo un granero.
—Hay que ir más al principio. No es san José, padre y custodio, sino el otro José.
La Biblia muestra también a través de esta historia –concluye el sacerdote– que «la historia es cíclica» y que ese granero que buscaba salvar a Egipto de la hambruna se replica hoy en tantos fondos que ha puesto en marcha la Iglesia, desde el Vaticano a las diócesis.