Un equipo de obispos para «desafíos históricos»
Barcelona acogió el pasado sábado la ordenación episcopal de sus dos nuevos auxiliares, que, con el cardenal Omella, compartirán techo, oración y misión
Barcelona tiene desde hace unos días dos nuevos obispos auxiliares. Sergi Gordo, hasta su nombramiento canciller secretario general de la archidiócesis catalana y Antoni Vadell, que desempeñaba funciones de vicario de Evangelización y de párroco en Mallorca, fueron ordenados el pasado sábado en la Basílica de la Sagrada Familia por el cardenal arzobispo, Juan José Omella. Dos nuevos prelados que, junto al titular de la archidiócesis, formarán una pequeña comunidad de obispos.
«Anima mucho que te nombren auxiliar con otro obispo y más aún si le conoces. Con el referente del cardenal arzobispo, seremos un equipo de vida: viviremos juntos, rezaremos juntos, haremos la misión juntos. Es un acicate, anima y da fuerza», confiesa Sergi Gordo a este semanario.
Antoni Vadell ve con especial ilusión este modo de convivencia y misión. Habla de «una fraternidad de obispos» y reconoce que le ayudará mucho, sobre todo, porque «soy el último en llegar y no conozco Barcelona, una ciudad muy grande para mí, que vengo de una isla». «Esta propuesta ya me la comentó desde el primer momento el cardenal arzobispo. Me hizo mucha ilusión y me dije que esto valía la pena», añade el que, además, se ha convertido en el obispo más joven de España. Tiene 45 años.
Juntos, como pastores de la Iglesia en Barcelona, tendrán que dar respuesta a numerosos desafíos, que Gordo califica de «históricos» y «no fáciles». Cita, en concreto, el gran desafío de la pastoral con jóvenes y la pastoral vocacional, al hilo del Sínodo de obispos que sobre esta cuestión se ha convocado. También ve prioritario fomentar el «diálogo» con la sociedad y la cultura desde el humanismo cristiano que surge del Evangelio. «La Iglesia tendrá que tener su voz en la sociedad, en diálogo con las nuevas antropologías. Es un reto», explica. A la hora de hablar de la convivencia en la sociedad, el nuevo obispo añade que el mensaje que la Iglesia puede ofrecer es el «de la paz y la concordia».
Una convivencia que se ha podido ver lastrada en los últimos tiempos por la situación política y, de algún modo, también por los atentados que sufrió la ciudad condal a mediados de agosto. Gordo vivió muy de cerca todos los acontecimientos posteriores acompañando al cardenal Omella y al obispo Sebastià Taltavull, y reconoce que, en medio del mal, «aparece el fondo de humanidad que hay en tantas personas que lo dieron todo esos días; con generosidad, con altruismo; gente creyente y no creyente». «No damos cuenta así que la respuesta no es el odio, la violencia, el ojo por ojo, y sí la ayuda fraterna y la colaboración. En nuestro caso, la Iglesia ha estado acompañando desde la fe y el seguimiento de Jesús», remata.
Cuando se produjeron los atentados, Antoni Vadell seguía en Mallorca. Enseguida se puso en contacto tanto con su arzobispo como con su compañero auxiliar para interesarse por la situación. «Todavía no estaba en Barcelona y ya la sentía como mi Iglesia. Sentí un dolor profundo, duro, que me tocó el corazón. Me sentí ya como pastor», explica.
Ninguno de los dos esperaba que el Papa les encargara esta misión. Toma la palabra Antoni Vadell: «Me sorprendió que me llamara el nuncio y cuando fui a verle me dio la noticia. Enseguida le puse una serie de objeciones, por ejemplo, que era muy joven. Me dijo que eso se curaba con el tiempo (risas)». Lo que más le has costado ha sido dejar la vida parroquial, tras 19 años en distintas parroquias. Ahora mismo estaba integrado en una unidad pastoral con otros dos sacerdotes y un diácono. «Han sido tres años preciosos y fantásticos. Los cambios siempre te vienen cuando estás bien», reconoció.
Sergi Gordo estaba celebrando los 25 años de ordenación presbiteral cuando recibió la nueva: «Lo vives con un gran respeto, porque sientes que es una misión que te sobrepasa, pero también con mucha confianza, porque si el Señor ha pensado en ti para la misión y el Papa te elige, pues a servir al Señor y a los hermanos con alegría. Da mucho vértigo, temor y temblor, pero el Señor te dice que no tengas miedo».
Precisamente, sobre esto, habló el sábado, durante la celebración, el cardenal Omella, que recordó a los nuevos obispos que el episcopado «es el nombre de un servicio, no un honor» y añadió que al pastor corresponde «más el servir que el dominar».
También les pidió que lleven a cabo su misión con «generosidad y alegría» contra la tendencia al individualismo y a hacer carrera.
Primera mujer al frente de la curia diocesana
A los nuevos obispos se une otra novedad en la archidiócesis catalana, el nombramiento de Màrion Roca como secretaria general y canciller de la curia diocesana, que se convierte en la primera mujer que accede a este alto cargo en Barcelona. Roca, con gran experiencia en gestión de la curia, formaba parte del equipo se secretario general saliente y actual obispo auxiliar, Sergi Gordo.
«Este nombramiento garantiza la adecuada transición y muestra su talante renovador en sintonía con el Papa Francisco, situando en la organización de la cura a una mujer de gran valía. La señora Roca ha trabajado en la archidiócesis en los últimos 25 años y es una gran conocedora tanto del clero como de los diferentes organismos diocesanos», reconocen desde la sede episcopal.
«Desde el ámbito de mi responsabilidad pastoral ante la comunidad católica y con el deseo de que mi humilde palabra pueda llegar a toda la sociedad, animo a todos a avanzar por el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de justicia, de libertad y de paz. Que la sensatez y el deseo de ser justos y fraternos nos guíe a todos». Con estas palabras, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, manifestó su deseo de concordia y fraternidad para la sociedad catalana en el marco de la Diada, día de Cataluña, celebrada el pasado lunes, 11 de septiembre. Una celebración marcada por la últimas decisiones adoptadas por el Parlamento de Cataluña, como la de aprobar una ley de referéndum, así como de otras que buscan la desconexión del resto de España. El sábado anterior, durante la ordenación episcopal de sus nuevos auxiliares, ya hizo una referencia a la situación actual al pedir por que «nuestro pueblo camine en un clima de concordia para hacer realidad una convivencia bien fuerte». Por su parte, los nuevos obispos auxiliares dejaron claro al finalizar la eucaristía de ordenación que no son políticos ni técnicos, sino pastores.
También el resto de obispos de Cataluña hizo referencia de algún modo u otro a la situación que se vive en la región. Por ejemplo, Joan Enric Vives, obispo de Urgell y copríncipe de Andorra, tras recordar la carta conjunta que sobre la situación de Cataluña hicieron pública los obispos catalanes el pasado mes de mayo, afirma que «nuestro deseo es y será siempre acompañar como pastores a todos los cristianos, de todas las sensibilidades, y poder crear diálogo, comunión y respeto por las convicciones de los demás, sobre todo en unos tiempos en que esto parece más difícil». O Francesc Pardo, obispo de Gerona, que reclama que los católicos «aporten a la convivencia los mejores valores: el respeto por la opiniones lícitas de aquellos que piensan de forma diferente. Saber acoger y dialogar».