Un domingo en la España vacía - Alfa y Omega

Un domingo en la España vacía

La Eucaristía dominical es un momento central de la vida de nuestras comunidades. Poder celebrarla con dignidad es un esfuerzo en el que cada domingo se implican multitud de miembros de la Iglesia diocesana. Que en una realidad marcada por la crisis vocacional y la despoblación se pueda seguir haciéndolo, necesita de la colaboración y compromiso de todos

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Iglesia parroquial de San Juan Bautista, en Santoyo (Palencia). Foto: Diócesis de Palencia

El domingo es un día de prisas, kilómetros y encuentros para Javier Cuesta, de 69 años, y sacerdote desde hace 45. Es párroco de Alar del Rey, y junto a su compañero Félix Ruiz atienden 29 pequeños pueblos en la comarca de la Ojeda. Pueblos que presentan los tres rasgos comunes de la España vacía: despoblación, dispersión y envejecimiento.

Cada fin de semana, Javier celebra entre siete y ocho Eucaristías; otras tantas su compañero Félix. Aunque según las normas de la Iglesia, los sacerdotes no pueden celebrar más de dos Misas al día –tres, excepcionalmente, con permiso del obispo, para salvaguardar la dignidad del sacramento y el bienestar del presbítero– se trata de hacer un esfuerzo para poder llegar al mayor número de personas. «Aunque los pueblos sean muy pequeños, procuro no dejar de ir. Es el único momento que se reúne la comunidad. Si dejamos de celebrar, desaparece la presencia de la Iglesia».

Los datos corroboran las palabras del párroco itinerante: en los 29 núcleos de población viven establemente unas 1.300 personas, muy envejecidas. El sacerdote, junto con el cartero, el médico y el panadero, es el único que visita a estas gentes a lo largo de la semana. Gente que desde hace muchos años dejó de tener escuela, comercio o farmacia. «Es un momento de encuentro no solo religioso sino también humano, donde se comparten las noticias, nos ponemos al día y tratamos de estar pendientes unos de otros».

A pesar de los esfuerzos, la presencia que se encuentran Javier y muchos otros sacerdotes rurales en sus Eucaristías es mínima: «La secularización de las ciudades está llegando a los pueblos; el porcentaje de practicantes está entre el 13 y el 15 %. Excepto en los pueblos de más de 50 habitantes, es fácil que celebre la Eucaristía para cuatro o cinco mujeres de más de 75 años. Este año tengo solo un niño de Primera Comunión, y tres en catequesis en toda la unidad pastoral».

Sacerdotes jubilados como apoyo

Distinta es la situación de Juan Cruz, de 66 años y 42 de ministerio. En su parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de Palencia, se celebran cuatro Misas cada fin de semana, con la colaboración de un sacerdote jubilado. El barrio cuenta con un total de 3.500 habitantes, y según los cálculos del párroco, participan en la Eucaristía dominical unas 450 personas. El perfil de los asistentes varía: familias jóvenes con niños en la Misa de doce, y personas mayores en el resto de celebraciones. No tener que desplazarse a varias parroquias permite a los sacerdotes del Carmen cuidar más las liturgias: monaguillos, dos coros, lectores, monitores y confesiones.

A pesar del esfuerzo de los párrocos por llegar al mayor número posible de parroquias, la diócesis de Palencia cuenta con más de 370 templos, además de monasterios, residencias de ancianos y otros lugares de culto. Imposible cubrirlas todas contando solo con los sacerdotes en activo. Por eso todos los domingos, un pequeño grupo de diez sacerdotes jubilados se pone a disposición de la diócesis para echar una mano a los párrocos rurales. Ayuda imprescindible en momentos puntuales, como el día de Pascua, el verano o las fiestas patronales, y que se suma a la de algunas religiosas, que también se ofrecen para reunir a la comunidad allá donde no llega el sacerdote.

Una de estas religiosas es Loreto Escudero, franciscana de Dillingen Danubio, que vive en Saldaña y acude a las residencias de ancianos de esa localidad. «Los sacerdotes de Saldaña están al frente de 19 parroquias, y por eso no pueden celebrar la Misa en las residencias. Pero los mayores esperan que el domingo alguien les hable de Dios. Las celebraciones que animo no son eucarísticas: no hago ni el ofertorio ni la consagración, pero leemos y comentamos la Palabra de Dios, rezamos por los vivos y los difuntos, repartimos la comunión y damos gracias a Dios. La gente es muy agradecida, porque para ellos es importante poder reunirse y celebrar su fe el domingo».

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen (Palencia) durante la Misa dominical. Foto: Diócesis de Palencia.

Los laicos, más implicados

La escasez de sacerdotes exige, junto a un mayor trabajo de promoción vocacional, una mayor implicación de los laicos. Una de las pioneras en este sentido es Cándida Miguel, de Villotilla, que anima en su pueblo las celebraciones de la Palabra: «Me di cuenta de que hay pocos sacerdotes, y los pocos que hay tienen que atender muchos pueblos. Cerrar la iglesia de un pueblo es firmar su acta de defunción. Para evitar eso, me presté como voluntaria», afirma Candi, que ayuda cada día a su marido en las tareas del campo y la panadería.

Los párrocos de Villotilla han estado siempre apoyando a Candi: «Me dan la celebración preparada y me explican el Evangelio. He ido también, junto a otros animadores de la Palabra, a unos cursos formativos. En julio de 2017 vino el obispo y en una celebración nos dio la autorización –a mí y a otras tres personas– para ser ministros de la Eucaristía». Preguntada por las reacciones de la gente del pueblo, Candi es rotunda: «Fíjate, de los 14 que vivimos en Villotilla, los domingos somos unos 20 en la celebración. ¡Vienen incluso de otros pueblos!».

El ejemplo de Cándida Miguel no es el único. Hay algunos otros animadores de la Palabra a lo largo de la diócesis palentina: tres grupos de laicos en la zona de Aguilar, dos religiosas y dos laicos en Carrión, otros dos en torno a Cervatos de la Cueza, uno en la zona del Valle, un laico en Mave, otra en torno a Frechilla, un grupo de laicos que animó la hora santa este año en Alar del Rey… Desde la Delegación Diocesana de Liturgia se trata de ayudarlos, proporcionándoles un guion semanal, y se han realizado ya dos encuentros diocesanos de todos los animadores de la Palabra, puesto que se prevé que en los próximos años este tipo de liturgias se extiendan ante la falta de sacerdotes.

Julio J. Gómez
Palencia