Hace un mes, en el 40 Congreso Federal del PSOE, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se comprometió a «abolir la prostitución». El debate, al que Alfa y Omega vuelve coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no solo resulta interesante, sino que es necesario y urgente. Lo es porque España se ha convertido en uno de los países del mundo donde más hombres pagan por sexo con mujeres convertidas en un «producto de usar y tirar», como lamenta el obispo responsable del Departamento de Trata de la Conferencia Episcopal, Juan Carlos Elizalde.
El también obispo de Vitoria conoce de cerca la labor que realiza la Iglesia de acompañamiento y atención a las víctimas, y denuncia en estas páginas que la prostitución es «una forma de esclavitud». «La mayor parte de las veces», detalla, es «fruto del tráfico de personas, de la trata de seres humanos, de las mafias y de una compraventa de mujeres», incluso niñas y adolescentes, y siempre supone un cuestionamiento de «la igual dignidad» de hombres y mujeres. Hay que velar por esa dignidad y dar pasos decididos para acabar con una cultura que ha normalizado el consumo de personas.