Un cuarto rey mago y español
Muchos eruditos se pusieron de acuerdo en la existencia de un acompañante de Melchor, Gaspar y Baltasar: el rey de Tarsis, la actual Andalucía. La célebre escultora Luisa Roldán no dudó en añadirlo a sus representaciones
El Evangelio de Mateo es el único que relata, con escasos detalles, el pasaje de la Epifanía que celebramos hace unos días. No se sabe cuántos magos de Oriente fueron a adorar al Niño. La tradición —con el Papa León I— estableció que los Reyes Magos fueron tres por representar Europa (Melchor), Asia (Gaspar) y África (Baltasar), así como las tres edades del hombre: ancianidad (Melchor), madurez (Gaspar) y juventud (Baltasar). Metáforas que simbolizan la salvación para todas las razas y edades. Por otro lado, pensamos que fueron tres por concordar con los regalos (oro, incienso y mirra) que sí se detallan en las Escrituras. Los nombres de estos astrólogos tampoco se saben, pero fueron citados en un escrito no canónico llamado el Evangelio armenio de la infancia, datado en el siglo V, y se añadieron igualmente a la tradición cristiana.
En la historia del arte ha sido un reto representar a estos personajes con lo poco que se sabe de ellos. La única descripción es de magos, un término griego que viene de una tribu médica que, según la espiritualidad persa, se dedicaba a estudiar los astros y a desempeñar labores sacerdotales. Más tarde, se les dio la calidad de reyes, cuando el escritor y padre de la Iglesia Tertuliano señala el salmo 72, que dice: «Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones. Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán». En algunos textos apócrifos los describen como el rey de los persas, el rey de los indios y el rey de los árabes.
Por este motivo y otros estudios, se ha justificado que el rey de Tarsis acompañó a estos magos. Tarsis era un pueblo bíblico de la cultura de Tartessos, en las proximidades de Cádiz. Benedicto XVI, en su aclamada obra sobre la infancia de Jesús, se basó en un texto de Isaías —«ciertamente a mí esperarán las islas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al santo de Israel, que te ha glorificado»— y en el salmo 72 —que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes. Que ante Él se inclinen todos los reyes; ¡que le sirvan todas las naciones!»— para abordar este tema.
Por la existencia de esta hipótesis se ha representado la Epifanía con más de tres personajes en varias ocasiones desde la época de las catacumbas. Hoy en día, una de las piezas más interesantes del barroco español es la Cabalgata de los Reyes Magos de la escultora sevillana Luisa Roldán, la Roldana, (1670-1689). Un conjunto adquirido por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid en 2017. Consiste en una escena de 19 esculturas en madera de cedro dorado y policromado que debieron formar parte de un conjunto mayor hoy desaparecido. Incluye en el cortejo a un cuarto rey, el rey de Tarsis.
El estudio en profundidad de Alfonso Pleguezuelo desvela curiosidades dignas de mencionar. La cabalgata la componen cada rey con su heraldo y sus pajes. El séquito de Melchor viste a la romana y, aunque el rey monte un caballo negro, su heraldo monta nada menos que un unicornio. El grupo de Gaspar viste a la manera turca y el de Baltasar, con turbantes y exóticas vestiduras, es el único que utiliza dromedarios. Es en la caracterización del rey de Tarsis y su séquito donde se deja entrever una oda a la monarquía hispánica y de Felipe II como nuevo Salomón, lo que quizá desvele que esta colección fue un encargo de Madrid. La Roldana fue la primera escultora de la corte del último de los Austrias y del primero de los Borbones, y la primera representada en las colecciones del museo. b