Un contenedor para que 600 ancianos de Cuba no beban agua de cocer arroz
Desde 2017, varias parroquias gallegas enviaban camas y sillas a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Ahora sus necesidades son más básicas, pues no tienen alimentos
En este momento, los 600 ancianos a los que atienden las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en La Habana (Cuba) están abocados a comer solamente arroz, algunos guisantes, «y de vez en cuando una mortadela» de pésima calidad «que les dan a las religiosas». Se les ha acabado la leche en polvo, «y les están dando atole, que es el agua de cocer el arroz, con un poco de azúcar». Ni siquiera tienen sal. Ante esta situación, varias parroquias gallegas con la de San Juan de Serantes a la cabeza, están preparando el envío de un gran contenedor con productos básicos. Las convoca José Ramón Amor Pan, Coordinador del Observatorio de Bioética y Ciencia de la Fundación Pablo VI.
En uno de sus múltiples viajes a Cuba para dar formación en este ámbito, Amor Pan conoció el Hogar Santovenia, de estas religiosas. Allí viven 400 residentes, y otros 200 acuden cada día a comer. En 2017, cuando la isla sufría las consecuencias del huracán Irma, la entonces superiora, la española madre Julia, le lanzó un SOS. «Necesitaban colchones, ropa de cama y toallas».
Amor Pan se puso en marcha y ese año, gracias a varios amigos sacerdotes y laicos envió un contenedor. Desde entonces, ha mandado otros seis, de unos 20.000 kilos cada uno, también gracias a Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela. Normalmente contenían material necesario para una residencia, como sillas de rueda para duchar a los ancianos, camas o pañales; aunque también pintura o cemento para arreglos.
Sin crédito ni divisas
Hasta que llegó la pandemia, y la precariedad de la residencia aumentó tanto que en el último contenedor tuvieron que enviar algo mucho más básico: comida. «El 80 % de los productos de primera necesidad que se consumen en el país son importados, y el Gobierno no tiene crédito internacional ni suficientes divisas para comprarlo porque el turismo no se ha recuperado». Por ello, «aunque las hermanitas tuvieran dólares o euros, en el país no hay lo que necesitan. El Gobierno ha reconocido que no puede garantizar el suministro de leche en polvo a niños y ancianos, como hasta ahora».
«Este año no iba a enviar. Los donantes parecían estar ya cansados y todo el mundo mira a Ucrania». Incluso le han llegado a decir «que les dé de comer Raúl Castro». Todo cambió cuando hace tres semanas un donante habitual, ya nonagenario, le preguntó si no iba a preparar un contenedor «para las monjitas». Al escuchar que no, replicó que «¿cómo no vas a hacerlo? Te doy más donativo». «Me despertó la conciencia», y empezó a llamar a puertas. «Les dije a las religiosas que rezaran, porque si no esto no salía adelante». Poco después, llegó por otra vía un importante donativo que garantizaba que sería posible hacer el envío.
Ya se ha puesto todo en marcha para comprar los productos, con la esperanza de que el contenedor pueda salir dentro de algunas semanas desde Bilbao. Habrá pasta, conservas de pescado y carne, harina, azúcar, galletas y leche en polvo. Aunque «en función del dinero que consigamos habrá más de unos productos o de otros», pues un kilo de leche en polvo vale ocho euros, frente al euro y medio de la pasta. Incluirá también «detergente, gel, jabón, raticida que allí no pueden conseguir, y alambre de espino» para que no les vuelvan a robar las gallinas. Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados no son las únicas religiosas que pasan estrecheces en la isla. Hace unos meses, las carmelitas descalzas se quedaron durante unas semanas sin harina para fabricar hostias.
Ante la suspicacia de algunos donantes sobre el riesgo de que no llegue la ayuda, el experto en bioética asegura que «los siete anteriores han llegado». El envío se hace con autorización del Gobierno. «Al terminar de cargarlo aquí hago una fotografía, y después de cerrarlo se le pone un sello numerado que también fotografío». El precio del envío incluye llevar el contenedor hasta la residencia, donde las religiosas comprueban, con esas fotos, que todo está en orden. «Nunca ha habido problemas. El Gobierno aprecia mucho a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, porque es consciente de la enorme labor que realizan».