Un best-seller toledano en la Europa visigoda - Alfa y Omega

Un best-seller toledano en la Europa visigoda

«Lo que Mateo y Lucas nos dicen sobre la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, ¿es una realidad histórica, o bien una leyenda piadosa que quiere expresar e interpretar a su manera el misterio de Jesús?»: esta pregunta, que lanza Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en su reciente libro La infancia de Jesús, encuentra respuesta en un texto del siglo VII, el De virginitate Sanctae Mariae, compuesto por san Ildefonso. Ahora, el Arzobispado de Toledo acaba de publicar 800 ejemplares, en edición facsímil, de esta obra, que, en su época, alcanzó una difusión inimaginable para una Europa que no conocía la imprenta, y que hoy sigue gozando de una asombrosa actualidad

José Antonio Méndez
'Sus padres buscan a Ildefonso en el monasterio de Agali'
Sus padres buscan a Ildefonso en el monasterio de Agali.

Siglo VII, en el corazón de la Hispania visigótica, en torno al año 658. Ildefonso, obispo de Toledo, testigo de tres Concilios celebrados en la sede castellana, sobrino de san Eugenio, discípulo de san Isidoro y antiguo abad del monasterio de Agali, compone su obra cumbre: De virginitate Sanctae Mariae. En sus páginas, el clérigo toledano, famoso entre sus coetáneos por su erudición y su capacidad para hacer accesible la doctrina católica a cualquier persona de cualquier estamento social, lleva a cabo una apasionada defensa de la virginidad de María, de su inmaculada concepción, de su maternidad divina, y de las dos naturalezas de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

Con el verbo entusiasmado de un hijo que ama a su Madre, Ildefonso refuta con ardor las herejías —algunas de las cuales permanecen hoy— que emponzoñaban la fe de los fieles, cuestionaban el poder de Dios y predisponían a las almas sencillas contra la Virgen: «Si arrebatas a nuestra Virgen o la maternidad o la virginidad, cometes contra Dios una injuria enorme. Pues niegas que pudiera conservarla intacta, al tiempo que afirmas que pudo allegarse a la Virgen sin corrupción. Niegas que Dios pudiera hacer lo que hacer quería. (…) ¡Que se paralice, que se embote el corazón capaz de rumiar tales cosas, que enmudezca la boca capaz de proclamarlas, que se atasque la lengua capaz de exponerlas y no resuene la palabra que tales cosas cuenta!». Al mismo tiempo, a través de oraciones, súplicas y alabanzas, entra en diálogo con el Padre, con Jesucristo, con María y con el arcángel san Gabriel, y emociona y enardece, aun sin buscarlo, a cuantos se adentran en la lectura o escucha de su tratado mariano: «Feliz tú para mi fe, feliz para mi alma, feliz para mi amor, feliz en mi alabanza y predicación. ¡Que yo te predique cuanto mereces ser predicada, que te ame cuanto mereces ser amada, que te ensalce en todo lo que eres loable, que te sirva en cuanto se debe servir tu gloria!».

Un regalo de altura

Ildefonso gozaba, ya en vida, de fama de santo, y en efecto lo era, como después reconoció la Iglesia, que fijó su fiesta el 23 de enero. En parte por esto, su escrito resultó ser una de las composiciones más influyentes de su época, se incorporó a la liturgia, y se convirtió en un auténtico best seller en la Europa que no conocía la imprenta, como demuestra el gran número de códices que reproducen el De virginitate, y que aun hoy se conservan por todo el continente.

Uno de esos manuscritos, procedente de la Biblioteca Capitular de Toledo y conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, es el que acaba de publicar, en edición facsímil de tirada limitada (sólo 800 ejemplares), el Arzobispado de Toledo, como regalo de la diócesis a su arzobispo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, Primado de España, en el 25 aniversario de su ordenación episcopal.

El manuscrito, del siglo XIII, está ilustrado con miniaturas sobre la vida del santo, e incluye tres composiciones de la misma época: Vida de San Ildefonso, escrita por san Julián, amigo y sucesor episcopal del santo toledano, el Prólogo de Gomesano a Gotiscalcum y la Vida y obras de san Ildefonso, arzobispo de la sede metropolitana de Toledo, escrita por el Beato arzobispo toledano Eladio. Un regalo de altura, por la gran calidad del manuscrito, y sobre todo porque su lectura (cuya traducción al español se acompaña en otro tomo) eleva el corazón a lo Alto y ayuda a reconocer la maternal protección de la Virgen.