Un año del nuevo modelo de residencias de mayores: «El mayor reto es cambiar la mentalidad»
Ana Urrutia, presidente de la Fundación Cuidados Dignos, defiende que es bueno porque se centra en la persona y retira las sujeciones físicas y químicas
Se cumple un año de la aprobación por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y las comunidades autónomas de un nuevo modelo de residencias para personas mayores y todavía queda mucho camino que recorrer. Apenas se han dado pasos, aunque hay plazo hasta 2030 para adaptarse a la nueva realidad.
La propuesta incluye medidas como la limitación de plazas —75, 90 o 120 en función de si es zona rural, de densidad media o urbana—, la creación de unidades de convivencia dentro de las residencias, el aumento de profesionales o la eliminación de las sujeciones físicas y químicas.
Para Ana Urrutia, presidenta de la Fundación Cuidados Dignos, el modelo es bueno por dos razones importantes. «Está centrado en la persona y, como consecuencia, retira las sujeciones físicas y químicas», explica a Alfa y Omega. En su opinión, «no se puede hablar de un modelo que ponga en el centro a las personas y seguir sujetando» y, por eso, valora que en las directrices aprobadas en 2022 se incluya un apartado específico con esta cuestión.
Pero aunque su visión es positiva, también hay alguna sombra. Una de ellas podría ser la financiación, pues este modelo debe llevar aparejado algo más de dinero. En cualquier caso, insiste en que instaurar una forma de trabajar centrada en las personas y sin sujeciones se puede hacer sin más dinero ni modificar las ratios. «O implantar esta filosofía se cuente o no con unidades convivenciales. Por ejemplo, un hospital no las tiene, pero puede poner el foco en el paciente», explica. Y concluye: «El mayor reto es cambiar la cultura, la mentalidad y los procesos».
Sí cree que sería bueno que hubiese más profesionales, porque «mejoraría la calidad y el servicio» y habría «una mayor facilidad para focalizarnos en cada persona». «El envejecimiento de la población va a más y requerirá un compromiso formal, incluida la inversión en estructuras», agrega.
Desde esta perspectiva, no entiende que haya comunidades autónomas que se nieguen a aplicar este modelo. «¿Alguien va a discutir que no se debe sujetar? ¿Alguien va a decir que está mal no hacerlo?», explica la médico geriatra, que defiende que «se respeten los derechos de las personas: a no ser sujetado y a desarrollar su vida lo más cercano a lo que lo hacía».
Hace un año, en estas mismas páginas, Juan Ignacio Vela, presidente de Lares, donde se integran las residencias gestionadas por congregaciones religiosas y otras ONG, reconocía que «se sienten cómodos con este modelo». «Las entidades de Iglesia y del tercer sector siempre hemos trabajado centradas en la persona. Es algo que está intrínsecamente relacionado con la doctrina social de la Iglesia. En cualquier caso, no existe un único modelo de atención integral centrado en la persona», explicaba entonces.